Actualizado: 15/04/2024 23:17
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Evocaciones del fútbol cubano

A propósito de Alemania 2006: Nombres y pueblos de la Isla vinculados al más universal de los deportes.

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No hay que significar (todo el mundo lo sabe) lo modesto que es el fútbol cubano. Es un singular ejemplo donde la calidad de la afición desborda el nivel de los deportistas.

En Cuba (en todas las islas cubanas) se siente pasión por este deporte; existen plazas de tradicional gusto por lo futbolístico. Entre las más destacadas se encuentra Manatí, en la oriental provincia de Las Tunas. Jugando fútbol en el poblado de Manatí se hizo Ramón Núñez, el delantero más famoso del fútbol cubano, ambicioso para el gol y casi inmarcable en el área chica.

Núñez, por cierto, parecía un ruso en el terreno; su piel blanca, ojos azules y melena rubia alguna vez le hicieron sospechoso de ruso nacionalizado. Pero él era un oriental de pura cepa, con un gran acento regional en su palabra. Lo conocí ligeramente cuando se mudó para Caimito, en Provincia Habana, donde se incorporó con éxito a los equipos de la zona.

La selección nacional que integró Núñez estaba formada por otros jugadores excepcionales. Los porteros Reinoso y Griñán, que fueron pretendidos por algunos seleccionadores de Latinoamérica; el Bufalito Hernández, defensa lateral con unos saques de banda sobre el punto de penalti que emularían hoy los de Roberto Carlos y, por supuesto, Jorge Masó, centro campista elegante en la gambeta y sagaz en la conducción de la ofensiva. Masó fue inspirador del equipo cubano en algunas dignidades olímpicas y regionales; estudió Derecho en la Universidad y, por demás, era un excelente bailador.

Rincón invencible del occidente

Además de Manatí, destacan como plazas futbolísticas importantes Caibarién, Consolación del Sur y Surgidero de Batabanó. Este poblado del sur habanero llegó a ser una suerte de rincón invencible y tramposo para los equipos del occidente cubano. En época de muchísimas privaciones, donde se jugaba sin camisa y zapatos rotos (a veces con botas de trabajo), el equipo de Surgidero consiguió vestir un uniforme negro y amarillo que desconcertaba al rival cuando salía a la cancha.

Batabanó, más que un estadio, era una emboscada. Los hermanos Pedroso, miembros de una familia de futbolistas de Batabanó, llegaron a integrar los equipos más importantes de la Isla, incluyendo la selección nacional.

El pueblo habanero de Bauta es también una sede sobresaliente del fútbol cubano. Recuerdo las calidades deportivas de Richard Lee, Raúl y Mario Socarrás, Raúl Mérida, Antonio Molina, Miguel El Chino González y muchos otros cuyo talento desbordaba las mismas posibilidades competitivas que ofrecía el sistema deportivo cubano para esa disciplina.

Y por supuesto, tampoco puedo dejar de evocar al equipo de fútbol que representó a la Universidad de La Habana a principios de los años ochenta, dirigido por el técnico Orlando de la Fe e integrado por pujantes futbolistas como Cae Cruz (un caboverdiano que capitaneaba la selección), Musa, Ronald, Kapi (jugadores africanos) y Mitjans, Safora, Alexis Carvajal y demás.

El buen recuerdo de todos ellos nos permite olvidar, o recordar con felicidad, fracasos como el de aquellos Juegos Nacionales Universitarios en el Instituto Superior de Ciencias Agronómicas, donde el equipo de "La Colina" llegó con el pretencioso lema de "Campeones o subcampeones", sin poder superar siquiera la primera ronda.

En estos días de competencia es grato evocar estos momentos de fútbol y camaradería. Ojalá que en Alemania 2006 resulte ganador el equipo de cada uno de esos viejos amigos de siempre.