Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Por una izquierda anticastrista

El actual rumbo latinoamericano: ¿Ideología o alternativa hacia el desarrollo?

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El populismo define su ideología con un pragmatismo —una demagogia si se quiere caracterizarlo— que no respeta intenciones ajenas a la conquista del poder. Hay populismo de derecha y populismo de izquierda, como hay ladrones zurdos, ambidiestros y hasta mancos. Todos son malos. Lo único que —como ocurre con el crimen— en ocasiones sí se paga.

Queremos creer que el gobierno de Fidel Castro agoniza presa de su inmovilismo. No es así. Su proyecto revolucionario, en cambio, está agotado. La diferencia no es sutil, sino real. Desaparecido el gobernante, Cuba iniciará una nueva etapa. No volverá la vista atrás, mirando por encima de casi cinco décadas y borrando tantas huellas.

Cualquier proyección sobre el futuro de la Isla debe hacerse desde el presente. No intentando un regreso a los años cincuenta. La nostalgia sirvió por un tiempo para enriquecer a unos cuantos en Miami. No tiene sentido como programa de gobierno. El régimen castrista no es un paréntesis en la historia de la nación, un apéndice que se puede eliminar sin el menor rastro.

¿Quiénes de los tantos que repiten a diario su discurso estéril en la radio exiliada conocen la realidad cubana? El ejercicio de desconsuelo —el intento de vender el pasado bajo una forma de futuro— sólo ha logrado edificar altares de ignorancia y fabricar líderes de pacotilla.

Chávez y su circunstancia

Igualar la falta de vigencia del modelo imperante en la Isla con la proyección que mantiene el gobernante como figura de resistencia, es caer en el viejo error del anticastrismo de café de esquina. Demonizar a Chávez es la misma equivocación, sólo que sin café. El presidente venezolano ejemplifica mejor que nadie la vieja idea orteguiana: es él y su circunstancia (petrolera).

En todo caso, se puede afirmar que hasta el momento la gestión de gobierno de Caracas no ha contribuido al desarrollo económico de su país, disminuido la pobreza de forma considerable ni creado nuevas fuentes de empleo, al tiempo que la corrupción es igual a la de otros gobiernos. No hay que pasar por alto que esta nación sudamericana vive en un letargo ocasionado por la bonanza petrolera, pero Chávez tiene a su favor un historial nacional de robo, incompetencia y entreguismo que continúa favoreciéndolo.

Al hablar de su gestión internacional, las cosas se complican. No sólo ha posibilitado en buena medida el sostén de Castro. Mediante acuerdos regionales o con países como Argentina y Colombia, ha contribuido al dinamismo económico del área de una forma que no se puede catalogar de negativa, a menos que se comparta la visión de un exilio venezolano afincado en Miami, que se limita a imitar los errores de la comunidad cubana.