Actualizado: 15/04/2024 23:17
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Parsons, Compositor, Música

Música elaborada y pensada para agradar

Con su último álbum, Alan Parsons viene a recordarnos por qué figura entre los artistas cuya importancia está fuera de discusión

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Al pensar en qué tema escogería para este primer trabajo del recién estrenado 2023, recordé una afirmación del compositor Piotr Ilich Chaikovski: “Si no fuera por la música, habría más razones para volverse loco”. Y como vivimos en un mundo y en una época que hacen todo lo imaginable para que terminemos en un asilo psiquiátrico, me pareció que la elección no podía ser otra que la música.

Y dentro de la inabarcable cantidad de nuevos discos aparecidos el año pasado, opté por apostar por lo seguro y reseñar el último compacto de un admirado y viejo conocido: el inglés Alan Parsons (Londres, 1948). Probablemente a los más jóvenes su nombre les diga poco o nada. Pero quienes conocen su trabajo, saben que hablo de uno de los más notables creadores del rock progresivo, que acumula una destacada carrera que supera ya las cinco décadas.

Parsons inició su andadura artística desde muy joven, cuando pasó a laborar en los famosos estudios Abbey Road. Allí colaboró en los últimos discos de los Beatles. Fue ingeniero de sonido del tema Let it be y tomó parte en la grabación de Abbey Road (1969), el álbum más exitoso del cuarteto. Después fue productor de The Dark Side of the Moon (1973), de Pink Floyd, uno de los discos más vendidos de todos los tiempos. Muestra de pop comercial de alto nivel, estuvo 300 semanas consecutivas en la lista del Billboard. En aquel mítico disco, Parsons se hizo célebre por los efectos que incorporó: alarmas de relojes, sonidos de helicópteros y cajas registradoras, tan-tan que imitaba los latidos del corazón, gruñidos de una voz femenina.

Se dedicó después a productor de oficio, hasta que determinó ganarse la vida como creador de sus propios montajes. En 1975 se asoció con el compositor escocés Eric Woolfson y fundaron The Alan Parsons Project. Esa unión se materializó en lo que el crítico español Antonio de Miguel ha definido como “alquimia de estudio al ciento por ciento, utilizando, eso sí, a lo más granado de los sesioneros británicos (incluidas viejas glorias en desguace) y adaptando para cada álbum una idea conceptual vendible”. Con TAPP se dio la paradoja de un grupo musical que no actuó en directo y sin embargo vendió casi 50 millones de discos materiales.

Entre 1975 y 1987 Parsons y Woolfson lanzaron puntualmente Tales of Mystery and Imagination, I Robot, Pyramid, Eve, The Sicilian Defence, The Turn of a Friendly Card, Eye in the sky, Ammonia Avenue, Vulture Club, Stereotomy y Gaudi. La mayor parte de las canciones estaban acreditadas a Woolfson/ Parsons, y el primero fue vocalista de algunos de los temas más exitosos. Esa lista incluye, entre otros, Games people play, Eye in the sky, Don’t answer me, Standing on higher ground, Sooner or later, La Sagrada Familia, Closer to heaven. En ellos participaron varios músicos de estudio y un grupo amplio de cantantes. Conviene apuntar que fue muy importante también la aportación que hizo a TAPP el arreglista y director de orquesta Andrew Powell.

La colaboración entre Parsons y Woolfson terminó por discrepancias artísticas. Hubo planes de publicar un álbum adicional como TAPP, titulado Freudiana. Apareció en 1990 y fue el primer trabajo en solitario de Woolfson, aunque su nombre no figura en la portada. Luego los caminos de ambos se dividieron. Woolfson se dedicó a componer para musicales, labor que hizo hasta su muerte. Parsons, por su parte, se dedicó a labores de producción para otros artistas y compuso bandas sonoras de películas.

Emprendió además su trayectoria en solitario con Tray Anything Once (1993). Desde entonces ha grabado cinco álbumes de estudio. El último salió al mercado en julio de 2022 y se titula From the New World. Está disponible en varios formatos: CD, CD/DVD, vinilo coloreado, caja de coleccionistas y descarga digital. El pack de CD/DVD incluye una mezcla en sonido 5.1. La caja de coleccionistas incluye CD+DVD, el directo Live in Madrid descargable, una camiseta talla L, un LP, un poster y una litografía numerada.

En unas palabras que redactó para el folleto que acompaña el compacto, Parsons explica el significado del título. Por un lado, remite a la Sinfonía n. 9 en mi menor de Antonin Dvorak, también conocida como Sinfonía del Nuevo Mundo. Parsons recuerda que cuando vivía en Londres, su padre la escuchaba a menudo en su modesto tocadiscos. Confiesa que desde que pasó a dedicarse a la música, sueña con grabar una versión de esa obra combinando la instrumentación del rock moderno con una orquesta.

Hasta hoy, anota, figura en su lista de futuros proyectos. Pero mientras aguarda el momento de materializarlo ha dado un primer paso rehaciendo un tema basado en el Largo de la pieza de Dvorak. Se trata de Goin’ home, cuya letra fue escrita en 1922 por William Arms Fisher, un discípulo aventajado del compositor checo. La versión de Parsons se incluye en From the New World y viene a sumarse a las interpretaciones grabadas por numerosos artistas.

Su mayor talento está en la producción

Otra razón por la cual Parsons escogió ese título tiene que ver con el nuevo mundo que venimos conociendo en los últimos tres años. Es aquel que ha traído la pandemia del coronavirus, que ha afectado la vida de todos. Y una excusa más que aduce Parsons para usar esa frase es que, a pesar de ser él británico, lleva unos veinte años viviendo en Estados Unidos, país del cual son la mayoría de los artistas que intervienen en su más reciente trabajo discográfico.

Para quienes no conozcan los anteriores discos de Parsons, conviene decir cuál es su participación en ellos. Ante todo, no es un instrumentista virtuoso y tampoco posee una gran voz. Su mayor talento está en la producción, en el manejo de las melodías y en el empleo de los recursos tecnológicos, esto último algo en lo cual fue pionero. Por ejemplo, fue el primero que usó el recorder, un dispositivo que permite modificar la voz. Asimismo, su visión y sus conocimientos técnicos le hacen lucirse cuando se sienta ante las mesas de mezclas, y también le han dado un sentido especial como compositor.

En sus discos, además ha sabido rodearse de magníficos músicos, a quienes saca mucho partido. Al igual que los otros rasgos que definen su estilo, eso se cumple en From the New World. La lista de invitados es bastante extensa, aunque él destaca de modo particular a los cantantes Tommy Shaw, de Styx, David Pack, de Ambrosia, James Durbin, de la cantera de American Idol, y Tabitha Fair, así como al guitarrista Joe Bonamassa. Además de encargarse de la producción del álbum, Parsons comparte junto con otros nombres la autoría de nueve de las once canciones. E interviene como vocalista en tres de ellas.

En From the New World, demuestra que sigue apostando por la música elaborada, compleja y pensada para agradar. Es este un álbum melódico, en el cual predominan las baladas compuestas de tiempos medios y lentos. No obstante, conservan su esencia sustentada en el rock clásico. Algunas piezas están trufadas de aires sinfónicos, como I won’t be led astray, un rasgo que pasa a dominar por completo en Goin’ home. Algunos temas recuerdan otros de discos anteriores, lo cual se debe a que Parsons es fiel al sonido por el cual es conocido. A eso hay que sumar el buen nivel que en conjunto tienen las orquestaciones, así como varios solos de guitarra y saxo en los que sus instrumentistas descuellan.

Sin pretensiones de repasar todo el contenido del álbum, dedicaré algunas líneas a varias de las canciones. Como primer video de From the New World, se ha escogido Uroboros, un rock contenido y bien ejecutado, al cual Tommy Shaw presta su vozarrón. Cuenta además con un solo de guitarra que es un verdadero regalo para los oídos. Fare the will es otra de las canciones que incorporan aires sinfónicos. A resaltar en ella la potencia melódica del estribillo, el buen desempeño de las guitarras acústicas y eléctricas y la lograda orquestación de cuerdas.

Don’t fade now es una balada agradable y reflexiva, en la que Parsons interviene como vocalista junto a P.J. Olsson. Give’em my love se inicia con una solo de piano, para después ir derivando a un cambio de ritmo que finaliza con un contundente cierre. Se destacan el guitarrista Joe Bonamassa y James Durbin, un artista de preciosa voz. El primero también entrega otro de sus maravillosos solos en I won’t be led astray, cuya hermosa letra es muy bien interpretada por James Park.

You are the light es una alegre canción de amor, cuyo estupendo estribillo es cantado a dos voces por Dan Tracey y Parsons. Este se reserva para sí esa labor en Goin’ home y lo hace con un delicado timbre. Un tema atractivo y musicalmente juguetón es The Secret, una muestra de pop coral que posee reminiscencias de Revolver, el mítico álbum de los Beatles. La única pieza que desentona en el álbum es Be my baby, el viejo éxito popularizado por las Ronette. Parsons lo justifica porque a través de la misma quiere hacer un homenaje a Phil Spector (cumplía una condena de 19 años de cárcel por asesinato y falleció de covid en 2021). Pero argumente él lo que argumente, esa canción sobra.

No han de faltar, inevitablemente, quienes establezcan comparaciones con otros álbumes de Parsons. En ese sentido, es cierto que From the New World no alcanza la calidad de sus trabajos con TAPP. Pero después de muchos años de ejecutoria y unos cuantos discos notables, no creo que a un artista pueda exigírsele el mantener el mismo nivel de creatividad. Parsons cuenta ya con un valioso legado y a estas alturas no tiene nada que demostrar.

En cualquier caso, From the New World no es un mal disco, ni va a decepcionar a su legión de seguidores. Tiene además el valor adicional de recordarnos por qué su creador figura entre los músicos cuya importancia está fuera de discusión.