Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Joyce, Ulises, Literatura, Novela

Centenario de la aparición del «Ulysses» de James Joyce

El 2 de febrero de 1922, Joyce celebraba su cumpleaños 40 con la copia número 1 del Ulysses, enviada por la editora Sylvia Beach

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“Solemne, el rollizo Buck Mulligan avanzó desde la salida de la escalera, llevando un cuenco de espuma de jabón, y encima, cruzados, un espejo y una navaja. La suave brisa de la mañana le sostenía levemente en alto, detrás de él, la bata amarilla, desceñida. Elevó en el aire el cuenco y entonó: Introibo ad altare Dei” (traducción, José María Valverde. Editorial Lumen, 1989): íncipit de Ulysses, de James Joyce (Rathgar, Dublín, 2 de febrero, 1882-Zürich, 13 de enero, 1941), la novela que hace cien años cambió de manera radical el curso de la narrativa. El 2 de febrero de 1922, Joyce celebraba su cumpleaños 40 con la copia número 1 del Ulysses, enviada por la editora Sylvia Beach.

Sumario axiomático e incomparable de la literatura universal y asimismo, del pensamiento humano. El reflejo más patente de la imaginación humana tiene manifestación en las improntas del lenguaje: verbos, sintaxis, ritmo sintagmático, melodía de la conciencia. Ulysses o la parodia de lo cotidiano. Dieciocho capítulos trazados en diferenciaciones estilísticas: cada apartado tiene su espejismo propio.

Crónica de un día en el Dublín de principio del siglo XX. Esta parábola resplandeciente y tediosa, diáfana y lóbrega simultáneamente, se sustenta en desiguales patrimonios literarios, referencias externas, informes, reseñas (canciones, fragmentos de óperas, burlas, juegos de palabras, citas literarias, términos teológicos y científicos, evocaciones sonoras, repeticiones, paráfrasis…) entre los cuales sobresale el uso del monólogo interior, recurso determinante de gran influjo en el desarrollo de la literatura contemporánea. Larga recitación sin punto ni coma que admite captar la oleada de la conciencia y darles luz a las franjas más recónditas de la mente humana: locuciones entrecortadas, incoherentes en el intento de transcribir los pensamientos a medida que se encharcan en la cabeza.

En Cuba, la editorial Letras Cubanas, en su popular Colección Cocuyo, publicó en 1967 una singular impresión de Monologo interior del Ulises, que reproduce el capítulo 18 de la novela, complementado con un apéndice conformado por Radiografía del Ulises, que resume los episodios de los protagonistas en cada uno de los capítulos; y el artículo La Odisea de Ulises, el cual hace un balance de los concilios judiciales que enfrentó Joyce tras las acusaciones de “libro obsceno” por las autoridades estadounidenses, hasta la resolución del juez Woolsey en diciembre de 1933, que levantaba la prohibición de Ulises. Cuaderno que sirvió de guía a los jóvenes lectores de aquellos años en una Cuba que ya afloraba interdicciones y censuras en el ámbito literario.

Episodios de la Odisea homérica protagonizados por Leopold Bloom (Ulises), Molly, esposa de Leopold (Penélope), Stephen Dédalus —el “artista adolescente” de la primera novela de Joyce— (Telémaco). Trama que sigue los incidentes de Ulises en el regreso a Ítaca. El mismo Joyce pedía a sus amigos que leyeran primero a Homero o mínimo Las aventuras de Ulises, de Charles Lamb.

Pero, ¿quiénes son estos antihéroes de la modernidad? Bloom, “hombre común y corriente de la clase media irlandesa. Hijo de judíos inmigrantes, un mediocre vendedor de anuncios, un pobre hombre, víctima y sujeto de la vida cotidiana irlandesa del siglo XX” (Esther Cohen Dabah, Ulises o la crítica de la vida cotidiana). Molly, hija de una judía española y un oficial irlandés, convive con su esposo como una extraña, la acechan incidentes comunes y pequeñas frustraciones.

El crítico literario mexicano Alejandro Toledo define a ese 16 de junio de 1904 —desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la madrugada siguiente—: “día eterno” (El Cultural, suplemento de La Razón, No. 336). El acontecer ordinario de Bloom se funde con lo mítico; pero, la leyenda retomada por Joyce no es un mero calco, sino la redención de un mundo. Odiseo, protagonista de hazañas; el errante Bloom, pertinaz actante de lo habitual. “Es la idea que tengo de las cosas triviales la que quiero dar a los dos o tres miserables desafortunados que ocasionalmente me lean”, expresa el autor de Dublineses (1914).

Artefacto literario que marca los “entrecruzamientos del naturalismo y el simbolismo” (Harry Levin), tachado de obsceno con prohibición de venta en Estados Unidos y Reino Unido, ha sido elogiado, despreciado, privilegiado, contrahecho, criticado por el excesivo virtuosismo, imitado, reverenciado y hasta retocado. Lo cierto es que Ulises configura una de las más prodigiosas y crepusculares imaginaciones espirituales de la literatura universal. Desde lo privativo del sueño, el autor de Retrato del artista adolescente (1916) hace posible el “dominio público del mito” (Harry Levin). En 1999, críticos literarios europeos la seleccionaron como la Mejor Novela del siglo XX escrita en lengua inglesa.

Prosa geométrica, reflectante, que tiene iniciales en “el texto secreto de Joyce”, Giacomo: concebido en 1914, encontrado por su hermano Stanislaus y dado a conocer en 1968. Redactado entre la finalización de Retrato del artista adolescente y el comienzo de Ulises.

Cien años de una parábola de cadencia múltiple con repercusiones notorias en nuestra lengua: Tiempo de silencio, del español Luis Martín Santos, y José Trigo del mexicano Fernando del Paso. Ulises subraya como la existencia y las deliberaciones humanas solamente cosechan realidad y sentido misericordioso en cuanto aciertan con la entidad de la palabra.

“…y yo pensé bueno tanto da él como otro y después le pedí con los ojos que me lo preguntara otra vez y después él me preguntó si yo quería sí para que dijera sí mi flor de la montaña y yo primero lo rodeé con mis brazos sí y lo atraje hacía mí para que pudiera sentir mis senos todo perfume sí y su corazón golpeaba como loco y sí yo dije sí yo quiero Sí”: fragmento del folio final de Ulises. Molly Bloom-Penélope se desborda en una tentativa de afirmación de la vida.


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