Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Una guerra no convencional

¿Pasa por la derrota total de Hezbolá la posibilidad de que haya una paz duradera en el Medio Oriente?

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La tesis de Dan Diner es lógica, pero quizás demasiado. En cierto modo, esa tesis refuerza la "teoría del pretexto". Aquello que al parecer ha dejado de lado Dan Diner, es el significado simbólico (y la política, tanto la nacional como la internacional, es esencialmente simbólica) del secuestro de los dos soldados.

Pues el rapto ocurrió no sólo en un momento de repliegue geográfico israelí, sino además en un momento donde Hezbolá calculó evidentemente que ya había llegado el momento para doblegar a Israel, ya sea sometiendo al gobierno de Olmert a las condiciones impuestas por los raptores (intercambio de prisioneros) —lo que implicaba para Israel reconocer en Hezbolá una fuerza paritaria—, ya sea obligándolo a participar en una guerra en Líbano, con todas las consecuencias negativas que para Israel ello implica.

Es decir, Hezbolá, con el rapto de los dos soldados, tendió a Israel una trampa que los hebreos no podían sino pisar, a fin de mantener su significado tanto real como simbólico en la región. O doblegarse a las condiciones impuestas por Hezbolá, o entrar en una guerra cuyas consecuencias pueden escalar en dirección de una catástrofe internacional de enormes magnitudes. Más bien, a partir de los antecedentes reunidos, se obtiene la impresión de que Hezbolá apostó con claridad hacia la segunda posibilidad. ¿Por qué? Veamos:

Primero hay que precisar que Hezbolá es un grupo militar extremadamente jerárquico y vertical. Su modelo de organización es una copia de la de los partidos bolcheviques del siglo XX. Eso significa, entre otras cosas, que el rapto de dos soldados no obedece a acciones puntuales como en las que suelen incurrir otras organizaciones terroristas como Hamás, sino que es un punto situado en el espacio de una muy coordinada estrategia.

En ese sentido, si Hezbolá se atrevió a desafiar a Israel es porque su dirección consideró que había llegado el momento preciso de hacerlo. Y, evidentemente, a Asan Nasrallah no le faltan motivos para llegar a esa deducción.

El proyecto de Hezbolá

En primer lugar, la situación internacional es extremadamente propicia para Hezbolá. Nunca antes había sido mejor. EE UU se encuentra empantanado en Irak y Bush —mejor dicho, los grupos militaristas que lo rodean— se encuentra considerando la posibilidad de una apocalíptica guerra con Irán.

La UE, por su parte, casi nunca ha expuesto un dedo por la vida de Israel. Rusia ha mantenido siempre una política contraria a los intereses hebreos y Putin no oculta su deseo de crear zonas de influencia en el mundo árabe y aun en el islamista. En ese sentido, la actitud de Asan Nasrallah confirma las propias afirmaciones de Peres: Israel está más sólo que nunca.

Si bien es cierto que el potencial militar de Israel es superior al de Hezbolá, dicha organización está preparada para llevar a cabo una guerra de larguísima duración, y en ese sentido apuesta al desgaste, no tanto militar sino político de Israel.

No deja de haber cierta ironía en el hecho de que gran parte de los avances del terrorismo islámico cuenten incluso con la indirecta complicidad de ciertas izquierdas "pacifistas" europeas, contrarias a apoyar a cualquier país que, como Israel, reciba la ayuda, o por lo menos la solidaridad de EE UU. Más aún: hay incluso quienes consideran a Hezbolá como un clásico movimiento antiimperialista de liberación nacional. Ya las calles de Europa se llenan de manifestaciones por "la paz". Mañana se llenarán de manifestaciones en contra de Israel. El jeque Asan Nasrallah calcula esa posibilidad; sin dudas.

En segundo lugar, Hezbolá, a través de una guerra externa, intentará unificar a la nación libanesa en torno suyo, algo que nunca podrá conseguir en tiempos de paz. Eso significa, ni más ni menos, que Hezbolá tratará de enlazar una guerra con un proyecto de toma de poder. Ya ese poder lo tiene militarmente; falta, empero, la parte política. Líbano es quizás el único Estado del mundo cuyo Ejército es notablemente inferior a un ejército local, como es el caso del de Hezbolá.