Actualizado: 23/04/2024 20:43
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China-EE UU

Nueva era de pragmatismo

La visita a Pekín de Hillary Clinton abre tiempos de cooperación entre ambos países y esperanzas sobre Corea del Norte.

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El momento actual parece óptimo para que Estados Unidos y China busquen un mejor entendimiento, porque la primera potencia del mundo y la ya considerada tercera se encuentran bajo los efectos de la más grave crisis económica internacional. Además, porque la política exterior de China se caracteriza, desde hace mucho tiempo, por el pragmatismo y la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama ha significado un cambio importante, basado en el principio de primero escuchar a los aliados, amigos, e incluso enemigos, y después buscar algún terreno común para posibles entendimientos.

Fue en este nuevo clima que se produjo la visita a Pekín de la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton. Cuando ella se presentó ante el Senado estadounidense para la reglamentaria sesión de preguntas y respuestas sobre su programa, hasta el diario Granma reconoció que, "para la ex primera dama, la política exterior debe fundarse en la unión de principios y del pragmatismo, no sobre una ideología rígida".

Fue con esa actitud que Clinton llegó a Pekín. Nada sorprendente, porque tanto a China como a Estados Unidos les acerca el mismo miedo. A Estados Unidos, el de entrar en un precipitado declive. A China, el de perder los años de extraordinario esfuerzo para colocarse entre los países de primer orden.

China exporta a Estados Unidos y este invierte en China, que, a su vez, dispone de gran parte de la deuda norteamericana. Si la gran potencia estadounidense se hundiera, se convertiría en un gigantesco cráter que atraería a su suerte fatal a prácticamente todo el mundo. Y China resultaría gravemente perjudicada. Hay reciprocidad de intereses.

Derechos Humanos

Antes de su llegada a Pekín, Hillary Clinton dejó bien claro que el tema de los derechos humanos y otros asuntos conflictivos no podrían interferir en las conversaciones con los dirigentes chinos. "Tenemos que continuar presionando, pero nuestra presión en este tema no puede interferir con la crisis económica global, el cambio climático y las crisis de seguridad. Debemos tener un diálogo que conduzca a un entendimiento y cooperación en cada uno de estos asuntos", dijo, según informó la agencia Reuters.

"Eso no significa que las cuestiones de Taiwan, Tíbet, los derechos humanos, y el amplio abanico de desafíos que a menudo debatimos con los chinos, no formen parte de la agenda. Pero sabemos bastante bien lo que nos van a contestar", agregó Clinton.

Tres días después de que partiera de Pekín, el Departamento de Estado publicó el Informe Anual sobre la Situación de los Derechos Humanos en el mundo. "El respeto a los derechos humanos en China continúa siendo pobre y es peor que el año pasado en algunas áreas", dice el documento.

Casi de inmediato se produjo la airada reacción del gobierno chino, que exigió que "Washington deje de actuar como el guardián de los derechos humanos".

Sin embargo, este ácido intercambio verbal no impidió que poco después se observaran algunos resultados de la visita de Clinton a Pekín.

Por ejemplo, el 28 de febrero responsables de Defensa de Estados Unidos y China concluyeron dos días de conversaciones. Fueron las primeras en temas militares entre Pekín y la Administración de Obama. Las partes acordaron continuar el diálogo, interrumpido desde octubre pasado, cuando el gobierno de George W. Bush anunció la mayor venta de armas a Taiwán, por más de 6.000 millones de dólares.

Corea del Norte

Todo parece indicar que la colaboración estratégica entre Washington y Pekín, como en ocasiones anteriores, podría conducir a controlar las ínfulas de Pyongyang con respecto a su programa nuclear y a sus experimentos con cohetes de largo alcance, que incluso amenazan el territorio estadounidense de Alaska.

Muy pocos días después de la visita de Hillary Clinton a China, partió hacia la región el nuevo representante especial de Estados Unidos para Corea del Norte, Stephen Bosworth, con escalas en Pekín, Tokio y Seúl, donde consultaría con las autoridades sobre el futuro del diálogo nuclear con Pyonyang.

El Departamento de Estado informó que Bosworth estará en la región hasta el 10 de marzo. No irá a Moscú, como había dicho previamente la secretaria de Estado, sino que las autoridades rusas se unirán a las conversaciones de sus socios en el diálogo a seis bandas en la región.

El pasado 27 de febrero, el ministro surcoreano de Exteriores, Yu Myung-hwan, habló por teléfono con Clinton sobre el posible lanzamiento de un misil por parte de Corea del Norte, informó desde Seúl la agencia Yonhap.

Según un portavoz del Ministerio surcoreano, los jefes de la diplomacia de ambos países mantuvieron una conversación en la que coincidieron en que esos movimientos no ayudarán a avanzar en la reunión a seis bandas. El 24 de febrero, el régimen comunista de Corea del Norte anunció que prepara el lanzamiento de un satélite de comunicaciones que, según expertos surcoreanos, sería en realidad un misil de largo alcance "Taepodong-2".

Como en ocasiones anteriores, en este diálogo que parece no tener fin, Pekín podrá jugar el papel de intermediario y "nuevamente apretar las clavijas" al díscolo Kim Jong Il, para obligarle a que acepte negociaciones serias y algunos compromisos, opinan analistas de la región.

Tradicionalmente, en estas conversaciones a seis bandas (Estados Unidos, Japón, Rusia, China y las dos Coreas) la coordinación de intereses con Pekín, aliado de Pyongyang en el pasado, resulta vital para obtener resultados. Corea del Norte, con una extensa frontera con China, depende de los chinos para el suministro de combustibles y alimentos.

El pasado 2 de marzo, agencias internacionales informaron que generales de Corea del Norte y dirigentes del comando de la ONU, encabezado por Estados Unidos, que supervisa la frontera de este país con Corea del Sur, se reunieron para intentar frenar la escalada de tensión militar que sufre la región desde que, a finales del pasado enero, Pyongyang declarara la anulación de todos los acuerdos de no confrontación política y militar con Seúl, en protesta por la política conservadora de su gobierno. Estas son las primeras conversaciones entre militares del régimen comunista y la ONU desde septiembre de 2002.

"China y Estados Unidos han iniciado una nueva época de cooperación". Esta frase, pronunciada por Hillary Clinton tras su reunión con el presidente chino Hu Jintao, resume el contenido de la reciente visita a Pekín de la jefa de la diplomacia estadounidense.

La interrogante sobre si Estados Unidos ha comenzado una nueva política hacia China comienza a perfilarse en algunos de los hechos concretos mencionados. Washington es ahora más pragmático en su política exterior, mientras que Pekín hace tiempo que mantiene esa tradición. Una mayor colaboración entre ambos gobiernos puede traer cierta tranquilidad al mundo.


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