Actualizado: 22/04/2024 20:20
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Pablo Milanés en Miami

La absurda campaña contra Pablo Milanés se inscribe en los variados intentos para dificultar los contactos entre los cubanos residentes en la Isla y los asentados en el exterior

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El cantautor cubano Pablo MiIanés actuará en el American Airlines Arena de Miami, el 27 de agosto. Se trata de uno de los mejores músicos cubanos de los últimos 50 años, cuyas canciones no solo resultan conocidas en su patria, sino en el mundo entero. Sus composiciones musicales son exquisitas poesías, que como las obras de Ernesto Lecuona, Sindo Garay y otros grandes, ya constituyen clásicos destinados a pervivir dentro de lo más preciado del acervo cultural nacional.

A su calidad artística se une una historia personal, que mucho se identifica con el recorrido de la inmensa mayoría de los cubanos en los últimos decenios. Como su pueblo, al triunfo de la revolución soñó con un futuro mejor y a través de sus composiciones cantó a lo que él creyó una oportunidad única para la reedificación de la Cuba “con todos y para el bien de todos” añorada por Martí. Esos sueños no los detuvo ni la cruel represión sufrida en los años 60, cuando como otros cubanos padeció los rigores y crueldades de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), para que se “reeducara” mediante el trabajo.

Salió de aquella terrible pesadilla sin odios y continuó con su obra en apoyo de algo que creía justo y valedero, dejando a un lado vejaciones y humillaciones padecidas. No obstante, con los años, al igual que la mayoría de sus compatriotas, descubrió que el sol en el que él creía no solo tenía manchas, sino que en vez de alumbrar, dañaba la Patria, y que el proceso que tantas ilusiones forjó, paso a paso se torcía, convirtiéndose en algo muy distinto: un instrumento de dominación del pueblo por un grupo con un solo objetivo, mantener el poder a toda costa.

Milanés, con honestidad, ha reiterado mantener sus ideas progresistas y disposición a defender el derecho de todos los seres humanos a tener oportunidades para forjar una vida digna. Paralelamente, desde hace tiempo ha proclamado abiertamente sus críticas al régimen y la necesidad de que el país “avance con ideas y hombres nuevos”, ya que “el sol enorme que nació en el 59 se llenó de manchas al ponerse viejo”. Hay que recordar que en la Primavera Negra de 2003 un grupo de artistas e intelectuales cubanos publicaron una bochornosa carta en respaldo a la injusta detención y condena de 75 pacíficos luchadores por la democracia y el respeto de los derechos humanos, y el cruel fusilamiento de tres jóvenes negros que, asfixiados por la situación quisieron erróneamente escapar en un barco, pero sin derramar sangre ajena. La firma de Milanés no apoyó esa infame maniobra.

Dadas estas características del artista, quien durante años ha mantenido una actitud consecuente y honesta, alejada de las posiciones oportunistas que lamentablemente han tenido otros artistas e intelectuales cubanos, sorprende que se haya organizado una campaña contra la presentación en Miami de esta gloria de Cuba. Campaña que ha estado respaldada por ciertos políticos cubano-americanos que han hecho sus carreras cultivando el odio y la división entre los cubanos. Pudiera resultar comprensible el resentimiento en el corazón de personas obligadas a marchar al exterior dejando atrás sus bienes e incluso no pocos de ellos habiendo sufrido humillaciones, represión y cárcel. Pero no tiene justificación alguna cultivar el odio e irracionales pasiones desmedidas con fines electorales. Mucho menos tiene explicación arremeter contra una persona que hoy rectifica —como la mayoría de los cubanos ayer engañados— y llama al cambio, ubicándose junto al pueblo.

Como argumento para esta reprobable conducta, que únicamente beneficia al régimen, se esgrime el apoyo de Milanés a la revolución en el pasado, con lo cual de hecho están condenando a la mayoría del pueblo cubano, que lleno de esperanzas lo entregó todo en la defensa de un proceso en el que por años creyó, y que ha resultado una colosal estafa.

La absurda campaña contra Pablo Milanés se inscribe en los variados intentos para dificultar los contactos entre los cubanos residentes en la Isla y los asentados en el exterior, así como debilitar los lazos familiares, fortalecidos en los últimos tiempos por las medidas humanitarias del Presidente Obama dirigidas hacia el pueblo cubano, comprendidas la facilitación de los viajes de los cubano-americanos y el envío de remesas. Pasos que también promueven la independencia del ciudadano frente al poder del Estado, al hacerlo más independiente económicamente.

Un estudio realizado dentro de Cuba recientemente por dos expertos norteamericanos, demostró que las dos terceras partes de las personas consultadas cuentan con las remesas procedentes del exterior como su principal base para iniciar sus negocios. Si triunfaran las iniciativas que intentan eliminar los gestos de la actual Administración, no solo se perjudicarían los lazos familiares entre los cubanos y terminaría la beneficiosa influencia de las visitas desde Estados Unidos, sino que además sería un golpe demoledor contra el incipiente desarrollo de los negocios privados, reforzando nuevamente el papel del Estado en la sociedad. Algo bien acogido por los “ultras” de la Habana, en otra coincidencia entre extremistas.

Por último, ahora se esgrime la modificación de la Ley de Ajuste Cubano para limitar los contactos. Se promueve que los compatriotas acogidos a esa Ley se les retiren el status migratorio si viajan a la Isla antes de cumplirse cinco años de la llegada a Estados Unidos. En el fondo, no existe ningún propósito de mejorar la mencionada legislación. El verdadero objetivo de la supuesta revisión, como de otras iniciativas similares, es reimplantar la limitación a los viajes, torpedear el reencuentro entre los cubanos e impedir la reconciliación. Resulta una maniobra violatoria de la Declaración Universal de Derechos Humanos que en su Artículo 13, inciso 2, establece: “Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluido el propio, y a regresar a su país”. Este engendro soslaya que las personas que abandonan Cuba, están forzadas a hacerlo definitivamente, sin derecho a reimplantarse en el país, dejando su lugar de origen, familias y la totalidad de las pertenencias sin siquiera poder venderlas, obligados por las terribles condiciones económicas, políticas y sociales prevalecientes en Cuba. Realidades que establecen una gran diferencia con las personas que emigran de otros países.

De todas formas las conspiraciones, externas e internas, contra la unidad y el triunfo de la reconciliación serán inútiles. Tanto en Cuba como en Estados Unidos y otros lugares, las ansias de renovación, de dejar atrás el pasado y mirar hacia adelante son indetenibles.


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