Actualizado: 29/04/2024 20:56
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Reportaje: Bielorrusia

El último dictador de Europa

Alexander Lukashenko desafía a la comunidad internacional: Europa protesta y Rusia le felicita.

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El eterno populista

¿Cómo puede sobrevivir Lukashenko en la Europa de hoy? Taras Kuzio tiene una respuesta: utilizando su experiencia de cuando era comisario político de la KGB. Con este knok how desmanteló la prensa independiente, implantó la censura y prohibió la prensa extranjera. Pero su principal éxito fue la manera diabólica como manejó la campaña contra la corrupción. Logró desprestigiar a sus opositores y catapultarse para siempre en su puesto.

Como dictador, tiene varios delirios. Uno es regresar a "la Madre Rusia". En 1995 repudió "el dialecto bielorruso" por ser "una lengua de campesinos" y reinstauró el idioma ruso, porque "la gran literatura está escrita en ruso". Otro sueño es imitar a sus héroes. En 1994 reveló que sus personajes preferidos son el fundador de los servicios secretos soviéticos, el sanguinario Felix Dzerzhinsky, y Hitler, porque "la tradición alemana alcanzó su máximo esplendor bajo el poder absoluto del Fuhrer".

Sin embargo, su habilidad principal es la de "eterno populista". Según Kuzio, cuando se desbandó la antigua Unión Soviética, a los oídos de la gente su programa pareció como la mejor opción. Hoy ya no tienen dónde escoger y sufren haberlo llevado a la presidencia.

La periodista Andreya Klimova dice que Lukashenko se ha negado a aplicar las reformas porque "no sabe a ciencia cierta qué cosa es la economía de mercado".

En su retórica, calcada de los tiempos soviéticos, presenta como "sospechosos" al FMI, EE UU y a los sindicatos, y bajo el argumento de la "amenaza externa" ha edificado un descomunal aparato de seguridad (120.000 oficiales) sólo leal a su oficina. Así vive esta ex república soviética, la más próxima a Occidente.

A fondo: Bielorrusia

Bielorrusia es un país casi dos veces del tamaño de Cuba y tiene en la actualidad 9,8 millones de habitantes. Su capital es Minsk y en el país se hablan dos idiomas oficiales: el ruso y el bielorruso. Si se observa un mapa, Bielorrusia, junto con Ucrania, forma un escudo que separa a Rusia de los países miembros de la Alianza Noratlántica, lo cual le confiere una importancia estratégica en sus relaciones con Moscú. La mayor parte de la población se declara cristiana y el producto interno bruto por habitante está en estos momentos en el nivel de 2,120 dólares, según el Banco Mundial.

Las fronteras actuales de Bielorrusia fueron establecidas al finalizar la II Guerra Mundial. Esta ex república soviética fue ocupada por los nazis entre 1941 y 1944 y perdió durante aquella guerra a 2,2 millones de personas, casi un tercio de su población total de entonces. Posteriormente se convirtió en una de las repúblicas soviéticas más prósperas.

En 1991, al desintegrarse la URSS, Bielorrusia alcanzó la independencia y entonces su florecimiento económico declinó. Desde 1994 ha sido gobernada con mano dura por el presidente Alexander Lukashenko, quien se deshizo de las principales figuras de la oposición por la fuerza, encarcelándolas o desterrándolas.

Lukashenko se ha opuesto a la privatización de las empresas estatales, el sector privado prácticamente no existe y tampoco hay inversiones extranjeras. Por esta razón, Bielorrusia depende casi totalmente de Rusia, sobre todo en el comercio y la energía. Moscú mantiene para este país bajísimas tarifas en el precio del gas y el petróleo que existían al final de la era soviética.

En 2005, el país fue clasificado por la Unión Europea y Estados Unidos como "la última tiranía en el viejo continente".


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