Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Una guerra no convencional

¿Pasa por la derrota total de Hezbolá la posibilidad de que haya una paz duradera en el Medio Oriente?

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El último toque mágico lo dio, como es sabido, Rodríguez Zapatero en España. Pues que un gobernante lejano y tan propenso al ridículo como el venezolano Chávez ataque verbalmente a Israel, cabe dentro de su proverbial excentricidad. Pero que en los días más difíciles de la guerra en Líbano, Rodríguez Zapatero se hiciera fotografiar con un pañuelo palestino, es un acto de abierta provocación a Israel. ¿Qué diría la prensa internacional si Tony Blair o Angela Merkel se hicieran fotografiar con una estrella de David en el brazo?

Y, por último, la ¿ONU?, pobre ONU, donde supuestamente deben estar representados todos los países del mundo. Una ONU que fue estructurada para mediar en los conflictos de la Guerra Fría, papel que cumplió muy bien, pero que después de la Guerra Fría ya no sabe ni cómo, ni dónde, ni cuándo mediar.

Kofi Annan, y sus intentos por simular que la ONU existe, se ha convertido, sin duda, en uno de los personajes más trágicos de nuestro tiempo. Tiene razón entonces Joschka Fischer. Vivimos en un mundo sin conducción hegemónica, donde cada uno, cuanto puede, actúa por su cuenta. Luego, la tarea, es reconstituir una "configuración hegemónica", la que sólo puede surgir si los cuatro en mención comunican sus posibilidades políticas. Mientras eso no suceda, cada nación deberá defenderse de sus agresores con los medios con que cuente. Y eso, y no otra cosa, ha hecho y está haciendo Israel.

Israel, y eso lo sabe todo el mundo, es un país que se encuentra amenazado desde cuatro flancos: Irán, Siria, el Hamás palestino y Hezbolá. Se trata de otro cuarteto, muy diferente por cierto al que propone Joschka Fischer. Y para la seguridad internacional de Israel, ese es, definitivamente, un "cuarteto de la muerte".

Como ha afirmado el respetado político israelí Shimon Peres: "Israel se encuentra verdaderamente solo. Nadie puede frenarlo a ellos (a los cuatro nombrados). Y por otra parte, nadie puede defendernos. Nosotros debemos defendernos a nosotros mismos en un mundo en donde la diplomacia internacional ha alcanzado un punto tan bajo, que ya los iraníes la hacen objeto de sus burlas, un mundo peligroso en donde muy pocos ponen límites a los cohetes" ( Die Welt, 20 de julio de 2006).

Los dos soldados

Pero, ¿bombardear a una nación como consecuencia del rapto de dos soldados? No, no puede ser, dicen las voces "pacifistas" de todo el planeta. Ese es sólo un pretexto, agregan. Israel estaba esperando el momento preciso y el rapto de los dos soldados es el pretexto que necesitaba para iniciar su obra devastadora en Líbano. Incluso, observadores que no pueden ser calificados de antiisraelitas, como los del Vaticano, manifiestan que Tel Aviv ha perdido el sentido de las proporciones.

Efectivamente, hay una desproporción numérica entre los cientos de muertos y heridos que producen los bombardeos y el secuestro de los dos soldados por parte de las tropas de Hezbolá. Pero eso no lleva a decir tan fácilmente que el rapto de los dos soldados fue un pretexto. Pues aquello que es decisivo, en el análisis de cualquier conflicto, no son sólo los hechos en sí, sino "el cuándo" se producen. Esa es, en parte, la opinión que sostiene el historiador Dan Diner ( Spiegel Online,17 de julio de 2006).

Según Diner, profesor en Leipzig y Jerusalén, el rapto de los dos soldados se produjo justo en el momento en que Israel estaba realizando un proceso de repliegue, tanto militar como poblacional en los territorios de Gaza. Para Tel Aviv, aduce Diner, es decisivo que ese acto de retroceso no pueda ni deba ser confundido en el mundo islámico como resultado de una debilidad militar de Israel.

El objetivo estratégico de Israel, después de las desafortunadas aventuras "ocupacionistas" en los comienzos del gobierno de Sharon, es restituir los límites fijados el año 1948, y a partir de ahí iniciar un largo proceso de paz con la nación palestina. En ese sentido, el rapto de los dos soldados es calificado por Diner como un error del jefe indiscutido de Hezbolá, el jeque Asan Nasrallah, error que obliga a Israel a hacer demostraciones de fuerza en la zona.

Más aún, para amedrentar a sus enemigos, aduce Diner, Israel debe dar la impresión de que no controla su propia agresividad, es decir, que está dispuesto a todo, aunque eso no sea cierto. En suma: para retroceder, Israel necesita atacar.