Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Cierre por obras

Derechos Humanos en la ONU: ¿Más de lo mismo?

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Por vez primera desde su fundación hace sesenta años, en 1946, la Comisión de Derechos Humanos, adjunta al Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (ECOSOC), no se reunirá en Ginebra.

Su disolución corresponde a la aspiración del alto ejecutivo de la ONU en materia de Derechos Humanos de crear una nueva estructura, el Consejo de Derechos Humanos (CDH), aprobado el pasado 15 de marzo. Dicho Consejo entrará en vigor a partir del próximo 19 de junio tras las elecciones que para estos efectos se desarrollarán el 9 de mayo en la ciudad de Nueva York, durante el sexagésimo período de sesiones de la institución.

Debilitada en el transcurso de décadas por su ineficiencia y dudosa legitimidad en materia de composición, la antigua Comisión de Derechos Humanos se había convertido en la antesala de un auténtico mercadillo de domingo en que salían impunes aquellos que lograban vociferar más alto su pretendida inocencia, secundados por quienes, como ellos, resultaban los violadores de Derechos Humanos más connotados del planeta.

En numerosas ocasiones, organizaciones no gubernamentales e incluso representantes de otras instancias públicas relacionadas con los Derechos Humanos habían destacado el carácter moribundo e incompetente de dicha Comisión, donde países como Sudán, China, Zimbabwe o Siria, violadores permanentes de estos derechos, no sólo salían indemnes en las resoluciones, sino que cabildeaban para que otros Estados cómplices en este mismo ámbito lograran escapar a un dictamen desfavorable de la Comisión.

Visto desde esta perspectiva, la Comisión no tenía, desde hace varios años, razón de ser. De modo que su desmantelamiento y reestructuración en aras de la creación de un nuevo órgano no podía menos que alegrar a los demócratas del mundo que se habían desentendido desde hace mucho tiempo del imbroglio burocrático y fantasioso que representaba la Comisión ginebrina. Más cuando las pocas condenas o resoluciones que advertían a un Estado violador de Derechos Humanos no constituían garantía alguna para que ese mismo Estado enmendara o revisara su política, arrogándose incluso éste (como en el caso de Cuba) el derecho de impedir el ingreso en el país de un observador o relator designado al amparo de la resolución.

El nuevo Consejo de Derechos Humanos

Resultado de una amplia votación a favor, en la cual sólo Estados Unidos, Israel, las Islas Marshall y Palau se opusieron, quedó aprobada la constitución del Consejo de Derechos Humanos que contará con 47 miembros elegidos por tres años (sin posibilidad de ser reelegidos inmediatamente), tras una votación de simple mayoría regida por un sistema de cuotas regionales definido por áreas geográficas continentales.

Dicho Consejo incluye dos novedades: por una parte, dependerá exclusiva y directamente de la Asamblea General de Naciones Unidas, y por otra, prevé la suspensión de un país que cometa violaciones si se obtiene, por votación, una mayoría de dos tercios de sus miembros. En lo restante, las esperanzas cifradas en este nuevo órgano se han desvanecido aun antes de su puesta en funcionamiento.

Irregularidades crónicas

Lo que ha sucedido es que los cambios introducidos en el novedoso CDH no son más que mero maquillaje para, durante el tiempo que se desconozca su verdadera esencia, crear la ilusión de un ajuste positivo en la antigua Comisión que satisfaga las exigencias de la sociedad contemporánea en materia de Derechos Humanos.

Por otra parte, es de suponer que su creación (poco importan los magros resultados) ha dado trabajo para justificar salarios a no pocos de los efectivos permanentes de este capítulo en Naciones Unidas.


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