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Actualizado: 28/03/2024 20:07

1 de Mayo, Desfile, Cubanos

Aguacero de mayo: ¿Chapuzón de pueblo?

Víctor Hugo: “Entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo consiente, hay cierta solidaridad vergonzosa”

Así como votaron por la Re-Constitución, millones de cubanos llovieron el 1º de mayo por toda la Isla de Cuba pintoresca convocados por el gobierno dictatorial, excepto quizás los cinco millones que ya escuchan y/o ven los hechos ciertos, las opiniones fundadas y aun las lecciones de la verdadera historia de Cuba, como te lo prometió Regalado y RTV Martí te lo cumplió.

El desfile del 1º de mayo y otras peripecias populares insuflan la sospecha de que la dictadura del único partido no tiene ni siquiera que recurrir al fraude masivo, como alegan ciertos observadores, sino que puede darse el lujo de publicar los grandes saltos del abstencionismo —de 265 mil (2008) a 792 mil (2013) a 1 millón 300 mil (2018)— amén de los casi 2 millones de electores en contra de la Re-Constitución, pues así y todo mantiene la fuerza del número. Más de millón y medio de cubanos que viven fuera, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU, no marcan diferencia política dentro.

Pasado vigente

Dizque el coronel mambí Aurelio Hevia, bien parado ya en la Secretaría de Estado de la administración Estrada Palma, despachó al pueblo de Cuba con que “la conquista común era sólo la independencia, no la democracia o la libertad” [1]. Al parecer estas dos conquistas se arrastran como pendientes porque Cuba es más bien una nación incompleta y los cubanos, como sugiere Jorge Ríopedre, “permanecen divididos por un trastorno de identidad” [2].

Tenemos por ejemplo los cubanos que optaron racionalmente por salir de Cuba en vez de seguir la guerra perdida por la patria contra el castrismo. Así ganaron sus guerras personales, pero se deshacen en elogios y halagos a quienes vocean afuera y hacen dentro guerritas tan irracionales como recoger firmas, marchar los domingos, presentar proyectos, dar muela por ahí, tirar campañas por Internet y otras cositas que hasta el bobo de la yuca sabe que nunca llegarán a nada. Tenemos entonces la mera hipocresía o el trastorno de arrepentirse de la opción racional propia, pero al instarlos a la repatriación para cerrar filas con aquellos que aún dan guerra por la patria o a que aflojen el bolsillo para contribuir a la causa, la inmensa mayoría de esos cubanos suele arrepentirse de haberse arrepentido.

Caso de psiquiatría

Repasemos otro caso ejemplar: Todos Marchamos. Hoy se reduce a unas cuantas Damas de Blanco tratando de salir los domingos ya no a marchar, sino dizque a la iglesia, con Berta Soler alzando un cartelito cheísimo —indigno de los premios Sajarov y Friedman— frente a su propia casa, al solo efecto de que tiren la foto que saldrá el lunes en algunos sitios afuera.

Todas y cada una de las fotos muestran cómo la falta de libertad viene convoyada con la falta de pueblo para luchar por ella. Cuba no es un país libre si la policía se tira encima de Soler por blandir un cartelito. La prueba concluyente de que un país es libre radica en el grado de libertad que tienen las minorías de abajo frente a la minoría de arriba o gobernante. La otra cara es que el pueblo cubano no lucha por la libertad, pues en derredor de Soler y sus damas nunca se ve un alma que no sea agente de la represión o de la indiferencia.

Así y todo, las minorías opositoras justifican sus reclamos de libertad y democracia con que luchan en nombre de y por eso que llaman pueblo, tal como hace la minoría gobernante para justificar su ejercicio dictatorial del poder. Y puesto que pueblo no pueden ser ni todos (como en la república quimérica de Martí) ni tales o cuales totalidades indivisibles (como la unidad ficticia del Estado totalitario de Castro), sólo queda concebirlo en términos de cierta mayoría.

Ante el problema de cuántos muchos forman el pueblo, el gobierno cubano ha mostrado hasta ahora mejor contabilidad en las votaciones y mejor visibilidad en las calles que la oposición. En Venezuela, eso que llaman pueblo parece distinto hasta con sus cadáveres en las calles. No me vengan con cuentos y cuenten: sobran dedos de las manos para señalar a los opositores muertos, por lo que sea, desde que Castro tuvo la sirimba intestinal hace más de una década.

Los adalides de la libertad y la democracia en Cuba alegarán fraude en la votación y represión en la calle, pero así vienen tirando hace rato, mientras el pueblo pasa y se van poniendo viejos. El curioso caso de estos adalides es que también alegan hablar en nombre y a favor del pueblo cubano cuando critican los tantísimos males del castrismo, sin aprender la lección histórica que hacia 1864 impartió Víctor Hugo: “Entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo consiente, hay cierta solidaridad vergonzosa” [3].

Coda

Sin embargo, no hay por qué apesadumbrarse. Quien promovió Todos Marchamos ya no marcha, pero marca en RTV Martí. En entrevista con el hijo de Tomás Regalado puntualizó: “El pueblo cubano está rompiendo el estado hipnótico en que ha vivido”. Así que ya se enteraron cinco millones de cubanos, tal como te lo prometió Regalado y RTV Martí te lo cumplió. La solidaridad vergonzosa está a punto de romperse.

Notas

[1] Ferrara, Orestes: Memorias. Una mirada sobre tres siglos, Ediciones Universal, 1975, 122. Hevia actuaría en consecuencia. Siendo ya Secretario de Gobernación de la administración García Menocal, propició el fraude electoral escandaloso con que El Mayoral enrumbó hacia su segundo mandato (1917-21).

[2] Cuba: La lucha por su identidad, Verbum, 2018, 17.

[3] Guillermo Shakespeare, traducción de Antonio Aura Boronat, Saturnino Calleja, 1880, 285.

© cubaencuentro

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