Actualizado: 25/04/2024 19:17
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México

Indicios de renovación

Sin el Castro más viejo, los gobiernos de Cuba y México pueden establecer lazos que dejen atrás al pasado.

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Aun si se hubiese ideado a la perfección, la política de Fox hacia La Habana hubiera sido anatema para la vieja escuela del PRI y para su pariente, el Partido de la Revolución Democrática (PRD). El debate siempre ha sido más sobre México que sobre Cuba. México está hoy muy lejos de ser lo que fue hace 25 años: las libertades ciudadanas, las elecciones competitivas y la estabilidad macroeconómica son parte del panorama.

Sin embargo, queda mucho por hacer en cuanto a poder ciudadano, competitividad económica y justicia social. Cómo llegar de aquí a allá está en el centro de la discusión. La clase política mexicana se divide entre los que auspician una competencia total —económica y política— y los que favorecen los controles corporativistas del pasado. ¿Por qué México, que ya ha transitado la primera senda, no puede seguir una nueva política exterior también con La Habana?

Si México no es el mismo, tampoco lo es Cuba. Aunque no está ni cerca siquiera de una transición democrática, la Isla vive inmersa en una sucesión que hay que seguir al detalle. Para que hubieran tenido éxito las políticas de Zedillo y Fox, La Habana, esto es, el Comandante, tendría que haber aceptado las reglas nuevas del compromiso, a lo que él se negó. Siempre se necesitan dos para bailar un tango.

¿Qué hará Raúl?

¿Seguirá Raúl Castro la línea de siempre o abrirá nuevos caminos en las relaciones internacionales de la Isla? Ni México ni Cuba se han beneficiado de las tensiones de los últimos años. Hace dos días, Patricia Espinosa, canciller de México, anunció un acercamiento con La Habana. Sin el Castro más viejo, México y Cuba pueden establecer lazos que dejen atrás al pasado.

Calderón camina por una cuerda floja en las relaciones exteriores (en las interiores también). Está comprometido a darle a México un mayor perfil latinoamericano, sin descuidar la relación indispensable con Estados Unidos. Abundan los obstáculos: Brasil, por ejemplo, no quiere a México en América del Sur. Y hay oportunidades que no se pueden perder, como las de Cuba.

A través del diálogo y la democracia, México, Brasil y otros países de la región, podrían ayudar a que la Isla despierte sin sobresaltos de su larga pesadilla nacional. También, en ese camino, las víctimas de Fidel Castro por casi cinco décadas, deben —de una forma u otra— recibir el reconocimiento y el respeto que por tanto tiempo les han sido negados.


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