Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Avaricia, narcisismo y el abaratamiento de la crítica social

Dos películas a las que lastra la pretenciosidad de un criticismo social barato

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Desde muy distintos ángulos, dos filmes recientemente estrenado se proponen ejercer una mirada crítica a la avaricia y el narcisismo en la sociedad americana. Uno es un documental, el otro una comedia.

Generation Wealth es el documental de la fotógrafa y cineasta Lauren Greenfield, quien se propone desmigajar las causas de avaricia, el culto al dinero y el desmesurado egocentrismo de la sociedad americana, aunque en algunos momentos salta brevemente a otros países. De paso, parece querer ventilar, de manera psicoterapéutica, algunos problemas personales, principalmente la relación con su madre.

Greenfield ha dirigido anteriormente documentales como The Queen of Versailles (2012), sobre la pareja millonaria que quiso construir una réplica de Versailles en el área de Orlando y cuyo sueño terminó en pesadilla inacabada; Thin (2006), sobre la obsesión con mantenerse delgado que lleva a muchas adolescentes a la anorexia, así como cortos sobre los jovencitos con dinero y sus despilfarros ostentosos y la peligrosa ofuscación con el cambio de la imagen corporal y las cirugías plásticas. En Generation Wealth reúne y revisita a algunos de los personajes que enfocó en sus filmes anteriores.

La idea es interesante, pero en realidad no hay nada novedoso en este filme, cuyos principales personajes son individuos desagradables, fáciles de despreciar, lo cual manipula al espectador para facilitarle su desdeño por la avaricia y los peligros del capitalismo global. Todo queda a flor de piel y por supuesto, termina haciendo politiquería, con el obligado ataque a Trump y sus políticas de capitalismo salvaje, pero que aparecen como un agregado muy forzado, breve, incoherente y gratuito. Greenfield pretende analizar, pero solo nos muestra una galería de impresentables que padecen de avaricia y su consecuente narcisismo (¿o es al revés?). Por si fuera poco, nos hace sufrir las apocalípticas descargas de Chris Hedges, un presbítero y profesor de Princeton que no pasa de ser un filósofo pop del pobre. Después de todo, qué hay sobre el tema que no se haya dicho ya, o que no se haya dicho mejor por ejemplo por Christopher Lasch en The Culture of Narcissism, o Scott Fitzgerald en The Great Gatsby, o saltando hacia bien atrás, Quevedo con Poderoso Caballero es Don Dinero, o ya para terminar el repaso, en cualquier libro de la Biblia.

Pero lo peor de todo es su gesta personal por lograr un entendimiento por el abandono materno y la rigidez y pretenciosidad de una familia en la cual estudiar en Harvard era casi un requisito de pertenencia. Su madre termina pareciendo (no creo que Greenfield lo hizo a propósito), uno de los personajes más repugnantes del filme. Uno de eso corazones sangrantes que con interés antropológico y a la vez paternalista, se dedican convivir por un tiempo con poblaciones empobrecidas del ya pobre Tercer Mundo, prodigando un cariño genérico que le niegan a sus seres cercanos.

Sus filmes anteriores eran interesantes, quizá porque se enfocaban en un solo aspecto de la miseria humana, pero aquí, con su caravana de seres sin brújula ni humanismo, que parecen merecer toda la desgracia que acarrean, Greenfield no logra hacer otra cosa que un sermoncito machacón, lleno de imágenes gastadas, clichés y unos montajes sin imaginación.

A Simple Favor es una comedia que apunta a la burla de las costumbres del suburbio americano, a lo que en la actualidad son la gente comme il faut de la que hablaba Tolstoi. En ella, una joven viuda, que parece ser la presidenta de un comité de las buenas costumbres (o más bien de las costumbres dictadas por la afluencia y la corrección política), quien tiene un Vlog (porque es mayormente de videos), en el cual da consejos culinarios a las amas de casa de esa clase media alta suburbana, aparentemente reprimida y atrapada en la ética calvinista, se queda hechizada por la prestancia y sensualidad de una vecina, muy diferente a todos los personajes del vecindario, y por tanto, criticada por todos a escondidas. La vecina aprovecha el encanto que ejerce sobre Stephanie, que así se llama la viuda ingenua, para utilizarla como cuidadora de su hijo, a quien al parecer ni ella (una exitosa ejecutiva) ni el padre (un escritor y profesor universitario completamente bloqueado), parecen prestar atención. Cuando Stephanie comienza a desarrollar lo que cree ser una amistad con Emily, en cuyas relacionas, cada vez más íntimas hay no muy velados subtextos de lesbianismo, esta desaparece misteriosamente y Stephanie se propone encontrarla y además dejar constancia diaria en su Vlog de sus pesquisas.

En el desarrollo ulterior de la trama empiezan a salir los antecedentes de cada personaje, sus motivaciones y sus razones. Vuelven la avaricia y el narcisismo a mostrar su rostro y aparte de tener situaciones simpáticas y vericuetos interesantes, la película quiere erigirse en cierta crítica social ligera. La ligereza es muy perdonable en una comedia (a diferencia de un documental “serio”), pero el problema de este filme es que se demora demasiado desarrollando sus personajes y creando misterio, y para ejercer su crítica social, presenta demasiados personajes, algunos de ellos totalmente innecesarios y en realidad, la primera media hora es difícil de digerir, aunque mejora bastante al final.

Lo mejor del filme son las actuaciones de Anna Kendrick, que en el papel de Stephanie, interpreta una vez más un personaje que puede desempeñar dormida (ya lo hizo de maravillas en Up In The Air y en The Company You Keep). Es la ingenua que quiere ocupar en la sociedad y lo hace adoptando con fidelidad todos y cada uno de los estereotipos de la gente de éxito. Blake Lively está muy bien en su papel de la misteriosa Emily, no dejando ver su secreto hasta bien cerca del final del filme. Logra versatilidad, encarnado un personaje muy diferente de los que interpretó en The Age of Adaline o en The Town.

El veterano Paul Feig dirige este filme muy a la manera de sus anteriores Bridesmaids y Bad Teacher entre otros, y logra, tras la agobiante primera media hora, en la cual, tratando de encuadrar a sus personajes para hacer sátira social, llena la trama de palabrería de mala literatura, finalmente entretener y desenredar el hilo argumental de forma satisfactoria.

En ambos filmes es la pretenciosidad de criticismo social barato, lo que los lastra. Sin ello, A Simple Favor hubiera podido ser una comedia muy agradable. En el caso de Generation Wealth, aparte de la fotografía de Lauren Greenfield, no le veo nada redimible y su crítica social la encuentro pedestre.

Generation Wealth (EEUU, 2018). Documental escrito, dirigido y fotografiado por Lauren Greenfield. Aparecen Florian Homm, Kris Kardashian, Bret Easton Ellis y Kate Hudson.

A Simple Favor (EEUU, 2018). Dirección: Paul Feig. Guion: Jessica Sharzer, basado en la novela homónima de Darcey Bell. Director de fotografía: John Schwartzman. Con: Anna Kendrick, Blake Lively, Henry Golding y Rupert Friend.

Ambas de estreno amplio en todo Estados Unidos.


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