Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Bolivia

Difamando a diestra y siniestra

La nueva estrategia de Evo Morales: acusar de faltas graves a los enemigos internos del gobierno y darlos de pasto a la opinión pública.

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Desprecio por la democracia

En fin, en los casos del vídeo y de Enron, lo que conviene demostrar es que antes de la llegada del nuevo gobierno todo estaba podrido: las instituciones y los hombres. Sin embargo, todo el mundo —excepto los nuevos jefes del país, por supuesto— alaba la competencia y la honestidad de un presidente del BCB ratificado en su cargo durante 11 años, período durante el cual coincidió con seis presidentes de la república.

La difamación no sólo está dirigida a los rivales y enemigos reales o supuestos, sino que destruye a los que ya no son santos de devoción del gobierno. En la acusación de complot contra Carlos Mesa, el editor José Antonio Quiroga figura entre los presuntos conspiradores, su nombre es pasto para la opinión. Quiroga fue uno de los asesores favoritos de Morales, a tal punto que, para las elecciones de 2002, lo presentó como candidato a la vicepresidencia de la república durante una ceremonia pública. Al día siguiente, el proclamado candidato, que nadie consultó antes de la ceremonia, escribió una carta para declinar la proposición. Actualmente, Quiroga es candidato por el Movimiento Bolivia Libre (MBL) para ser miembro de la futura Asamblea Constituyente. Aparentemente es una situación difícil para Evo Morales; de ahí que quiera comprometerlo.

Filemón Escobar, antiguo senador, quien contribuyó notablemente a la ascensión política del caudillo, también quedó fuera del MAS en 2004. Para ello se organizó una asamblea con los cocaleros de Cochabamba y el motivo presentado fue que había cobrado 50.000 dólares para ausentarse (con los otros senadores del MAS) en el momento de la votación en el senado de una ley que estipula que la Corte Internacional de Justicia no juzgue a los militares y ciudadanos norteamericanos en casos de genocidio o crímenes de guerra, salvo si se cuenta con la aprobación de Estados Unidos.

Más recientemente, la joven diputada Adriana Gil, quien realizara la campaña del MAS en Santa Cruz durante las elecciones de 2005, y que contribuyera de manera importante al éxito del partido en la región, también quedó fuera por supuestos vínculos con una empresa brasileña candidata a la explotación de los minerales de hierro en la región de Mutún, cerca de la frontera con Brasil —una empresa cuyas proporciones eran sin dudas criticables, pero cuyo peor fallo parece haber sido contar con el favor de los hombres de negocio de Santa Cruz hostiles al gobierno—.

La estrategia que consiste en apuntar continuamente hacia los enemigos internos del gobierno, en acusarlos de faltas graves para luego exhibirlos y darlos en pasto a la opinión, así como el uso sistemático de la difamación para mancillarlos, demuestra el poco crédito que dan esos nuevos potentados a la persona humana y a las reglas elementales de justicia, y su profundo desprecio por la democracia.


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