Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Un país de papel

Feria del Libro de Miami: Una edición sin 'vacas sagradas', pero con más de 350 autores de los rincones más insospechados.

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Ocho días de noviembre, del domingo 4 al 11, robó la Feria Internacional del Libro de Miami al calendario, para celebrar su cumpleaños número 24 y convertir el downtown de esta aldea grande en el centro de las literaturas contemporáneas.

La Feria de Miami, fundada en 1983 y que se celebra cada año en el Recinto Wolfson del Miami Dade College, se ha convertido con el paso de los tiempos en el evento literario más importante de la nación americana, del hemisferio. Según las estadísticas que arrojan los conteos de autores y público participantes, el evento libresco es superado solamente por la Feria de Frankfurt, en Alemania.

Por estos predios miamitas, durante esa "semana feriada" de noviembre, desfilaron, llenando salones y auditorios, innumerables escritores, premios Nobel, Cervantes, Pulitzer… También se presentó cuanto editor, librero o poeta joven, con libro fresco y digno, haya tenido el valor de enfrentar la persistencia de un público exigente y polémico, tanto para acribillar a un autor o conferencista a golpe de preguntas comprometedoras, como regatear el precio de un libro durante los tres últimos días del evento.

De Octavio Paz a Guillermo Cabrera Infante, de Allen Ginsberg a Harold Bloom, de Camilo José Cela a Mario Vargas Llosa, de E. L. Doctorow a Derek Walcott, de Jorge Edwards a José Kozer, muchos autores de renombre han hablado de sus sueños y pesadillas en pasadas ediciones, codo a codo con las nuevas generaciones de soñadores que llegan a la Feria en busca de nombre y voz propia.

Este año no deambuló por las calles del College ninguna vaca sagrada de la literatura, ni ningún premio gordo, pero más de 350 autores, de los rincones más insospechados, compartieron con el público en las lecturas, conferencias y talleres de escritura creativa, así como coloquios y conmemoraciones. Cada nueva edición de la Feria del Libro de Miami revela un aumento en la participación de quienes escriben en la lengua del viejo Cervantes.

Carlos Victoria in memóriam

Este año regalaron su presencia 57 autores iberoamericanos, entre ellos 26 cubanos que siguen soñando en español, y un extenso puñado de cuban-americans, extraña cofradía de escritores nacidos en este medio siglo de destierro, que cuestionan los espejos en español y salen a la calle gritando sus novelas y poemas en el más puro lenguaje shakesperiano. Son los Pérez o Martínez que alentarán con sus ediciones y títulos de lujo los catálogos en inglés de todas las ferias.

El lunes 5 de noviembre fue presentado un panel compuesto por la traductora Liliane Hasson y los escritores y periodistas Andrés Reynaldo y Orlando Alomá, quienes rindieron homenaje póstumo a nuestro querido amigo y colega Carlos Victoria, fallecido el pasado 12 de octubre. Conmovida y con la voz entrecortada, Hasson habló de sus experiencias como traductora al francés de los textos de Victoria, que calificó de privilegio, y del orgullo de haber promovido la obra del escritor en Francia, donde logró prestigio y reconocimiento mucho antes de ser publicado en España.

Reynaldo contó anécdotas de su amistad con el autor de Puente en la oscuridad y La travesía secreta, y dijo que el homenaje se dio "en una atmósfera humana e inmediata, sin academicismos, donde nos reunimos un grupo de amigos a conversar y reafirmar el compromiso de Carlos con la literatura", agregó.

Alomá, que iba con su discurso preparado para el momento, acabó desahogándose: "todos nos habíamos quedado sin velorio, que hacía falta un cierre, un punto final, una velada donde todos los amigos nos reuniéramos a recordar, a compartir el dolor y a celebrar el paso de una vida".

Donde encontrar refugio

Magníficas fueron las presentaciones de Antonio José Ponte, con su libro La fiesta vigilada, Carlos Alberto Montaner, Daína Chaviano, José Manuel Prieto, Carlos Eire, Matías Montes Huidobro, y las lecturas de poesía de Raúl Ortega, Elena Tamargo, Lucía Ballester y Alejandro Fonseca.

Sobre su visión del evento y la participación de los autores cubanos, el periodista Wilfredo Cancio comentó a ENCUENTRO EN LA RED que "la Feria debería priorizar a ciertas figuras del ámbito de la nueva literatura cubana, como el caso de Ponte, y darles a cada uno de estos nombres importantes una sesión para ellos solos, como han hecho este año con Federico Andahazi y otras figuras latinoamericanas de valor".

Cancio agregó que, "dentro de esta crisis del libro y la lectura entre los más jóvenes, provocada fundamentalmente por la llegada de internet, la Feria debe tener más cuidado con lo que se eleva como promoción literaria, y con los libros de investigación o de perfil periodístico. Deberían decantar más, escoger lo que van a presentar con más cuidado aunque al final resulten menos los autores convocados a las sesiones; pero que alguien que sea presentador de un noticiero o de un talk show de televisión, no tiene necesariamente que ser un buen escritor, ni tiene garantizado, por su trabajo diario, el don de la palabra escrita".

Alejandro Ríos, agudo crítico de cine y miembro del Comité de Autores Iberoamericanos de la Feria del Libro desde 1992, dijo a EER que ha vivido momentos inolvidables en estos años de trabajo, desde "la satisfacción de conocer y darle la mano a un premio Nobel de literatura, hasta compartir palabras y abrazos con los muchachos de las últimas promociones de la América hispana, los muchachos de Macondo".

Pero las dos alegrías que siempre le ha regalado esta semana de noviembre, añadió Ríos, son "ver llegar a Miami a los intelectuales de izquierda, tensos y desafiantes, esperando ser devorados en cualquier instante, y cómo en un abrir y cerrar de ojos se suman al sano embrujo de la fiesta y se deshacen de todos sus fantasmas personales".

Y la más grande de las satisfacciones: "saber que durante la semana de la Feria estamos dando foro para que sean escuchados todos los escritores cubanos de la diáspora, que no tienen un país físico, que viven dispersos por toda la geografía del planeta. Saber que por lo menos una semana al año, todos los escritores cubanos de buena voluntad, vivan o no en la Isla, tienen aquí un país de papel donde encontrar refugio".


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