Actualizado: 18/04/2024 23:36
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CON OJOS DE LECTOR

Música con conciencia ambientalista

Bajo el sello de Buena Vista Social Club, un grupo de artistas cubanos y extranjeros se reúnen en un disco compacto para alertar sobre la amenaza del cambio climático.

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Hay que ver lo mucho que ha rendido la franquicia Buena Vista Social Club. A pesar de haber fallecido algunos de sus representantes más famosos (Compay Segundo, Rubén González, Ibrahim Ferrer), esa etiqueta sigue empleándose para avalar nuevos proyectos discográficos. Uno de los más recientes ha sido el compacto recopilatorio Rhythms del Mundo: Cuba (APE Vision-Hip-O, 2006), que está animado por el saludable propósito de alertar sobre la cada vez más inminente amenaza del cambio climático. Asimismo parte del dinero que se obtenga de su venta se destinará a las víctimas de desastres naturales como el tsunami asiático (2004) y el huracán Katrina (2005).

La idea y el concepto del compacto se debe al compositor y productor norteamericano Kenny Young, quien se dedica a la música desde la década de los sesenta. Entre otras facetas, se le conoce como autor de numerosos temas que han interpretado, entre otros, Quincy Jones, los Herman's Hermits, Lenny Kravitz, los Beach Boys, Iggy Pop, los Jackson 5 y los Rolling Stones. Por otro lado, desde los años ochenta viene realizando una activa labor a favor de la conservación del medio ambiente. Fue cofundador de Earth Love Fund y coprodujo el documental Spirit of the Forest, sobre la destrucción de la selva amazónica. Ese compromiso con la lucha ecológica también lo llevó a producir los discos Earthrise I y II (1995) y Planet Electronica (1999), para los cuales contó con colaboraciones de solistas y agrupaciones como U2, Paul McCartney, Pink Floyd, Elton John, R.E.M., Seal, Paul Simon, Peter Gabriel, Queen, Chemical Brothers, Beth Orton, Fatboy Slim y Massive Attack. Para este año, planea organizar con esos mismos fines una conferencia y un evento musical, junto con Al Gore. Young vive en la actualidad en Nuevo México, en una casa en la cual todo funciona con energía solar.

Kenny Young ha contado que en el año 2004 se hallaba escribiendo música con un amigo, en un pequeño pueblo de pescadores de Sri Lanka. Pocos meses después, supo que aquel lugar y muchos de sus habitantes habían desaparecido tras el tsunami que hace dos años y pico afectó a varios países asiáticos. Pensó entonces que debía hacer algo para ayudar a aquellas gentes, pero no sabía qué ni cómo. La respuesta empezó a cobrar forma con la formación de Artists' Project Earth, una organización constituida para ayudar a las víctimas de los desastres naturales y concienciar sobre el calentamiento del planeta. La música, razonó Young, era su mejor modo de contribuir con ello, así que se fue a La Habana a contactar con los artistas de Buena Vista Social Club para enrolarlos en el proyecto. Éstos lo acogieron muy bien, lo mismo que los artistas ingleses y norteamericanos con quienes después habló. Las grabaciones se hicieron en La Habana en los Estudios Abdala, entre abril del 2005 y junio del 2006.

La combinación de inglés y español con la que se juega en el título del compacto resume la propuesta conceptual a partir de la cual Rhythms del Mundo: Cuba se concibió: recrear temas del rock y el pop anglosajones, sometiéndolos a la maquinaria sonora de nuestros ritmos tradicionales. Por un lado, se grabaron versiones en español de varias de esas canciones, interpretadas por Coco Freeman ( The Dark of the Matinee, I still haven't found what I'm looking for), Abdel Rasalps, El Lele de Los Van Van ( High and Dry), Vania Borges ( Don't know why, Ai No Corrida), Ibrahim Ferrer ( As time goes by), Omara Portuondo ( Killing me softly), mientras que Aquila Rose e Idania Valdés cantan a dúo, en inglés la primera y en español la segunda, Hotel Buena Vista.

Se incluyen además remezclas de grabaciones de Coldplay ( Clocks), Jack Johnson ( Better together), Artic Monkeys ( Dancing Shoes), Dido & Faithless ( One step too far), Maroon 5 ( She willbe loved), Kaiser Chiefs ( Modern Way) y Sting ( Fragilidad). En este caso, se conservaron las bases vocales originales, pero se les incorporaron arreglos e instrumentos cubanos. O sea, que los instrumentistas y arreglistas de la Isla pusieron su trabajo al servicio de unas voces ajenas, que quedaron intactas en esa superposición de acentos y estilos. Algo que, para expresarlo más gráficamente y en términos más culinarios que musicológicos, se puede definir como un cocinado o recalentado a fuego bajo.

Unas recreaciones insólitas

Las versiones, ya se sabe, siempre levantan suspicacias y recelos, y las de Rhythms del Mundo no han de ser excepción. No faltarán los puristas que se rasguen las vestiduras y proclamen que las grabaciones originales les parecen mucho mejores. En cambio, quienes se acerquen al disco con una óptica más abierta, encontrarán el aliciente o por lo menos la curiosidad de revisitar composiciones sobradamente conocidas, que ahora adquieren aires nuevos en unas recreaciones bastante insólitas. No costaba mucho pensar en el clásico As time goes by cantada como un bolero. Pero, ¿imaginaba alguien que Clocks o One step too far pudieran convertirse en un chachachá? ¿Que Betther together pudiese sonar como un auténtico son? O más difícil aún, ¿que Dancing shoes se "nacionalizara" en una conga, con acompañamiento de tambores batá? Esas versiones cubanizadas contaron, todo hay que decirlo, con la aprobación de los intérpretes originales. Hasta los Artic Monkeys, quienes nunca aceptan que sus composiciones formen parte de discos recopilatorios, dieron el permiso, una vez que escucharon su tema en clave afrocubana.

Como es inevitable en proyectos que reúnen artistas pertenecientes a tradiciones musicales tan diferentes, unas canciones están más logradas que otras. Los mejores momentos corresponden a aquellas revisitaciones en las que el original no se desvirtúa y en las cuales se consigue una fusión orgánica en la remezcla o la versión. En el primer caso, están Clocks, She will be loved, Better together y One step too far, cuya buena calidad es doblemente elogiable por representar el trabajo más difícil. En cuanto a las versiones propiamente dichas, las más logradas son, a mi juicio, Don't know why, High and dry y As time goes by. Menos satisfactorias me parecen I still haven't found what I'm looking for y The Dark of the matinee, que suenan demasiado cubanas.

De todos modos, Rhythms del Mundo alcanza, en conjunto, un buen balance cualitativo. La selección de los temas se hizo con un criterio acertado, y no es casual que en la misma coincidan varias piezas pertenecientes al rock y el pop más elegantes que se hace actualmente. Respecto a los intérpretes, poco que agregar, pues en su mayoría son nombres que hablan por sí solos. A éstos hay que agregar la larga nómina de instrumentistas que participaron en las grabaciones, así como a Demetrio Muñiz, Miguel Patterson y Kinito, responsables de los arreglos. La conjunción de tantos artistas profesionales y talentosos no podía materializarse en un mal disco.

Aparte de que, como ya dije, parte del dinero que se recaude con la venta del compacto se destinará a la causa ecológica, los productores de Rhythms del Mundo han querido además predicar con el ejemplo. Tuvieron por eso el cuidado de que la propia edición del compacto sea respetuosa con el medio ambiente. Así, los materiales empleados en su edición son reciclables y biodegradables. El disco está acompañado además por un folleto de 20 páginas, con artículos de Al Gore, George Monbiot, Tim Flannery y Herbie Girardot. Se incluye también un decálogo con diez recomendaciones que pueden aplicarse para revertir el cambio climático. Entre otros consejos, están apagar los equipos eléctricos que no se estén usando; dejar el auto en el estacionamiento y usar el transporte público; reciclar papel y vidrio; utilizar bombillas de bajo consumo de energía; hacer compras locales; aislar paredes, buhardillas y ventanas; ir de vacaciones en el propio país; ducharse, en lugar de bañarse. Sobre esto último, habrá algún cachondo que recuerde que otro modo de ahorrar agua es ducharse acompañado. Bromas aparte, en este caso cualquier iniciativa es válida, pues como expresa en su texto Herbie Girardot, "estamos en el proceso de destruir el mundo natural". En nuestras manos está que las futuras generaciones no tengan que preguntarse por qué no actuamos a tiempo para evitarlo.

Y como he reseñado en estas páginas un compacto recopilatorio, voy a aprovechar para dar noticia sobre la salida de otro de similares características. Se trata de My Friends & Me (Concord Music Group, Beverly Hills, 2006), que recoge trece temas pertenecientes al repertorio de Dionne Warwick, quien aquí los canta junto con otros intérpretes. Tratar de entender por qué una mujer con más de cuarenta años de brillante trayectoria musical y que es todo un símbolo de dignidad artística ha hecho un disco tan lamentable, está más allá de la comprensión de quien escribe estas líneas. Da vergüenza ajena escuchar algunos de sus éxitos más legendarios en unas versiones acompañadas con sintetizador, en lugar de instrumentos reales, y con unos arreglos mediocres que más parecen concebidos para un karaoke barato.

La razón por la cual dedico estas líneas a My Friends & Me es porque entre las artistas invitadas, todas mujeres, figuran dos cubanas. Una es Gloria Estefan, con quien la Warwick canta Walk on by. La otra es la ya fallecida Celia Cruz, quien interpreta con la anfitriona del compacto Do you know the way to San Jose. En este caso, Damon Elliot, productor del desaguisado y nieto de la Warwick, tuvo que prescindir del sintetizador y emplear piano, trompetas, maracas y percusión, como el Dios de la salsa manda. Dondequiera que se encuentre, debemos agradecer a Celia el haber aportado la única nota vital y jubilosa en este disco sin alma.