Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Una guerra no convencional

¿Pasa por la derrota total de Hezbolá la posibilidad de que haya una paz duradera en el Medio Oriente?

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Lo que quiere decir Fischer, buen alemán al fin, es que la idea del "cuarteto" existe antes de que ese cuarteto se haya constituido, y ese cuarteto internacional, al no haberse, aunque sea informalmente, constituido, no puede ser todavía hegemónico en términos políticos. Pero a la vez, ese cuarteto debe constituirse de una vez por todas pues, de lo contrario, el orden del caos tendrá que surgir de otro lugar menos hegemónico, como esta ocurriendo ya en nuestros días: en el Medio Oriente.

Ahora bien, ese cuarteto, al no constituirse todavía a sí mismo, ha fracasado aún antes de existir, al no hacer cumplir las resoluciones que han surgido bajo el consenso de cada unidad. Entre ellas, la resolución 1559 que obligaba a todos, a todos, no sólo al débil Estado libanés, no sólo a Israel, sino que, además, a todos los que estaban involucrados con ese cuarteto, a hacer cumplir esa resolución. Y esa resolución dice claramente que Hezbolá deberá ser desarmado.

Ahora, si "el mundo" a través de la representación de ese cuarteto no desarmaba al terrorismo de Hezbolá, y el terrorismo de Hezbolá no estaba dirigido contra el mundo sino contra Israel, la única nación del Medio Oriente que no sólo podía, sino que además debía desarmarlo, es, no puede ser otra, que la de Israel.

Ataque en defensa propia

Tel Aviv, por demás, no tiene más alternativa frente a una organización que la amenaza a muerte, que desarmarla con sus propias fuerzas, cueste lo que cueste; y como ya estamos viendo en televisión, cuesta mucho. Entre otras cosas, cuesta muchas vidas. Pero seamos honestos al fin, ¿qué otra alternativa tenía Israel? ¿Seguir esperando que el terrorismo de Hezbolá continuara armándose hasta alcanzar la posibilidad atómica? ¿Esperar que el cuarteto de Fischer se constituyera de una vez por todas?

Israel atacó primero, quién lo puede dudar, pero atacó en defensa propia. Cualquier otro Estado del mundo, en las mismas condiciones, habría hecho lo mismo. No seáis hipócritas.

Ningún miembro del cuarteto de Fischer puede imponer orden por sí sólo. Cada uno, solo, se encuentra en una situación internacional muy precaria. Estados Unidos, porque su gobierno, el de Bush, es en estos momentos el más odiado del mundo, y no sólo porque ha tenido que llevar a cabo difíciles guerras, sino por la incapacidad congénita de su gobernante por revelar el sentido, el carácter y la necesidad de tales guerras.

Putin, por su parte, a través de medios autocráticos, se esfuerza en aparecer como heredero del antiguo imperio soviético, haciendo zancadillas cada vez que puede a los demás miembros del cuarteto, a fin de no perder el perfil de "gran potencia" con el que quiere presentar a Rusia frente al "resto del mundo". Un día se acerca a Corea del Norte, otro a Irán, ofende a Israel cada vez que puede, se une con dictaduras terribles e incluso vende Kalashnikovs oxidados a militares latinoamericanos para que se "defiendan" (¿?) del "imperialismo norteamericano".

Una Europa inhabilitada

La Unión Europea, en tercer lugar, no pasa de ser una unión primordialmente comercial y monetaria, y su perfil político no ha podido ser encontrado por ella misma. Cada vez que actúa políticamente cae bajo el peso de aquella "vieja Europa" antiunitaria de la que no puede liberarse. Políticamente, cada país europeo actúa por su cuenta de acuerdo a mandatos ocasionales que provienen desde la política interior.

Y por si fuera poco, Europa se encuentra inhabilitada para actuar por sí sola en conflictos extracontinentales, como son los del Medio Oriente. Ya sea porque tiene que hacer concesiones a la gran cantidad de población islámica que habita en sus diferentes países; ya sea porque sus políticos, apenas pueden, desacreditan a Israel.

Israel, e incluso, los propios países árabes, no tienen ya la menor confianza, no sólo en la vieja Europa, tampoco en la Europa moderna. Y mucho menos en la "Europa de la izquierda" que, como acertadamente denuncia Joschka Fischer, levanta políticas abiertamente antiisraelitas en nombre de un "antiimperialismo" del siglo pasado.