Actualizado: 06/05/2024 0:13
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Kosovo

Una esperanza con 800 años de edad

El dilema de una región gobernada por la ONU: los albaneses favorecen la independencia y los serbios reclaman 'su derecho'.

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Además, Bruselas acaba de reanudar el diálogo sobre un Acuerdo de Asociación con el gobierno de Belgrado por considerar que Serbia está colaborando de manera decidida con el Tribunal Penal de la Antigua Yugoslavia (TPIY) en la detención de los criminales de guerra.

A cambio de normalizar sus relaciones con Bruselas, Serbia exige a la UE vincular el cumplimiento de los estándares comunitarios con el respeto a su integridad territorial, según las palabras del primer ministro serbio, Vojislav Kostunica.

Basándose en el principio de igualdad de todos los Estados europeos, Kostunica pidió a la UE que "respete la resolución 1244 de Naciones Unidas, que confirma que Kosovo y Metohija forman parte de Serbia".

Posición de Rusia y Serbia

Rusia y Serbia se oponen con todas sus fuerzas a la independencia de Kosovo. En Belgrado, el asunto del estatuto de Kosovo concita la mayor unidad política. Casi todos los partidos son favorables a conceder a la provincia toda la autonomía posible, pero no la independencia, y rechazan que quede fuera de sus fronteras.

Después de años de violencia y desgarramientos, Belgrado intenta hacer frente a las tremendas tareas que tiene por delante para estabilizar el país, realizar las profundas reformas económicas necesarias y lidiar con la extradición de criminales buscados por la justicia internacional. En ese contexto, sería suicida para cualquier gobierno serbio acceder a la independencia de Kosovo.

Sin embargo, los expertos apuntan que los serbios pueden hacer poco frente a una mayoría aplastante de albanokosovares, que representan 9 de cada 10 habitantes de la región y están dispuestos a volver a coger las armas para echar a los serbios.

Por su parte, China y Rusia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, están contra la propuesta de independencia.

De acuerdo con los largos lazos de amistad entre Moscú y Belgrado, que datan de antes de la era soviética, los expertos consideran que hay que tomar en cuenta los recelos de Moscú, y señalan que la seria advertencia del presidente Vladimir Putin sobre el futuro de Kosovo, descansa fundamentalmente en sus ambiciones de continuar jugando un papel principal en la diplomacia mundial.

Otras fuentes estiman que las principales razones que empujan a Moscú por el camino de la oposición a la independencia es el miedo a sus problemas con las minorías, y afirman que luchará para evitar que se siente un precedente. Si Kosovo obtiene la independencia, ¿qué pasaría con Chechenia y los demás conflictos que tiene Rusia en su traspatio?

Si Rusia logra imponer su posición, podría además enfrentar el desinterés creciente de sus antiguos satélites y demostrarles que todavía es una potencia importante: un golpe diplomático ideal para las perspectivas del Kremlim en sus planes de consolidar su influencia en los Balcanes. Los expertos aseguran que si los rusos consiguen algo parecido, magnificarían la imagen del país como un "peso fuerte".