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Habanerías

Dime con quién enlazas

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En su traslación a Internet, el viejo refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”, podría reeditarse como “dime con quién enlazas, y te diré quién eres”.
Por lo general, podemos descubrir la identidad de una página revisando aquellas que sus autores tienen a bien ofrecernos como merecedoras del “honor” de figurar en el selecto (y por fuerza reducido) grupo de las que aportan algo o complementan la página en cuestión, más las que simplemente gozan la condición de afines.
Revisando recientemente los enlaces que recomienda un suplemento cultural del diario Juventud Rebelde, encontré un enlace de nombre enigmático: Haika. Al visitar la página, descubrí que se trataba del órgano de la organización juvenil homóloga, que con 4.000 militantes se define como “la agrupación juvenil de izquierdas más importante de Europa” (así serán las otras) y, específicamente, de la izquierda aberzale (izquierda radical del País Vasco), cuya postura ante la violencia y el terrorismo se deduce de los textos publicados en ella.
Para quienes no estén familiarizados con el tema, vale aclarar que la izquierda aberzale va desde un partido político legal, EH, que en las últimas elecciones acaparó menos del 10% del electorado; los grupos juveniles que promueven la kale borroka (lucha en la calle), consistente en la quema de cajeros, sedes bancarias, empresas de trabajo temporal, y autos de policías o de políticos de otras formaciones; hasta ETA, en el otro extremo, que practica su particular versión de la guerra de independencia: el coche bomba y el tiro en la nuca. El común denominador es que todos se dicen independentistas, socialistas e internacionalistas. Y todos reivindican la soberanía del País Vasco (Euskadi), que en su imaginario no sólo abarca el territorio actual, sino el País Vasco Norte (parte de Francia) y Navarra.
En la página a que nos invita Juventud Rebelde, aparece una entrevista a un grupo de jóvenes protagonistas de la kale borroka publicada originalmente por la revista clandestina Resistencia, y reproducida por Haika bajo el título “La kale borroka como método de respuesta”. Un joven que emplea el seudónimo Eneko, alega que “En unos Estados policiales, corruptos, militarizados y fascistas como en los que nos hacen vivir, no se puede desarrollar por desgracia otras formas de protesta. Sales en manifestación y te la prohíben y te cosen a hostias (sic.). No existen medios de comunicación potentes en los que desarrollar las denuncias (...) Euskal Herria está dividida en tres comunidades, están asesinando a los presos políticos y a los exiliados, estamos en el puto paro, explotados, reprimidos y sin ninguna posibilidad de salir de la miseria como pueblo”. El lector ingenuo que desde Juventud Rebelde acceda a esta página imaginará un País Vasco tomado por los tanques españoles, nativos masacrados, manifestaciones disueltas a balazos; un País Vasco sumido en la miseria: masas hambreadas, mendicidad, una suerte de Tercer Mundo bajo la bota imperialista española.
Pero el lector ingenuo tropezará poco después, en la propia publicación, con el artículo “Pueblo palestino sí, pueblo vasco no”, de Roberto Delgado, quien nos cuenta que existen en Euskadi sindicatos nacionalistas, organismos que predican públicamente la desobediencia civil, asociaciones de vecinos con carácter independiente, medios de prensa, partidos y organizaciones juveniles independientes del Estado español. Ya quisiera la disidencia cubana, que opera dentro de un socialismo que para muchos aberzales es paradigmático, disfrutar del 10% de las facilidades que disfrutan estos oprimidos por el imperialismo español. Pero aún más, nos cuenta cómo los hambreados y explotados, en colecta popular, reunieron en un año casi seis millones de dólares para crear un nuevo diario. Disfrutar de una miseria tan solvente sería un sueño para muchos países que conozco. Y, ya de paso, le aclaro al lector ingenuo, que Euskadi es la región española con mayor ingreso per cápita, la más industrializada, y la que disfruta de un sistema fiscal especialmente beneficioso para la comunidad.
Si todavía el lector ingenuo continuara simpatizando con la lucha de ese pueblo pequeño por su independencia, deberá saber que, según Roberto Delgado, ello pasaría por una perspectiva anticapitalista y antiimperialista, procesos similares a los que están ocurriendo en México, Bolivia, Brasil, Palestina o Kurdistán (¡¿?!). Quizás el ingenuo simpatizante quede tan confundido como yo. Y todavía se pregunta Delgado por qué el resto de la izquierda española apoya la lucha en Palestina, pero no las reivindicaciones aberzales. Su explicación es, cuando menos, curiosa, dado que en su opinión “las acciones violentas de ETA están produciendo odio en la izquierda, ya que estas acciones no son condenadas por un porcentaje alto de la población vasca”. Una apreciación que no concuerda con la catástrofe electoral de EH, brazo político de ETA.
Por su parte, el joven Eneko, paladín de la kale borroka, no se preocupa por tales sutilezas y exige la rendición incondicional del Estado español: “ETA está hablando clara y contundentemente de que no hay salida policial, que, o se sientan a negociar o les costará muy cara su cerrazón fascista”. (Cuando dice “hablar” se refiere al estruendo de la dinamita y los disparos). Con lo cual el lector ingenuo tendrá que revisar su concepto de fascismo: dilucidar quién fue primero, si el huevo o la gallina; calibrar cómo se llama esto de que el 10% de la sociedad pretenda imponer a bombazos y cocteles molotov su versión del futuro al 90%, y buscar en las enciclopedias en qué momento de la historia existió esa Euskal Herría independiente, esa Jauja Vasca mítica y feliz que reivindican los amigos de Juventud Rebelde, en nombre de un socialismo que ocupa ya, ese sí, un lugar en los libros de historia.
Avísenme si encuentran la respuesta.
“Dime con quién enlazas”; en: Cubaencuentro, Madrid,19 de junio, 2001. http://www.cubaencuentro.com/meridiano/2001/06/20/2757.html.



Papirriquis sin fronteras

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No se trata de una nueva ONG, sino de los papirriquis (y mamirriquis), preferiblemente (o presuntamente) con guaniquiqui, que buscan allende los mares el amor de su vida. Traducido al castellano de la Real Academia, me refiero a los cardúmenes de españoles(as) (primer lugar en el ranking amoroso de importación), italianos, canadienses, mexicanos, etc., todos con (as) final, que acuden al Caribe a la caza del mancebo o la doncella, cuya veda fue levantada hace ya algunos años.
La agencia Reuters nos informa que en 2000 fueron concertados 2.573 matrimonios entre súbditos del Rey Juan Carlos y súbditos de Fidel Castro. Son mayoría las damas criollas con pretendiente peninsular; pero el ejemplo de las famosas hispánicas ha puesto de moda al macho cubensis, cuyo average de casorios crece vertiginosamente.
Con mil bodas, Italia es el segundo destino del turismo matrimonial. Le siguen Francia con 187, y Gran Bretaña con unas 100. Será cosa del idioma. Ya se sabe que el amor es comunicación. ¿Estaremos en presencia de una nueva conquista, pero esta vez más cariñosa y en sentido opuesto? ¿Cuántos de estos matrimonios terminan en divorcio? El dato no se conoce.
El caso de Joaquín Pérez citado por Reuters es ejemplar: a sus 71 años encontró en Cuba novia de 38. Amor y boda fulminantes —las flechas de Cupido son ahora turbo—, regreso al terruño y fin del partido por abandono cuando la muchacha partió sin decir a dónde, llevándose el coche con apenas 5.000 kilómetros de rodaje, aire acondicionado, ABS, llantas de aleación y elevalunas eléctricos. En su carta al consulado, se queja el abandonado: “Ella siempre me dijo que la diferencia de edad no importaba y que le gustaban los hombres maduros”. Don Joaquín es indulgente con la “madurez” de sus 71 años. Su carta, junto a la de otros (auto)engañados, como una suerte de “contraindicaciones” destinadas a los presuntos, cuelga en la sala del consulado español, donde hacen cola las parejas para formalizar su amor sin fronteras. Algo francamente ridículo, por no decir patético.
Es cierto que la extroversión del cubano hace más fácil entablar una relación en la Isla que en las ciudades europeas, donde entre las prisas y esa cáscara impermeable que con frecuencia protege la identidad, el prójimo deja de ser próximo, y el otro subraya su otredad. El Estado del bienestar proporciona confort, no compañía. Y la soledad es una dolencia que no cubre la Seguridad Social. Todo eso influye en que el turismo sexo-matrimonial vaya ganando incluso sus agencias de viajes especializadas, donde explican las técnicas para el ligue caribeño, los indicios para diferenciar una chica común —si usted va en plan serio— de una jinetera—si va en plan putañero—. Claro que es trágico. Tanto la situación de soltería forzosa en pueblos donde las muchachas emigran a la ciudad, mientras los varones se quedan en las labores del campo —Babilafuente, Arabayona y Cantalpino, cerca de Salamanca, han organizado incluso caravanas de solteros a la Isla—; como la de quienes necesitan cruzar la Mar Océana para toparse en persona con el sexo opuesto. Y la circunstancia de la Isla no puede ser más propicia: miseria, falta de expectativas, limitaciones migratorias y, sobre todo, la noción de que el statu quo no tiene intención de escampar en un futuro previsible. En definitiva, el altar es menos temerario que la balsa, y por muy peligroso que sea el pretendiente, nunca lo será tanto como la Corriente del Golfo.
El sueño de muchas muchachas italianas o alemanas de la postguerra era casarse con un soldadito norteamericano. Y Cuba vive la mayor postguerra sin guerra que se recuerda. “Aquí no estamos viviendo, sino durando”, decía alguien, y para ello hay que echar mano a una picaresca de la supervivencia en que la moral que no da de comer es inmoral. Y en este caso, ayuda el hecho de que para el cubano el matrimonio no es una institución sacrosanta, sino un estatus voluntario, eventual y reversible.
¿Son todos los matrimonios un pacto entre la voluntad migratoria y la ceguera voluntaria? En lo absoluto. Conozco parejas internacionales que llevan veinte (felices o apacibles) años de convivencia. Hay, y ha habido siempre, amores sin fronteras. Y bodas internacionales en que la seguridad material, un mínimo confort, suplantan al amor. También entre compatriotas, valga la aclaración. Pero sólo en circunstancias muy propicias la globalización del himeneo alcanza el grado de epidemia.
Si la Cuba de hace veinte años era Territorio Libre de Prostitución, el incremento del turismo a mediados de los 80, junto a la expansión de una red comercial en dólares, favorecieron su reaparición. La causa, ya se sabe, es otra. Ya existe hoy en la prostitución cubana un verdadero ecosistema: poblado por especies diversas. Desde la jinetera patriótica, que trabaja en moneda nacional, y suda la cintura en la base de la escala social; hasta la jinetera de áreas verdes, que opera exclusivamente en monedas exóticas, o la parajinetera, que combina el ejercicio de oficios muy diversos con la cabalgata ocasional. Se cubren todos los matices del espectro social y todas las tarifas. Incluso las no tarifadas: se trata de convencer al presunto de que lo mío es puro amor, papito (mamita). Puedo aceptarte un regalo, pero no me tarifo. Regresa y aquí me tienes, Francisco ó María José ó Pierre ó Selma, esperándote como tu novia(o) fiel. Hasta que el incauto pica el cebo, paga la boda, el billete de avión y se trae su flamante nativa(o), que posiblemente lo abandone al cabo de tres meses o un año, una vez consolidada su posición en la vieja Europa.
De cualquier modo, nada de lo que escriba exorcizará mi tristeza por esas muchachas y muchachos que venden su juventud y parte de su alma. Aunque quizás sea que estoy envejeciendo, y no acabo de enterarme de que en la pragmática del siglo XXI, piel y músculos son mercancías tan honorables como cualquier otra, sujetas a las leyes del mercado.
Tristeza (mayor) por esos solterones sin otra opción que importar una dosis de amor. O por esos putófilos trasatlánticos, obligados a recorrer 10.000 kilómetros con una valija de bragas y jabones para comprar lo que cualquier caníbal de Nueva Guinea: una ración de carne humana.
“Papirriquis sin fronteras”; en: Cubaencuentro, Madrid,18 de junio, 2001. http://www.cubaencuentro.com/lamirada/2001/06/20/2745.html.



Puentes y coartadas

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Mientras Bush reafirmaba en Madrid su voluntad de mantener el embargo a Cuba, un grupo de liberales y representantes de los Estados agrícolas, presentó en el Congreso nuevas facilidades para vender alimentos y medicinas a la Isla; a pesar de que esa tímida apertura del año pasado (incluyendo restricciones al financiamiento y los viajes a Cuba) no fue aceptada por el gobierno de La Habana.
Bridges to the Cuban People (Puentes con el pueblo de Cuba) se denomina la ley redactada por el senador demócrata por Connecticut, Christopher Dodd, con catorce copatrocinadores, que incluyen a tres senadores republicanos. Otro proyecto de ley colateral, esta vez con unos 80 copatrocinadores, fue presentado por el demócrata del Bronx José Serrano y el republicano por Iowa Jim Leach. Dodd, aprovechando su jurisdicción en los temas legislativos relacionados con Cuba, como presidente del subcomité del Hemisferio Occidental, perteneciente al Comité de Relaciones Exteriores, y el dominio de los demócratas en el senado, propone eliminar restricciones sobre viajes y ventas de alimentos. Le apoyan en el ablandamiento del embargo tanto Tom Daschle, líder de la mayoría, como el presidente del Comité de Agricultura, Tom Harkin.
Por su parte, George Bush, eludió dar por sentado en Madrid que se prorrogará de nuevo, el 17 de julio, el Título III de la Ley Helms-Burton, que establece sanciones extraterritoriales a las empresas que operen en Cuba, especialmente si ocupan instalaciones de antiguos propietarios norteamericanos. Ello afectaría a numerosas empresas europeas, canadienses, japonesas y mexicanas, y especialmente a las empresas españolas, primer socio comercial de Cuba en la Unión Europea.
Al respecto, Bush concedió, en referencia a la cadena hotelera Sol-Meliá: “Me doy cuenta de que hay un problema que afecta a una empresa española y trabajaremos para resolverlo”, pero reafirmó que “tenemos previsto mantener el embargo sobre Cuba hasta que Fidel Castro libere a los presos, organice elecciones y abrace la libertad”. Abrazo improbable.
Una postura que ya parece parte de las tradiciones presidenciales norteamericanas, a pesar de su ineficacia demostrada a lo largo de cuatro décadas. Si el propósito del embargo ha sido presionar al señor Fidel Castro a una apertura democrática, o al menos a la instauración de una economía de mercado (cosa que ha bastado en el caso de China para mantener buenas relaciones), el resultado es bien visible. La “amistad indestructible” con la Unión Soviética, consignada incluso en la Constitución de 1976, caso único, que yo recuerde, de un país citando a otro en su carta magna, permitió paliar durante treinta años los efectos del embargo. La cautelosa apertura al capital extranjero después, la dolarización y la copiosa ayuda familiar aportada por el exilio, han sido las tablas de salvación desde inicios de los 90. ¿No existe el tal embargo, y por tanto no hay razón para que se derogue, como argumentan contradictoriamente algunos? Sí, existe, y encarece el comercio cubano al privarlo de su mercado más cercano, cierra puertas a sus exportaciones e impide la llegada del tradicional turismo procedente de Estados Unidos. Su efecto ha sido calculado por La Habana en 40.000 millones de dólares. Cifra mínima en el balance de estos cuarenta años, y que denuncia a la nefasta política económica insular como el primer causante de su bancarrota: uno de los primeros países del continente, convertido en uno de los últimos, lo que explica por qué el país que recibió un millón de inmigrantes en la primera mitad de siglo, vio huir a dos millones en la segunda mitad. Ahora bien, si el propósito del embargo ha sido convocar la solidaridad internacional (según el esquema elemental de David y Goliat), y apuntalar ideológicamente al señor Fidel Castro, lo ha conseguido con una eficacia envidiable. Durante cuatro décadas el embargo ha sido el culpable perfecto, mentira que machacada a diario por la propaganda en el cerebro de los cubanos, ha llegado a convertirse en semiverdad. Por eso no es casual que ante cualquier intento de apertura (Carter, Clinton), la respuesta de La Habana haya sido el Mariel, el derribo de avionetas, etc. Si un día Washington decide dejar a FC sin coartada, ya lo veremos denunciando “esa nueva maniobra del imperialismo”, y haciendo lo imposible por abortar el levantamiento del embargo. En definitiva, los mandatarios de la Isla no carecen por su culpa ni de lo imprescindible ni de lo superfluo, y quien en todo caso sufre sus efectos, el pueblo llano, no tiene la oportunidad de pronunciarse en las urnas. Razón que explica el éxodo más copioso de nuestra historia, aunque de eso también tiene la culpa, en la retórica surrealista de La Habana, la perversa Ley de Ajuste, y no la miseria sin esperanza en que vive el ciudadano de la Isla.
Desde su promulgación, la Helms-Burton, una vuelta de tuerca en el embargo, que en su día pretendió demostrar (al fin) su eficacia como mecanismo de presión, ha concitado las protestas de los países con empresas que operan en Cuba, dada su extraterritorialidad, al abrogarse el derecho de hacer extensible una norma jurídica norteamericana al resto del planeta. Razón por la que, en dos ocasiones, el presidente Clinton dejó en suspenso su aplicación. A pesar de la negativa de Bush a confirmar la continuidad de esta política, no es previsible un cambio radical, algo que lo enfrentaría a sus aliados del resto del mundo.
Ahora, tras su encuentro con el presidente norteamericano en Madrid, José María Aznar subrayó que en las relaciones entre España y Estados Unidos lo verdaderamente importante es que ambos sean “capaces de trabajar juntos en situaciones delicadas, como es ésta de la Helms-Burton, o las que plantea el Plan Colombia, y de evitar problemas, aunque no estemos de acuerdo”. En su comunicado conjunto, ambos mandatarios se comprometen a “promover la democracia y los derechos humanos” en América Latina. Ya veremos en la práctica, qué significa eso.
“Puentes y coartadas”; en: Cubaencuentro, Madrid,15 de junio, 2001. http://www.cubaencuentro.com/encuba/2001/06/20/2731.html.



Rehenes

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La situación de la niña cubana Sandra Becerra Jova, rehén e instrumento de venganza política, ha convocado de nuevo el Affaire Elián, que machacó a la opinión pública hasta los límites del hastío.
En este caso se trata de una Elián a la inversa.
Vicente Becerra y Zaída Jova, padres de la niña, cursaron en la Universidad de Campinas, en Sao Paulo, Brasil, estudios de postgrado, presuntamente a través de un convenio interestatal entre ambos países, modo casi exclusivo en Cuba de matricular en una institución extranjera. Como es habitual en estos casos, Sandra, su hija, no fue autorizada a viajar con ellos, y quedó al cuidado de su abuela.
Por razones personales, profesionales, económicas o porque hace ya tres años nació en Brasil Daniel, su segundo hijo, Vicente y Zaida decidieron quedarse a residir en el país sudamericano. La nacionalidad brasileña de Daniel, concedía a toda la familia el permiso de residencia, incluso a Sandra, la niña de once años que aún se encuentra en Cuba.
La pareja ha intentado infructuosamente que el gobierno cubano permita la salida de Sandra, y sólo ahora, hartos después de "cuatro años de infructuosos y humillantes trámites ante el régimen de Fidel Castro", deciden dar a conocer su caso. La situación de Sandra, la niña privada de sus padres, ha sido denunciada en la asamblea anual de la Organización de Estados Americanos (OEA), reunida en San José de Costa Rica, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), e incluso la cancillería brasileña se interesó por el asunto en abril, ante el embajador de Cuba en Brasilia, Jorge Lezcano Pérez, sin recibir respuesta.
Quienes conocemos el misterioso laberinto migratorio cubano, sabemos que no habrá respuesta.
Tras una época en la que viajar era prerrogativa de unos pocos, y siempre en funciones encomendadas por el Estado —exceptuando las llamadas “salidas definitivas”, que presuponen al gobierno actual como “definitivo”—, se abrió en los 80 la posibilidad de viajar si se era invitado por alguien que se hiciera cargo del (¿minusválido?) cubano; se multiplicaron los viajes de estudio e intercambio, y las invitaciones de instituciones culturales, frecuente tapadera de un exilio menos traumático, y a veces reversible. En todos estos casos, el Estado cubano, salvo excepciones, autoriza la salida de los adultos, pero no de sus hijos, dado que los menores de edad no están en Cuba autorizados a viajar al exterior, para protegerlos así de la contaminación capitalista, y que crezcan sanos y felices con su litro diario de leche garantizado hasta los siete años, momento en que se convierten en adultos lácteos, pero no migratorios.
El procedimiento tiene múltiples utilidades:
Si los padres se sienten tentados a “desertar” —es la palabra castrense empleada, dado que todos los cubanos son enrolados desde su nacimiento en la Revolución, sin siquiera solicitarlo—, es decir, a establecerse fuera de Cuba, deberán saber que su hijo queda a cargo de la Patria, que se los devolverá, discrecionalmente, cuando le dé su real gana. Si los padres se “portan bien”, es decir, no hacen declaraciones anticastristas en los medios de prensa, no se vinculan a organizaciones non gratas del exilio, y se mantienen calladitos, este plazo puede ser de tres a cinco años, durante los cuales el Estado retiene, pero no mantiene al menor. Si los padres se “portan mal”, es decir, hacen declaraciones que desagraden a las autoridades de La Habana, se vinculan políticamente, u otros etcéteras, el Estado cubano se atribuye la potestad de retener al menor por tiempo indefinido, librándolo así de la mala influencia de sus padres, y cuidando con esmero de su salud ideológica.
Ya sé que suena cínico, pero lo más cínico es que ocurra.
Si el famoso Elián debía estar con su padre, fuera comunista, demócrata, republicano o anarcosindicalista, viviera en Matanzas o en Arizona, tampoco deberían ocurrir los cientos de pequeñas-grandes tragedias, como la de la niña Sandra Becerra Jova, en silencio, sin que se filtren a la prensa. Los padres temen (con razón) que la divulgación de su caso sólo obtendría represalias de los mandantes cubanos, dueños de las vidas de sus súbditos, cuya libertad es apenas un gracioso obsequio, no un derecho.
Comprendo sus razones, pero también creo que los cubanos hemos hecho demasiado silencio. Quizás si se divulgaran los casos de esos cientos de elianes privados de sus padres en un ejercicio de venganza política, y a los cuales La Habana no aplica la batería de argumentos humanitarios que disparó con alegría en el Caso Elián, la presión internacional lograría lo que no consigue la silenciosa desesperación de tantas familias fracturadas: convencer a Fidel Castro de que cuanto en los mítines de la Unión de Jóvenes Comunistas se le nombra como “Nuestro Papá” (sin contar antes con la aprobación de nuestras pobres madres) se trata apenas de un slogan diseñado por alguna lumbrera de la guataquería. Ser amo podrá ser oficio del puño y del cerebro. Pero ser padre no es ni siquiera un derecho consagrado por unas gotas de semen, sino un oficio de la víscera más generosa: el corazón. Y dudo que en su corazón, tan apuntalado hoy como La Habana, y atestado de amor a sí mismo, quepa demasiada gente,
“Rehenes”; en: Cubaencuentro, Madrid,8 de junio, 2001. http://www.cubaencuentro.com/encuba/2001/06/08/2633.html.



En fin, el mar

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La Unión de Jóvenes Comunistas se dispone a cambiar radicalmente sus métodos de trabajo. En la reciente Asamblea Provincial de Villa Clara, en la agenda de trabajo de la organización en Granma, y en los principios esbozados por el secretario general Otto Rivero Torres, se percibe un espíritu que, seguramente, convertirá a la UJC en una institución democrática, abierta, en fin, el mar.
El propio primer secretario afirmaba en días pasados, que se proponen conocer al dedillo el arte de la política, para “conmover y movilizar no sólo a sus compañeros de filas, sino también a los que no tienen un carné, o a los que incluso no se han integrado del todo a la vorágine creadora de la sociedad cubana actual”. Es decir, se trata de convencer a los jóvenes con un proyecto político atractivo, donde disfruten de una participación creativa, y no como meros tornillos de la maquinaria estatal. O, más que convencer, “conmover” —la palabra, sin dudas, rebasa el pedestre ejercicio de reclutamiento que practica la política tradicional—. Y no sólo se ejercerá esta conmovedora política con los militantes, que disfrutan ya de convicciones o al menos del carné que lo demuestra, sino que se extenderá a los que “no se han integrado del todo”. ¿Y los que no se han integrado del nada? En la provincia Granma tienen la respuesta. Tras reconocer que “no pocos han quedado al margen de la influencia de la organización”; se proponen trabajar con todos los contemporáneos “incluso con quienes detentan actitudes erradas o irreverentes”.
No queda claro qué son actitudes erradas, pero conociendo que “antes de b y p se escribe m”, puede suponerse que actitud errada es toda aquella que no cumpla con la regla de la ortografía política. No obstante, eso no los excluye. Tampoco a los irreverentes. En breve presenciaremos una organización con sentido del humor, la redención del choteo, la reivindicación de la sátira como ejercicio de sanidad social, y aunque no nombren a Pepito Secretario General, al menos saldrá de las catacumbas.
Otto Rivero Torres subraya también que “la salida del Período Especial no está meramente relacionada con dejar atrás las carencias materiales, sino también, y sobre todo, con lograr un cambio de mentalidad que haga humanamente superior al cubano”. Un propósito, sin dudas saludable, que arrumbará al desván de la historia los mítines de repudio, la chusmería política, la ofensa y la descalificación como sucedáneo de argumento, o la repetición infinita de consignas, ese ejercicio del criterio (ajeno) indigna de cubanos humanamente superiores.
Por el momento, mientras los jóvenes cubanos no se enteren de la buena nueva, se detectan algunos problemas casi tan viejos como la propia UJC.
El primero es que la organización recluta números, no personas, razón por la que se propone ahora “un trabajo político-ideológico más eficaz, más espeso en argumentos, más intencional y diferenciado”. Aun corriendo el peligro de extraviarse en la “espesura” de los argumentos, donde se agazapan los más peligrosos bichos y alimañas.
Se apunta también “la necesidad de desterrar el formalismo, la guataquería y la falta de compromiso”. Aunque puede suceder que la guataquería sea compromiso, el compromiso sea formal, y así sucesivamente. Claro que la falta de compromiso tiene remedio, porque “un militante sin tarea puede convertirse en un joven sin compromiso”. Y a la inversa.
Se hace referencia a la inestabilidad de los cuadros. El decrecimiento del número de militantes entre los trabajadores (no así entre los estudiantes); que no ingresan a la UJC “por carecer sus entidades de estructuras juveniles que amparen el crecimiento”; nunca porque simplemente no les interesa militar. Algo que, de todos modos, no debe preocupar, porque en la futura UJC no se trabajará con cifras, sino con nombres y apellidos. No se puede conmover a la fuerza, ni establecer una meta de conmovidos para el próximo quinquenio.
También se detecta falta de combatividad y energía, una “mala política de sanciones” y la inasistencia de los militantes a las reuniones. Mientras llega el día en que lo más importante sea el contenido, es decir, la formación de cubanos humanamente superiores, el Primer Secretario Otto Rivero nos advierte que “el primer deber de los militantes es participar en las reuniones que convoca su comité de base, al igual que cotizar”.
Una preocupación especial es la escasez de militantes que al concluir su ciclo en la UJC admitan de buen grado transitar hacia el Partido Comunista. Muy pocos se acogen directamente al “principio de voluntariedad” y aducen que no porque no. En ese momento crítico, cuando se debe mudar la piel de la militancia juvenil por la de la militancia adulta, suelen aparecer dolencias de la columna que hacen insoportable el peso del carné en el bolsillo, abuelitas enfermas a las que cuidar, etc., etc., etc. Razón por la que el Primer Secretario aboga en estos casos por que se llegue “hasta el último argumento posible cuando se trate de hablar con un joven que refiera problemas familiares o falta de tiempo como razones para no ingresar a las filas”. Y se pregunta: “¿Acaso el Partido es inhumano, acaso no entendería a una joven embarazada o a alguien que atraviese un situación familiar difícil?” Algo que sin dudas cambiará cuando la UJC aplique su nueva y conmovedora política. Los presuntos ingresos al Partido no tendrán que devanarse los sesos en busca de excusas. La negativa rotunda será admisible y no tendrá consecuencias desagradables para el futuro de quienes decidan pasar con fichas.
Como bien dice la periodista cubana Alina Perera Robbio, “solo se quiere a fondo lo que bien se conoce”. Y viceversa.
“En fin, el mar”; en: Cubaencuentro, Madrid,22 de mayo, 2001 http://www.cubaencuentro.com/encuba/2001/05/22/2384.html.