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Medio Oriente

¿Qué quiere verdaderamente Hezbolá?

Las fuerzas chiíes sabían lo que iban a provocar: una catástrofe para Líbano.

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1.Con el apoyo incondicional de Estados Unidos, un gobierno israelí débil y desconcertado ha pasado, como tantas veces y en breve plazo de tiempo, de ser agredido a ser agresor. Lo que está ocurriendo en Líbano, sencillamente, no es digno del gran sueño de los pioneros del sionismo. ¿Hay que volver a escribir lo mismo? No me resigno, porque ya no se trata sólo de una de las convulsiones del conflicto palestino-israelí, cuya dolorosa crónica llevo varios lustros haciendo.

Ante todo, ¿cómo hemos podido llegar a esto? Escuchemos a los protagonistas. Una fracción radical de Hamás empieza por declarar que se opone a Ismael Haniyeh, su primer ministro, cuando éste negocia con el presidente de la Autoridad Palestina un acuerdo que implica, más o menos, el reconocimiento de Israel. Dicha fracción decide emprender una audaz acción militar: el pasado 25 de junio, a través de un túnel excavado tres meses antes, unos combatientes llegan a territorio israelí, donde matan a varios soldados y secuestran a uno. Consiguen su objetivo.

A partir de ahí, ya no es posible pensar en alcanzar un acuerdo. Esos fanáticos de Hamás sabían lo que hacían, que iban a desencadenar una respuesta sin piedad en los territorios de Gaza —por fin liberados— y, de esa manera, iban a agravar la insoportable y escandalosa situación en la que vive la población desde hace años.

Unos días después, las fuerzas chiíes del Hezbolá libanés deciden también entrar en la pelea. Sin que les hubieran agredido, amenazado ni molestado, deciden, por primera vez, atacar Israel con unos nuevos cohetes que tienen más de 50 kilómetros de alcance. Golpean, en especial, la ciudad símbolo de la modernidad israelí, Haifa. También estas fuerzas sabían lo que iban a provocar: una catástrofe para Líbano, su país. Es importante dejar eso claro.

La fuerza de la reacción israelí, que a todo el mundo le ha parecido, con razón, "desproporcionada", no ha podido sorprender en absoluto a Hamás ni a Hezbolá. La sorpresa y el espanto los sentimos nosotros, no ellos. Son unas fuerzas que han buscado la destrucción de su propio país. Me parece apropiado que se hable de una "guerra de locos", siempre que se considere la locura de Hezbolá como una cosa especial. De ahí la urgente necesidad de saber por qué ha decidido que era el momento oportuno para correr el riesgo de desembocar en un Líbano destrozado y una conflagración en toda la zona.

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2. Es fundamental porque lo que sabemos de Hezbolá es contradictorio. Los europeos, en contra de la opinión de los estadounidenses, creyeron en la conversión de este movimiento terrorista en formación política, algo que pareció confirmarse con su participación en el gobierno y el parlamento.

Por supuesto, y para su vergüenza, el Ejército y el gobierno de Líbano han tolerado que unas fuerzas militares independientes controlen toda una región unida por el movimiento chií. Pero Jacques Chirac y Romano Prodi estaban convencidos de que, pese a lo que decía Estados Unidos, era posible negociar con Hezbolá. Los franceses se sentían optimistas por los numerosos y discretos contactos que les permitía la tradición protectora de Francia respecto a Líbano. Por eso hoy Chirac se siente decepcionado e irritado.


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