Demasiados problemas narrativos

Con su primer largometraje, Raw (2016), que lidiaba con temas sobre sexo y canibalismo, presentados de una forma artísticamente grotesca, la directora Julia Ducournau (Paris, 1983) mostró una gran habilidad para mezclar géneros, que se movían entre el horror, el thriller y la ciencia ficción, de manera original y con buen dominio de la composición visual.

Titane, su segundo largometraje, intenta subir la parada no solo temáticamente, sino con ambiciones de discurso trascendental, adentrándose en temas sobre la identidad, las relaciones familiares y los estereotipos sociales sobre el sexo. Se propone una indagación profunda y choqueante sobre dichos temas.

Alexia se ve envuelta en un accidente automovilístico a una edad temprana y se le implanta una placa de titanio en el cerebro, lo cual aparte de dejarle una cicatriz inmensa, le genera una atracción sexual por todo tipo de vehículos automotrices, con los cuales tiene orgasmos. Se desempeña como bailarina exótica (erótica) en shows de exhibiciones de autos, en el sur de Francia y por lo que se ve, tiene muchos seguidores.

Al parecer, otra secuela de su accidente es su proclividad a asesinar a todo quien se le acerque con intereses sexuales, sea hombre o mujer, convirtiéndose en una asesina serial. Tiene varios métodos de aniquilación, pero el preferido es usar una horquilla de pelo que introduce en la oreja de sus víctimas y después limpia como quien chequea el aceite de su automóvil.

Perseguida por la policía, decide adoptar la imagen de Adrien, un muchacho desaparecido hace varios años y cuyo afiche ve en una estación de trenes. Piensa que puede lograr parecerse a él y tras hasta fracturarse la nariz, se presenta a la policía, que trae al padre para que lo identifique. Este, que lo que está es necesitado de creer que ha encontrado a su hijo a toda costa, lo identifica como tal y rechaza la prueba de ADN.

Vincent, el padre, es el jefe de una estación de bomberos que dirige como todo un tirano y logra incorporar a “Adrien” al equipo que controla. Todo el mundo acepta a “Adrien” como tal, pero hay un problema. Adrien-Alexia está embarazada, aparentemente de un Cadillac con el cual tuvo una relación sexual al comienzo, al extremo que en un momento dado drena aceite por sus pezones. Esto complica la situación de una manera que hace las soluciones difíciles de digerir.

Todo esto que he contado está realizado con un atractivo visual basado en una atmósfera y unas composiciones de imágenes muy bien logradas. Pero el elemento narrativo es simplemente horrible.

Más allá de unos breves momentos de humor negro, la película se vuelve episódica e incoherente. Las relaciones entre los personajes, la mayoría de los cuales están pésimamente delineados, no convencen y los eventos que se suceden exigen una suspensión de la credibilidad que va más allá de los límites tolerables. Lo peor es que a veces quiere darle visos de realismo a una trama sin pies ni cabeza. Desde la introducción de Alexia-Adrien al cuerpo de bomberos, pasando por la aceptación de Vincent y terminando por su atractivo desmedido por los automóviles (tema que se deja olvidado por largo rato), el guion es un compendio de incoherencias y de narrativas pedestres que destrozan todo valor temático que pueda tener este filme.

Lo de menos es su aspecto grotesco, que nunca se sabe cuando llega a su fin, o su pretenciosidad de trascendencia, que no pasa de un barato épater le bourgeois, una pataleta pseudoideológica, sino la incredibilidad de todo lo que sucede. Es un guion que parece hecho por un aficionado incapaz. Sin embargo, más increíble (e incomprensible), es que el filme ha sido premiado con la Palma de Oro del Festival de Cannes de 2021 y ha sido uno de los ganadores de dicho premio que más pronto ha llegado a estas orillas.

Ducournau escribe y dirige este bodrio imponderable. Visualmente está muy bien, pero narrativamente es un desastre. La actuación de Agathe Rouselle, una modelo que debuta como actriz, es buena, a pesar de lo falso del personaje. La ayuda su tremenda presencia escénica. Vincent Lindon como el “padre”, está muy bien en un papel que puede hacer dormido, pero que tiene muy poca relación con el resto de los personajes. Lindon se ha convertido en el actor versátil por excelencia del cine francés.

La fotografía de Ruben Impens (The Mustang), quien había trabajado con Ducournau en Raw, es muy buena y le da ese aire de atractivo ominoso al filme que salva algo del desastre narrativo.

La música está bastante bien utilizada. Pero esta hecatombe narrativa representa un salto regresivo en la carrera de Ducournau, a pesar del premio.

Titane (Francia/Bélgica, 2021). Guion y dirección: Julia Ducournau. Director de fotografía: Ruben Impens. Con: Agathe Rouselle y Vincent Lindon. Disponible en Amazon Prime.

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