Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Ecuador

Los polos del populismo

Casi diez millones de ecuatorianos elegirán presidente este domingo, entre Álvaro Noboa y Rafael Correa.

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Lógicamente, Noboa no ha perdido la oportunidad de advertir a los ecuatorianos de que la elección de Correa significaría el tutelaje de Chávez y la aplicación en Ecuador de la política del "socialismo del siglo XXI", que preconiza el vecino venezolano. Noboa también pondera la amistad de Chávez con Fidel Castro, alerta a sus compatriotas sobre la condición de vida de los cubanos y advierte que si llega al gobierno no mantendrá relaciones políticas con Caracas y La Habana.

"Quiero que Ecuador no caiga en manos de Correa, quien es sólo un títere de Chávez y Fidel Castro", dijo recientemente Noboa.

En las últimas semanas, Chávez adoptó una política más discreta. El analista ecuatoriano Mario Monteverde advirtió que, conocedor del daño que hizo a Ollanta Humala —y a otros presidenciables de América Latina— con su "mala presencia, lengua larga e ideología comunista, el chad venezolano está callado, calladísimo. Y peor, después de la declaración que hizo en días pasados, y que logró que la sonrisa de Correa se convirtiera en mueca".

Recuerdos de Correa

En el actual gobierno, Correa fue durante 106 días ministro de Economía, una experiencia considerada "traumática" por varios comentaristas ecuatorianos de ese sector. En mayo de 2005, Correa planteó la reforma al Fondo de Estabilización, Inversión y Reducción del Endeudamiento Público (Feirep), que buscaba acumular 700 millones de dólares, de los cuales el 70% estaba destinado a la recompra de deuda.

El Ejecutivo se apropió de la idea y envió un proyecto para incluir ese dinero en el presupuesto estatal. El Congreso lo aprobó. La respuesta fue inmediata: en junio de ese mismo año, Standard & Poor's bajó la calificación de la deuda ecuatoriana de B- a CCC+, la peor nota de la región, atribuyendo su decisión a la debilidad institucional del país y al riesgo de una moratoria. El Banco Mundial (BM) retuvo un crédito por 100 millones de dólares, pese a que había sido aprobado en abril de 2004 por su Directorio.

Correa ha prometido durante la campaña electoral "villas y castillos", como dice el viejo refrán, pero lo cierto es que Noboa no se ha quedado atrás en utilizar el populismo como arma de campaña, lo que hace difícil para los ecuatorianos escoger entre uno y otro.

El partido de Correa no presenta candidatos para el poder legislativo, porque su propósito es "refundar el país" (concepto que Chávez puso de moda y ahora copia su alumno Evo Morales). O sea, la prioridad sería una Asamblea Constituyente, para cambiarlo todo.

A propósito de estos eventuales cambios, el analista ecuatoriano Carlos de la Torre advierte:

"Correa ha tenido una actitud instrumental ante la democracia. Por ejemplo, en nombre de la mítica asamblea no ha dado respuestas claras sobre quiénes podrán ser elegidos representantes y qué hará en caso de que las instituciones del Estado, como el Congreso y el Tribunal Supremo, se opongan a su plan. Su respuesta es que la presión del 'soberano' desde las calles nos llevará a la constituyente y que se limitará el rol de los partidos y se utilizarán mecanismos cooperativistas camuflados en la quimera de que las organizaciones de la sociedad civil serán quienes elijan a los representantes. La Corte Suprema, el Congreso y todas las instituciones serán transformadas por esta asamblea, donde, según parece, no habrá garantías para la oposición. Correa también debe aclarar cuál es su posición frente a los medios de comunicación. Si busca crear medios estatales, ¿qué garantías dará a los medios privados, habrá censura?".

Álvaro Noboa Pontón, con aires mesiánicos, carga sobre sus hombros el pecado original de ser empresario, político y poseedor de una de las mayores fortunas de Ecuador y que por tercera vez consecutiva intenta conseguir la presidencia de su país. Estos factores hacen pensar a algunos analistas ecuatorianos que Noboa podría gobernar a favor de sus propios intereses, o de los círculos más poderosos del país.

Sin duda alguna, no resultará tarea fácil decidir entre los dos candidatos.


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