Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Sudamérica

Pulso a Brasil

Hugo Chávez se queja de la 'apatía' del gigante sudamericano ante lo que considera proyectos clave para la integración.

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En una demostración de arrogancia y desenfrenado populismo, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, dejó en su más reciente estancia en Brasil una estela de críticas y exigencias a las instituciones políticas locales. Estas últimas calificaron de insolentes las palabras del venezolano, quien estuvo en Manaos para una visita de trabajo con los presidentes Lula da Silva y Rafael Correa, de Ecuador.

El mandatario venezolano dijo que sentía pena y vergüenza por la demora y la apatía de los brasileños para la concreción de los proyectos de integración suramericana propuestos por él, fundamentalmente los relacionados con el Gasoducto y el Banco del Sur. Criticó casi con fiereza la no aprobación por parte de los congresos de Brasil y Paraguay de la entrada de Venezuela al Mercosur, asunto que le provocaba profunda decepción, según dijo.

Chávez afirmó en conferencia de prensa que "Venezuela ni se arrodillará ni implorará a nadie su entrada al Mercosur" y que, en caso de no ser aprobado el ingreso, su país, su gobierno, "continuaría trabajando en aras de la integración regional".

Visiblemente molesto, el mandatario indicó además que "por detrás" de los atrasos y desencuentros entre países del continente, estaba la mano del imperio, en referencia a Estados Unidos, y acusó a las instituciones políticas de Brasil de obrar según las exigencias del Congreso norteamericano.

Poco entusiasmo

Sobre el Gasoducto del Sur, un proyecto que llevará gas venezolano hasta Argentina, pasando por territorio brasileño, Chávez dijo que no le era posible entender la resistencia de ciertos sectores económicos de Brasil y admitió impedimentos burocráticos aún no superados entre ambos gobiernos.

Ni el Congreso ni el Senado brasileño, de mayorías opositoras, han dado luz verde a un proyecto que disminuirá de manera sustancial el nivel de exportaciones y de intercambios comerciales entre Brasil y los países del sur, especialmente con Argentina, Uruguay y Paraguay, en opinión de muchos expertos locales.

Las entidades del ejecutivo brasileño también se muestran poco entusiasmadas con la idea del Banco del Sur, al que Brasilia tendría que aportar cerca del 35% de los ingresos que se utilizarán para los programas de integración que Chávez plantea. Los dos mandatos del presidente Lula, pese a evidenciar talento para el mantenimiento de los niveles económicos del gigante sudamericano, han sobrecargado los gastos federales y ya comienza a preocupar el desenfreno económico en la actual coyuntura de la economía internacional.

No obstante, el presidente venezolano aseguró que la institución financiera comenzará a trabajar en noviembre próximo con la integración asegurada de los gobiernos de Ecuador, Argentina, Bolivia y Venezuela, por supuesto.

Para legitimar la urgencia que este órgano económico precisa, Chávez mostró como argumento las turbulencias financieras ocurridas en las últimas semanas en Estados Unidos y calificó al presidente Bush de "irresponsable", por provocarlas y ser incapaz de solucionarlas.

Viaje perdido

Más allá de sus declaraciones, el mandatario venezolano se fue de Manaos mucho más lejos de encontrar solución a las apatías mostradas hacia sus ideas y planes, no sólo por diversos sectores de la política brasileña, sino, incluso, por casi todos los segmentos sociales.

Sus encuentros más amistosos fueron con el mandatario de Ecuador, Rafael Correa, y no con el presidente Lula, como era de esperar. El brasileño aprovechó su estancia en la capital del estado de Amazonas para lanzar programas sociales, especialmente para las poblaciones indígenas.

Manifestaciones contrarias a la presencia de Chávez en Manaos, en compañía del presidente brasileño (quien ha visto disminuir el apoyo social del que gozaba), se hicieron sentir en algunas de las avenidas de la ciudad.

De los acuerdos que debían firmarse, sólo unos pocos se concretaron; a tal punto que ambos mandatarios decidieron encontrarse el próximo mes en Venezuela para discutir en un clima menos hostil los asuntos y programas abordados.

Partidos de la oposición brasileña han catalogado de "dementes" las tentativas de Chávez de presionar a un país profundamente democrático como Brasil. Senadores de prestigio, incluso afiliados y representantes de partidos y movimientos de izquierda, calificaron de demagogas, populistas y arrogantes las declaraciones rrealizadas la última semana por Chávez.

Casi toda la prensa brasileña se hizo eco de esta impresión. Las palabras altisonantes y burlonas del presidente de Venezuela fueron respondidas con descrédito, desprecio y hasta con risas por muchos de quienes le ven como el próximo integrante de la lista de dictadores latinoamericanos.


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