Actualizado: 18/04/2024 23:36
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América Latina

Giras y contragiras

Los temores de Hugo Chávez y las promesas de George W. Bush.

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El itinerario de Chávez fue seguido con mucha atención por Fidel Castro. Según informó desde La Habana la agencia AP, el convaleciente gobernante siguió muy "de cerca" la gira por América Latina de su aliado, quien arremetió contra la visita simultánea de George W. Bush a la región.

El periódico oficial Granma reveló la transcripción de una conversación telefónica sostenida por Castro, Chávez y el gobernante haitiano René Preval, en la que no faltaron las bromas. "He seguido de cerca todo. No me he perdido un discurso de ninguno de los actos: Argentina, Bolivia, Nicaragua, Jamaica", comentó Castro en relación con la gira de su colega venezolano.

El abrazo entre Bush y Lula

El 9 de marzo fue un día negro para Castro y Chávez, a quienes de seguro no gustó el abrazo entre Bush y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Durante esa jornada, ambos mandatarios anunciaron la firma de un acuerdo de cooperación tecnológica para la producción de etanol, biocombustible que consideran permitirá reducir la dependencia del petróleo.

En una declaración conjunta efectuada en un centro de transporte de combustible en las afueras de Sao Paulo, afirmaron que el acuerdo, suscrito por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, es "ambicioso" y contribuirá a "descontaminar" la Tierra. El presidente brasileño aseguró: "cualquier cosa que podamos hacer para reducir las emisiones será algo ganado".

Lula hizo referencia a las protestas en Sao Paulo, en las que los manifestantes denunciaron el acuerdo como peligroso, porque puede restar fuentes de alimentación como el maíz, o conducir a la eliminación de bosques tropicales para dedicar terreno a esos cultivos.

No obstante, el gobernante brasileño dijo que el acuerdo permitirá desarrollar tecnología, de manera que se pueda obtener etanol "sin afectar al suministro de alimentos o sin dañar a los bosques tropicales". Y Bush, por su parte, expresó que permitirá diversificar el suministro de combustible. "Cuando se es dependiente del petróleo, tienes un problema de seguridad nacional; esto quiere decir que dependes de las decisiones de otros países", explicó.

Castro presenció ese día no sólo el abrazo efusivo entre Bush y Lula, sino que se encontró con que desde Sao Paulo le arrebataban una de sus banderas, la defensa del medio ambiente.

Tarde pero optimista

La conclusión preliminar del viaje de Bush es que obtuvo una muy favorable reacción de parte de Lula da Silva y Tabaré Vázquez, quienes marcaron con claridad su distancia respecto a la propuesta antiestadounidense de Hugo Chávez, aunque evitaron criticarlo. La prensa local brasileña y uruguaya censuraron a ambos líderes por no confrontar a Bush desde una posición más firme, no por reunirse con él.

Con Uruguay y Colombia, Bush no pudo comprometerse a concertar acuerdos de libre comercio, decisión que está en manos del Congreso estadounidense. Se ha dicho que llegó con las manos vacías; la realidad es que las tiene atadas. Algo similar ocurre en relación con la reforma migratoria, cuyo destino también depende del Congreso. Lo único que pudo ofrecer en México y Guatemala fue "hacer todo lo posible" para impulsarla.

En Colombia, como se esperaba, aprovechó la oportunidad para abordar el combate al narcotráfico y el terrorismo, con el anuncio del otorgamiento de mayores recursos para el Plan Colombia.

En el caso de México, más allá de las declaraciones de buena voluntad y las frases de corrección diplomática, los presidentes Felipe Calderón y Bush concluyeron su encuentro en Mérida con acuerdos que parecen concretos y viables.

Ambos convinieron en algo tan simple como práctico: combatir el tráfico de drogas desalentando el consumo en Estados Unidos y persiguiendo a los contrabandistas de armas, anfetaminas y elementos químicos para la producción de drogas; así como seguir la ruta del dinero para combatir las organizaciones criminales.

No se habló de petróleo, que Calderón estima de la competencia exclusiva de los mexicanos. El país azteca vende a Estados Unidos en condiciones preferenciales casi el mismo volumen que para el consumo interno. Sí se habló, en cambio, del régimen de La Habana. "En el caso de Cuba, en cierta medida, estuvieron de acuerdo en que no están de acuerdo", dijo el consejero Dan Fisk, al explicar que la situación en la Isla figuró en las discusiones de Bush y Calderón.

"Pero en lo que ambos presidentes centraron la discusión fue en la necesidad de que la comunidad internacional apoye al pueblo cubano y sus aspiraciones. Lo que la comunidad internacional debe ver en Cuba es una transición, no sólo a un autócrata transfiriendo el poder a otro autócrata", añadió Fisk, sin detallar las diferencias.

En resumen, es cierto que ha sido una visita tardía, pero lejos está de representar un fracaso para la diplomacia estadounidense. La región necesita ahora el seguimiento de esta política, que se cumplan las promesas para que se pueda fortalecer la democracia en América Latina, amenazada no sólo por el vociferante Chávez, sino por otros gobernantes de corte populista.


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