Actualizado: 10/05/2024 11:46
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Medio Oriente

El nudo gordiano

Tras las elecciones en Israel y Palestina, el conflicto histórico entra en una fase complicada.

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El panorama político en el Medio Oriente, después de las últimas las elecciones israelíes y de la toma de posesión del nuevo gobierno de Hamás en Palestina, ha cambiado radicalmente y hasta los más osados analistas se muestran cautelosos sobre el futuro de la región.

En primer término, las elecciones en Israel arrojaron resultados que significan un cambio cualitativo en ese país, después de que Ariel Sharon fundara hace pocos meses el partido Kadima (Adelante).

El partido ganador, Kadima (28 escaños), y el Laborista (20) iniciaron ya contactos para formar el llamado gobierno del reagrupamiento, en referencia al plan de retirada de Cisjordania presentado por el primer ministro en funciones, Ehud Olmert. Éste creó un equipo negociador y fuentes de Kadima afirmaron que el objetivo es formar un gobierno después de la Pascua hebrea, en la segunda mitad de abril.

Tras el recuento de votos, hay doce partidos en el Parlamento israelí. Por primera vez en muchos años, el llamado campo de la paz, aliados naturales de Olmert del centro y de la izquierda, tienen una mayoría holgada de casi dos tercios. La coalición más probable incluye también a los trece diputados del partido ortodoxo sefardí Shas, los siete del Partido de los Jubilados, los seis del ultraortodoxo Unidad por la Torá y el Judaísmo, y los cuatro del frente pacifista Meretz: un total de 78 diputados.

Los resultados de las elecciones israelíes admiten fundamentalmente tres lecturas. Queda abierta la vía para la política de retirada unilateral y parcial de los territorios ocupados en Cisjordania, la reducción y reagrupamiento de asentamientos y la fijación de una frontera mediante el muro de separación, en avanzada construcción.

También supone un cambio generacional y de procedencia de los líderes políticos. Los actuales no tienen el aura de los padres fundadores, tipo Ben Gurión y Golda Meir, o de los que lucharon por la creación del Estado de Israel con las armas y el terrorismo, como Menahem Begin o Itzak Shamir. Ni tampoco aportan al poder el prestigio de haber salvado al país en calidad de brillantes jefes militares en las guerras con los vecinos países árabes, como ocurría con Itzak Rabin, Ehud Barak y Sharon.

El cansancio de la guerra

Por último, la distribución de los votos parece indicar el cansancio de un pueblo que desde 1948 ha vivido en permanente estado de guerra. Causante y a la vez víctima de la violencia. Ahora, el resultado de las elecciones muestra a la mayoría del pueblo israelí deseoso de un sosiego que permita atender los desniveles sociales y las contradicciones de una población heterogénea.

El descalabro en las urnas del derechista Likud y de su jefe, Benjamín Netanyahu, descarta la toma de posiciones de encastillamiento en la negativa a ultranza a renuncias en Palestina.


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