Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Zimbabue

Un rey medieval

Robert Mugabe podría provocar un baño de sangre si se empeña en conservar el poder.

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Uno de los arrestados es Barry Bereak, corresponsal para Sudáfrica del diario The New York Times y ganador de un premio Pulitzer en 2002.

También se impidió a otros periodistas entrar a Zimbabue por la frontera con Sudáfrica.

Se trata de las clásicas medidas adoptadas por un régimen totalitario cuando no quiere testigos incómodos de sus desafueros.

Sudáfrica teme a la violencia

Durante la cumbre realizada con dirigentes africanos en Lisboa, en la que participó Mugabe, la Unión Europea intentó convencer al presidente sudafricano, Thabo Mbeki, para que mediara y convenciera a su vecino de Zimbabue de abandonar el poder.

Pero el Congreso Nacional Africano (ANC), partido en el poder en Sudáfrica, tiene una vieja deuda con Mugabe. Cuando este último comenzó a gobernar en Zimbabue, en 1980, abrió las puertas para recibir a los combatientes surafricanos perseguidos durante la lucha contra el apartheid.

Hay otro aspecto interesante, referido por el periodista surafricano Makhamnya en un artículo publicado este domingo en el diario The Times, de Johannesburgo. "Un alto jefe del ejército de Sudáfrica me confió que Pretoria tiene más que algunas divergencias ideológicas con el MDC. Existe un gran temor de la reacción del ZANU-PF, si pierde el poder en Harare".

Según refiere Makhamnya, la fuente explicó que "la policía y los servicios de inteligencia de Zimbabue son tan ferozmente leales al partido de Mugabe, que utilizarán a los veteranos y al movimiento juvenil 'Bombistas Verdes' como fuerzas paramilitares, para desestabilizar a un gobierno encabezado por Morgan Tsvangirai, y estos movimientos tienen gran apetito por la violencia".

En buen castellano, a pesar de que Sudáfrica ha recibido a más de un millón de refugiados zimbabuenses, debido a la represión y el hambre en ese país, los altos mandos militares temen más a la violencia que se pueda desatar en el país vecino.

Aunque si Mugabe se empeña en conservar el cetro, también puede estallar la violencia, porque la oposición está cansada de que le roben las victorias electorales, como ya sucedió en 2002.

Una alta fuente diplomática lusa que conoce bien la situación de Zimbabue, comentó a EER que "para el pueblo será inaceptable una victoria de Mugabe en la primera vuelta".

¿Estamos al borde de que se produzca una Kenia II, donde ya hubo más de 1.500 muertos cuando el gobierno trató de consolidar un fraude electoral? La comunidad internacional y, en particular, la Unidad Africana, deberían prepararse para este tipo de salida.

Escogido por poderes divinos

Zimbabue fue durante muchos años el granero de África, un país exportador de alimentos. Hoy, casi seis millones de personas sobreviven apenas con la ayuda internacional. La inflación alcanza el 100.000 por ciento y se han impreso últimamente billetes por valor de 50 millones de dólares zimbabwenses.

El diario español El País, en un editorial de fecha reciente, se refería a Mugabe en estos términos: "El símbolo del despertar de África se ha convertido en tirano".

También, el británico Financial Times recordó en un editorial el pasado 3 de abril que "Zimbabue tiene todavía grandes potencialidades y recursos, una diáspora de personas muy calificadas y una gran simpatía internacional. Si surge un gobierno democrático, podrá recuperarse en un breve lapso de tiempo".

En una entrevista publicada el sábado por el semanario portugués Expresso, Heidi Holland, biógrafa de Mugabe, dice que el anciano de 84 años es "incapaz de aceptar que fue derrotado", y que vive "ilusionado" con la idea de que es "un rey medieval", porque fue escogido por poderes divinos.

Mugabe vive rodeado por una corte que le anima a permanecer en el poder porque, de otra forma, perdería todos sus privilegios. Nada nuevo en los regímenes totalitarios, que durante decenas de años se han basado en el poder y carisma de una persona.


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