Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Palestina

¿Las armas o los votos?

Tras ganar sorpresivamente las elecciones, Hamas tiene en sus manos radicalizar o moderar el conflicto.

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El grupo palestino Hamas, incluido en la lista de terroristas de la Unión Europea y Estados Unidos, ha ganado las elecciones legislativas en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este por mayoría absoluta, lo que ha provocado un terremoto en Oriente Medio y en las cancillerías del mundo. La limpieza de la victoria es incontestable, según los observadores, y así lo ha aceptado la derrotada organización oficialista Al Fatah.

Hamas nació en 1987, durante la primera Intifada, y se ha robustecido con la ocupación de los territorios —muro incluido—, a medida que las esperanzas de paz menguaban. Financiado por Irán y Arabia Saudita, es acérrimo enemigo de Israel. En sus estatutos figura la creación de un Estado islamista en todo el territorio de la antigua Palestina y, por tanto, la destrucción del Estado hebreo. Responsable de cruentos atentados, sus dirigentes han sido, asimismo, víctimas de los servicios secretos israelíes, entre ellos su fundador, el jeque Ahmed Yasin, alcanzado por un misil en 2004.

Sin embargo, si Hamas se modera y las grandes potencias e Israel responden positivamente, se abrirá una fase nueva del conflicto, en la que todos estarían ya de acuerdo en algo fundamental: la coexistencia de dos Estados, uno judío y otro palestino.

Por el contrario, si Hamas se empeña en mantener la lucha armada, Israel y Occidente cortarán su cooperación y los nuevos dirigentes palestinos se verán obligados a depender por completo de Irán, Siria y el movimiento islamista internacional, con lo que se radicalizará e intensificará el conflicto. Empujar en esa dirección a los vencedores en las urnas, no parece sensato.

Si Hamas no logra controlar a los grupos armados, ni reducir la corrupción, ni mejorar el nivel de vida de los palestinos, la esperanza despertada en estas elecciones dejará paso a una nueva frustración y aumentará el peligro de guerra civil.

El dilema de Occidente

Los comicios palestinos han vuelto a demostrar que la única alternativa democrática en el mundo árabe a las dictaduras en el poder, son los principales movimientos islámicos, por lo que Occidente, como se viene repitiendo desde finales de los ochenta en Argelia, se encuentra ante un dilema: no puede apoyar la democracia parlamentaria y elecciones libres sin aceptar a los elegidos, aunque sean islámicos.

Interrogantes aparte, hay un valor indiscutible: los palestinos votaron en libertad, una excepción en la zona, junto con la de Israel, que la comunidad internacional debe alentar.

Antes de las elecciones, el primer ministro interino de Israel, Ehud Olmert, intentó dejar un mensaje favorable al movimiento Al Fatah y al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas. Olmert aseguró que "la medida más importante" a la que se enfrentan es "dibujar las fronteras permanentes del Estado", para que Israel pueda ser un Estado judío y democrático.


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