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Cumbre Rusia-UE

Asuntos espinosos

Sombras en las relaciones del Kremlin y Bruselas: el punto más ácido de la reunión fueron las sanciones impuestas por Rusia a algunas ex repúblicas soviéticas.

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El Kremlin asegura que en Lituania y Letonia se violan los derechos de las minorías rusas. La situación se ha hecho más violenta después que el gobierno estonio decidió mudar una estatua del soldado soviético del centro de la capital hacia un cementerio militar. Los hechos desembocaron en violentas manifestaciones en Tallin y Moscú.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, también cerró filas con los países mencionados y advirtió durante la Cumbre que cualquier acción contra un Estado de la UE sería considerada contra toda la organización. "Es muy importante que la colaboración con Bruselas se base en los principios de solidaridad entre sus miembros".

Putin, por su parte, contestó: "la policía de Estonia no sólo dispersó a los manifestantes (en Tallin), sino que asesinó durante los disturbios a un ciudadano de etnia rusa. Nosotros lo que demandamos es que los criminales sean juzgados". Y dijo que la oposición interna rusa debe ceñirse a los límites que establece la legislación, "tal y como se hace también en Occidente".

En el caso de Kosovo, Rusia amenazó con vetar la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que recomienda otorgar la independencia de facto a esta región que fue parte del territorio de Serbia. El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, recalcó que "el futuro de Kosovo debe decidirse en negociaciones entre Belgrado y Pristina", y calificó de "instintos coloniales" el deseo de pasar ese documento.

Los tiempos han cambiado

Los especialistas estiman que el aumento del autoritarismo en Rusia es uno de los encontronazos que afectó la Cumbre. Esto se puso en evidencia cuando Barroso dijo a la prensa que "forman parte de los principios sagrados de la UE, la democracia y la libertad de prensa y de expresión".

El analista Votapec recuerda que la Rusia de Putin ya no es la misma que la de su antecesor, Boris Yeltsin, quien firmó el documento original de colaboración con Bruselas; ni tampoco la UE, que entonces contaba con 12 miembros, se parece a la actual de 27 Estados.

Así que es fácil deducir, agrega el analista, que Bruselas no quiere comprometerse con Rusia hasta que se celebren las elecciones generales de diciembre y marzo próximos. Esos comicios serán cruciales para el rumbo que tomará Moscú en el futuro inmediato.

En su opinión, tampoco la Unión Europea está preparada porque tiene pendientes algunos temas internos, como lograr una política energética común frente a Rusia. Pero lo más importante, añade, es no apresurarse en dar un respaldo indeseado a la presidencia de Vladimir Putin, con cuyos métodos autoritarios Bruselas se siente insatisfecha y preocupada.

De modo que las disputas entre Moscú y algunos miembros de la UE han ensombrecido las relaciones del Kremlin con Bruselas, pero no tanto como para que Merkel y Barroso hayan expresado su deseo de que las negociaciones se mantengan a fin de alcanzar un nuevo acuerdo conveniente para ambas partes.

Así que después de todo, dicen los expertos, quizás Bruselas se esconde detrás de las disputas de los nuevos miembros postcomunistas con Rusia para aplazar decisiones que todavía no considera maduras.


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