Actualizado: 18/04/2024 23:36
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La ventaja de los K

Elecciones a la vista: Pronósticos, oficialismo, oposición, y el futuro de las relaciones con La Habana.

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De repetir Cristina Fernández de Kirchner el resultado electoral obtenido para senadora nacional por la provincia de Buenos Aires en 2005, ya estaría arrancando con un piso electoral nacional del 15% en las elecciones presidenciales de este domingo 28 de octubre.

La candidata oficial reuniría, como mínimo, alrededor de un 30% de votos, a los cuales se sumaría un mayor apoyo por parte de quienes adhieren las políticas implementadas por su esposo en estos cuatro años, incluyendo la de aquellos conformes con la situación económica actual. En consecuencia, no debería sorprender que Cristina supere en la primera vuelta el 45% de los votos que la consagren automáticamente como presidenta.

A lo anterior hay que sumar la fragmentación de la oposición, donde se presentan dos candidatos que ya se habían postulado en 2003: Elisa Carrió y Ricardo López Murphy; otro que reúne a por lo menos dos sectores de candidatos de 2003: Alberto Rodríguez Saa, con el apoyo de su hermano Adolfo y del ex presidente Carlos Menem; y por último, el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, respaldado por los saldos de las estructuras políticas de la Unión Cívica Radical y el peronismo alineado con Eduardo Duhalde.

Con la base electoral que cuentan los Kirchner y la dispersión de la oposición en cinco candidaturas con mayor y menor relevancia, el triunfo de Cristina en primera vuelta debería ser un hecho, pues es muy difícil que la candidata oficialista no alcance el 40% y alguien de la oposición llegue al 30%.

La oposición

De todos los candidatos, solamente Lavagna podría asegurar la gobernabilidad, es decir, alinear al peronismo en el Congreso Nacional y a los gobernadores de las provincias. Sin embargo, a pesar de sumar el apoyo radical y duhaldista al de varios partidos provinciales, no logró despegar en las encuestas y quedaría relegado a un tercer lugar, superado por Carrió.

Esta última es la única que podría llegar a disputar una segunda vuelta. Pero sin estructura partidaria, con escasa presencia en el poder legislativo nacional y un saldo de sectores políticos muy heterogéneos e inexpertos, podría atemorizar a un electorado que tiene frescos los recuerdos del final de la Alianza en diciembre de 2001. Carrió debería contentarse con un buen resultado en la primera vuelta, donde una diferencia importante sobre el resto de los candidatos opositores la convertiría en la principal referente anti-K, y en dos años tendría tiempo para consolidar su Coalición Cívica.

Otro que quedaría en pie es Mauricio Macri, quien obtuvo un importante triunfo en las elecciones de jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el segundo distrito electoral más importante de Argentina y que cuenta con el electorado más independiente. Macri será un referente político alternativo de la oposición, más allá de los resultados que obtengan sus candidatos el 28 de octubre: Francisco de Narváez, aspirante a gobernador en la provincia de Buenos Aires, y Carlos Melconián, a senador por la capital federal. Su virtual ex socio político en PRO, Ricardo López Murphy, quien obtendrá seguramente una banca como diputado nacional, es muy probable que durante su mandato termine en las filas de la Coalición Cívica.

Reacomodamientos políticos

Otra incógnita será el papel del futuro gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien combina una mezcla de moderación y ultrapragmatismo para mantenerse y crecer políticamente. Scioli fue un ferviente defensor de Menem, quien lo ingresó en la política; luego se alineó con Duhalde, quien lo designó como candidato a vicepresidente de Kirchner; y, tras unos primeros roces con el matrimonio K, enseguida agachó la cabeza y se sumó sumisamente al proyecto kirchnerista en su Frente para la Victoria.

Scioli es muy distinto a los Kirchner y más parecido a Macri. Ambos tienen simpatías con los sectores duhaldistas y entre los dos gobernarán los distritos más importantes. Actuando en alianza, serán la principal oposición o simplemente contrapeso al eventual gobierno de Cristina de Kirchner. Queda por ver si Néstor Kirchner impulsará el armado de un partido político nacional, ya sea controlando el PJ o formalizando uno nuevo, la Concertación Plural; y cómo será, en caso de ganar, el gobierno de Cristina.

Expectativas con Cuba: todo es posible

En el gobierno de Néstor Kirchner hay un antes y un después en las relaciones con La Habana, luego del caso de la médica Hilda Molina. A pesar de los sectores castristas que rodean a los Kirchner, Cristina tendría una posición más dura frente a La Habana. Algunos señalan que fue ella quien le insistió a su esposo en entregarle la carta al dictador cubano durante la Cumbre del MERCOSUR en julio de 2006, reclamándole por Hilda Molina. Y quien anteriormente habría condicionado un viaje a la Isla a la inclusión en la agenda de una reunión con las Damas de Blanco, razón por la cual fuentes diplomáticas argentinas afirman que los funcionarios castristas la odian.

Un primer indicio en el futuro de las relaciones argentino-cubanas en un eventual gobierno de Cristina Kirchner, serían los cambios en la Embajada en La Habana.

Aquí hay por lo menos tres hipótesis. Una es que siga el actual embajador político, Darío Alessandro, harto ya de la Isla y de los funcionarios castristas. Otra posibilidad es que teniendo en cuenta que Fidel Castro nunca le contestó la carta al presidente Kirchner y la inflexibilidad del régimen en permitir que Molina y su madre visiten a su hijo en Buenos Aires, la relación diplomática por parte de Argentina pase a nivel de encargado de negocios. Finalmente, otra alternativa sería un acercamiento del nuevo gobierno de Cristina Kirchner con la dictadura, designando un embajador político que simpatice con los Castro.

* Gabriel C. Salvia es presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).


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