Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Medio Oriente

A tres bandas

Los movimientos de distensión entre Israel, Palestina y Hezbolá son pasos positivos, pero deben observarse con cierta prudencia.

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El intercambio de prisioneros y soldados muertos entre el Estado de Israel y el movimiento Hezbolá podría ser considerado como "un hito importante" en el proceso de paz en el Medio Oriente, pero existen factores y elementos que aconsejan cierta prudencia.

En primer lugar, Israel encajó mal el hecho de recibir en dos féretros negros a los jóvenes soldados Ehud Goldwasser y Eldad Regev, cuya captura dio origen a 34 días de guerra con la milicia libanesa, en el verano de 2006, sin conseguir el objetivo de traer a dichos soldados a casa.

La opinión pública israelí encajó mal el intercambio de dos cadáveres por cinco prisioneros de Hezbolá. En particular, la liberación de Samir Kuntar, considerado en Israel como un cruel asesino que fue capaz de aplastar con brutalidad el cráneo de una niña y que cumplía varias condenas de cadena perpetua.

En cambio, en el Líbano, Kuntar y los otros fueron recibidos como héroes, y hasta el secretario general de Hezbolá, Hasan Nasralá, hizo una de sus raras apariciones en público, para prometer que ese movimiento liberará las tierras libanesas aún ocupadas por tropas israelíes.

Los analistas israelíes Amos Harei y Yorv Stern consideran que después de este intercambio, Hezbolá podrá realizar "una escalada" de la guerra con la instalación de sofisticado armamento de cohetes tierra-aire en la frontera, que podrían "interrumpir" los frecuentes vuelos de inteligencia de la aviación israelí sobre territorio libanés.

Es un secreto a voces que Hezbolá recibe apoyo directo del régimen de Teherán, que ha prometido "eliminar" al Estado de Israel. Según los servicios de inteligencia israelíes, los nuevos armamentos llegan a través de la porosa frontera entre Siria y Líbano.

De cualquier manera, el intercambio de presos y cadáveres entre Hezbolá e Israel marca un interesante proceso, en el cual se vislumbran algunos rayos de paz en el Medio Oriente.

Olmert y Abás

El pasado 13 de julio, en París, el primer ministro israelí Ehud Olmert aseguró que su país y los palestinos "nunca han estado tan cerca de llegar a un acuerdo como ahora". El presidente francés, Nicolás Sarkozy, reunió ese día en el Eliseo a Olmert y al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, pocas horas antes de comenzar la Cumbre de la Unión por el Mediterráneo (UPM).

"Estamos llegando a un momento" en que Israel y la ANP van a tener que tomar decisiones "graves e importantes que nos lleven por fin a un estadio en el que nunca hemos estado. Es lo que queremos", dijo Olmert. Abás le respondió que Israel y los palestinos tienen que "alcanzar esta paz por nuestros pueblos, los pueblos de Oriente Medio y del mundo".

"La paz en Oriente Medio es necesaria para la paz en el mundo. Si no, el mundo no será estable", dijo Abás en una declaración ante la prensa junto a Olmert y Sarkozy. Al día siguiente, 14 de julio, fuentes oficiales palestinas informaron de que Olmert y Abás se reunirán la próxima semana en Jerusalén.

La entrevista tendrá como objetivo "hacer un seguimiento del estado de los puntos centrales de las negociaciones" de paz, lanzadas el pasado noviembre en la cumbre de Annapolis (EEUU), dijo el negociador jefe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, al servicio en árabe de la radio pública israelí.

La situación política interna muy posiblemente impulsará a Olmert, asediado por un escándalo de corrupción, a buscar algunos triunfos que le permitan permanecer en el poder: impulsar el proceso de negociaciones con los palestinos puede ser el recurso ante el fiasco del intercambio con Hezbolá.

Este proceso tiene un punto de partida, la tregua o cese del fuego entre Hamás e Israel, que entró en vigor el pasado 19 de junio, que es vista por algunos como "un acuerdo efímero", mientras que Tony Blair, representante para la región de Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU y Rusia, prefiere catalogarla como "un paso alentador".

Como en otros muchos análisis internacionales, se podría aplicar el viejo refrán británico de que la verdad puede estar "a medio camino" entre las dos posiciones. Lo cierto es que 24 horas después de la tregua, el Ejército de Tel Aviv informó de que tres civiles israelíes resultaron heridos, uno de ellos de gravedad, al ser alcanzados por disparados desde un coche cuando se encontraban cerca de un asentamiento en la Cisjordania ocupada.

Este tipo de incidente, o un suicida portador de una bomba y que la hace estallar en un lugar concurrido de cualquier ciudad o pueblo de Israel, puede hacer volar por los aires un acuerdo largamente negociado bajo los auspicios del gobierno de Egipto.

Para Israel, un acuerdo de este tipo satisface a su aliado estadounidense, George W. Bush, quien expresó sus deseos de ver solucionado este viejo conflicto antes de que termine su mandato, el 20 de enero del próximo año.

Además, Tel Aviv se encuentra bastante ocupado ante las amenazas de Teherán, y hasta ha realizado "ensayos" para destruir las supuestas instalaciones nucleares de ese adversario, que ha prometido "borrarle del mapa". Es probable que en estas circunstancias prefiera mantener un clima de sosiego en el conflicto con los palestinos.

Para Hamás, es un reconocimiento a su "legitimidad" y, al mismo tiempo, le dará algún respiro a una población que vive asfixiada por la falta de combustible, electricidad y otros bienes de consumo a los que no tiene acceso, debido al cierre de las fronteras impuesto por el Ejército israelí.

Barah Mikail, especialista del Medio Oriente del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS, por sus siglas en francés), coincide con el comentarista español Juan Miguel Muñoz acerca de que el acuerdo le ofrece "legitimidad" al movimiento palestino que controla la Franja de Gaza.

Para Mikail, esta es una oportunidad que Hamás aprovechará "en el futuro próximo para reforzar sus posiciones en la escena política de Palestina".

Moviendo fichas

El acuerdo del cese de hostilidades exige el fin de los ataques de todas las milicias palestinas durante los próximos seis meses. Por su parte, Israel deberá interrumpir sus operaciones militares, levantar el bloqueo impuesto a la franja y reabrir progresivamente los puestos fronterizos del territorio de la Faja de Gaza, controlado por Hamás.

La mayor parte de la población en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, en total el 83%, respalda la tregua, según una encuesta difundida por el Centro Palestino de Opinión Pública.

Otro estudio realizado por el Instituto Maagar Mohot revela que el 80% de los israelíes considera que el bloqueo impuesto por su país a la franja, desde hace un año, no es efectivo, que refuerza a Hamás y está motivado por razones políticas y no de seguridad nacional.

Según el especialista egipcio Amr Hamzawi, este acuerdo fue logrado gracias "a la diplomacia regional", debido a la "falta de eficacia de la política exterior estadounidense". Cita como ejemplo que las negociaciones indirectas entre Siria e Israel se llevan a cabo debido "a los auspicios de Turquía".


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Abás, Sarkozy y Olmert (de izq. a dcha.), gobernantes de Palestina, Francia e Israel, durante la Cumbre del Mediterráneo, en París. (AP)Foto

Abás, Sarkozy y Olmert (de izq. a dcha.), gobernantes de Palestina, Francia e Israel, durante la Cumbre del Mediterráneo, en París. (AP)

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