Actualizado: 07/05/2024 1:47
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Centroeuropa

¿Inestabilidad o reajuste?

Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia ponen a prueba su cultura democrática en el seno de la Unión Europea.

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"Hay que tener en cuenta, precisa, que todas estas transformaciones del comunismo al capitalismo suceden en un terreno donde cada país ha tenido que luchar al mismo tiempo con los rezagos del pasado y crear nuevas soluciones, inconcebibles hasta nuestros días". Este experto dice que la historia de la transición todavía no ha terminado y que los traspiés hay que ir corrigiéndolos en el camino.

La mayoría de los analistas opinan que escasean los demócratas que respeten los derechos de las minorías y expresen tolerancia ante las diferentes opiniones políticas, pero las instituciones democráticas creadas y la fortaleza de las economías que las representan están muy lejos de encontrarse amenazadas.

El politólogo checo Vladimiro Vondra afirma que los nuevos integrantes de la UE forman parte de una red que no sólo provee soluciones, sino que tiene aparatos que pueden disciplinar a los miembros que se aparten de los estándares comunes, y descarta un escenario de crisis que, en su opinión, "no existe en Centroeuropa".

Los "déficits" en la cultura política centroeuropea, agrega, serán eliminados en los próximos años "por generaciones de políticos nacidos en la nueva sociedad libre y demócrata, que reemplazarán a los políticos que tienen sus raíces en la era comunista".

En el plano económico

Aunque los inversionistas siguen apostando por los mercados de Europa Central, los expertos estiman que en el plano económico no sólo esta región, sino cualquier mercado financiero emergente, está en estos momentos en peores condiciones debido a los ajustes de las grandes economías internacionales.

Y observan que muchos de los problemas políticos que se dan en Centroeuropa tienen un trasfondo económico. Por ejemplo, las revueltas en Budapest surgieron cuando el premier adoptó medidas drásticas para sanear las finanzas públicas, que habían estado pendientes desde los años noventa. En Varsovia, la coalición populista y de extrema derecha tiene amedrentados a los inversores con la amenaza de limitar la independencia del Banco Central.

El hecho de que la República Checa carezca de un gobierno propiamente dicho desde hace cuatro meses, ha bloqueado la marcha de las reformas económicas básicas, y en Eslovaquia las elecciones de este verano pararon totalmente no sólo las reformas, sino que la alianza de izquierda populista y nacionalista apartó los cambios liberales.

Esta turbulencia política, afirma el analista Robert Anderson, del Financial Times, repercute en la economía, porque los gobiernos populistas tienen las manos atadas para recortar los presupuestos y la inflación puede aumentar haciendo insostenible el aumento salarial, y por tanto, cortando el consumo.

Esto se refleja, por ejemplo, en que los plazos para la adopción del euro se han alargado en todas partes. Eslovaquia no podrá alcanzarlo en 2009, como había planeado. Menos Hungría, que lo tenía previsto para 2006 y ahora los expertos lo predicen para 2014. Y lo mismo está pasando con checos y polacos.

En el contexto general se ha empeorado el endeudamiento de los mercados, que ha ido de 4.000 millones de euros en 1989 a 35.000 millones actualmente, según el banco ING, lo que se agrava ante las alzas de las tasas de interés en Estados Unidos. Sin embargo, los gobiernos centroeuropeos no se han quedado con las manos cruzadas.

En Hungría, a pesar de las protestas, el gabinete socialista ha anunciado reformas radicales en las finanzas públicas. Los políticos polacos, ante la eventualidad de elecciones anticipadas, toman sus medidas en el plano económico. En Eslovaquia, los inversionistas están convencidos de que el gobierno "ladra pero no muerde" y en la República Checa la situación política no ha significado ningún cambio en la política económica.

De manera que las razones económicas que hicieron a Centroeuropa más firme que las economías de los llamados tigres asiáticos no ha cambiado, y las políticas de hacer flotar sus monedas le han preparado un colchón para atenuar cualquier caída. Por eso los especialistas estiman que los problemas centroeuropeos, desde el punto de vista económico, están más bien en el largo plazo y no en la presente crisis política.

Problemas que además son compartidos con otras naciones occidentales, como son la readaptación de sus sistemas estatales de pensiones, los recortes de las finanzas fiscales y presupuestarias y su adaptación total a los mecanismos de la UE, lo cual les garantiza la confianza de los mercados socios.


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