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Elecciones, Presidencia, Castro

Elecciones 2018: cierre y salida

A pesar de la decadencia del tardocastrismo, la oposición pacífica es más decadente todavía porque no logra el propósito declarado y acaba por no servir para nada

¿Se acuerdan de la campaña Todos Marchamos —digo: Más Castrismo Para Qué— promovida por el actor político Antonio Rodiles y su troupe? Amén de #MásCastrismoParaQué circularon otros hashtags en el ciberespacio, como #NoSalgasAVotar. En el espacio terrenal del pasado domingo de represión, la campaña arrojó tremendo éxito, como puede apreciarse en la tablita comparativa de cifras preliminares de participación del electorado [8.926.575 electores registrados en 2018]:

2013201520172018
89.68 %88.30 %85.94 %82.90 %

El movimiento de pinzas por el abstencionismo en el insilio y por Cuba Libre en el exilio provocó un bajón de casi el 7 % en la concurrencia a las urnas con respecto a las elecciones generales anteriores. Desde luego que no ir a votar (o irse del país equivale) a desertar en política [1], pero vamos a sumar como electores en oposición, gratia arguendi, todo el abstencionismo [1.526.684], toda la emigración [2,5 millones] y todos los electores que sí votaron inequívocamente contra del gobierno anulando sus boletas [93.239] o dejándolas en blanco [319.675]. Así tenemos 4.439.598 opositores. Así y todo, el tardocastrismo ganó con 6 986 977 electores que votaron por todos, algunos o al menos uno de sus 605 candidatos a diputado.

El miedo, ¿devora el arma?

No me vengan con que muchos votaron de este modo por miedo, porque sí eso que llaman pueblo de Cuba teme a votar contra el gobierno, jamás tendrá el valor de alzarse ni de salir a la calle en franca rebelión. Tampoco me vengan con represión ni fraude, que siempre han sido y serán datos de partida para planificar cómo lidiar con una y otro antes que excusas para justificar fiascos.

Para las elecciones municipales, #Otro18 (siempre hay que poner hashtag) dispuso de seminarios y talleres, planillas y manuales, conferencias de prensa y otros recursos mediáticos e inmediatos, pero no pudo colar ni siquiera un precandidato —de casi 200 empollados y pregonados— entre los nominados por sus vecinos como candidatos a delegados de las asambleas municipales. Sin ningún bombo ni platillo, dos opositores fueron nominados en las elecciones municipales de 2015.

Delante de las narices tenemos entonces una oposición pacífica que, ya sea por ir a la guerra electoral o por abstenerse de darla, refuta el teorema de que “el idealismo político logra su ápice en oposición a sistemas políticos en decadencia” [2]. A pesar de la decadencia del tardocastrismo, la oposición pacífica es más decadente todavía porque no logra el propósito declarado y acaba por no servir para nada, ya que la única alternativa a la guerra electoral es la guerra civil, que el castrismo ganó contra los grupos del anticastrismo armado, y el tardocastrismo tiene ganada hoy tras haber infiltrado los grupos de la oposición pacífica hasta el tuétano y saber que ninguno tiene para movilizar hacia la revuelta popular ni al abstencionismo ni a la emigración ni a los votantes en contra del gobierno.

Pierde sentido entonces criticar la irracionalidad del anticastrismo tardío, que se ilustra ejemplarmente con la gráfica del Foro por los Derechos y Libertades en #MasCastrismoParaQué (siempre hay que poner un hashtag). Junto a Raúl Castro y Díaz-Canel aparecen Alejandro y Mariela Castro Espín, por obsesión con los Castros, y hasta el coronel Abel González Santamaría, por aún menos higiene mental.

No vale la pena criticar a quienes ni atienden a los hechos ni proceden con otra lógica que sobrevivir mediáticamente en el exterior, al amparo del desespero, el embullo y/o la estupidez de quienes asignan con ineficacia e ineficiencia las migajas pro democracia de presupuestos extranjeros. El alarde de que el partido comunista es inmortal persistirá en la Isla de Cuba pintoresca mientras su elite acapare la triada indispensable para gobernar: “conocimiento, coherencia y conspiración” [3].

Elite gobernante

Es alarmante comprobar cómo hasta las siluetas intelectuales del anticastrismo tardío no saben de la misa la media. Visto que sí son capaces de embarajar en una cuarta de tierra santa, como el pedacito del decoro que exige cejar en el error, hay que cortar y pegar este pasaje del Dr. en Historia Rafael Rojas Gutiérrez en Estudios de Política Exterior [No. 181, Enero-Febrero 2018] sobre el sistema electoral:

Pasaje del Dr. en Historia Rafael Rojas Gutiérrez en Estudios de Política Exterior [No. 181, Enero-Febrero 2018]

Un sucesor que se proclamará sin ganar ni perder elección, sea cual sea el porcentaje de votos que obtenga, es delirio de docta ignorantia, pero no de tabula rasa, sino succida. Tal como prescribe la Ley Electoral (1992), el sucesor —designado por el Buró Político y confirmado por el Comité Central— tiene que someterse de todas formas a elección en la nueva Asamblea Nacional, que emerge de los comicios generales, y ganar con “más del cincuenta por ciento de los votos válidos emitidos” (Artículo 141).

Sentado que así —y no como dice el Dr. Rojas Gutiérrez— el primer vicepresidente actual, Miguel Díaz-Canel, asumirá la jefatura de Estado y Gobierno, separada de la jefatura del Partido por primera vez en la historia del tardocastrismo, la incógnita recae en quién ocupará entonces la vicepresidencia primera. “Algunos observadores [y] expertos“ andan ya con que la reforma constitucional pendiente podría instaurar “un poder bicéfalo” mediante la separación de las presidencias del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros (Gobierno), como si al tomar posesión en 2008 Raúl Castro no hubiera dictado “que el mismo compañero desempeñe, como hasta ahora, estas dos importantes responsabilidades”.

En “Señalética política y cubanología“, el historiador Jesús Rosado expone cómo el análisis de contenido iconográfico en la prensa oficial cubana arroja que la ingeniera forestal Mercedes López Acea, “eficiente primera secretaria del Partido en la capital” [Raúl Castro dixit], aparece con suma frecuencia junto a Díaz-Canel en los actos oficiales, amén de que encaja perfectamente en el pregón de renovación y diversidad del alto mando tardocastrista por ser mujer cincuentona de tez morena. Al igual que el teniente coronel de la reserva Miguel Díaz-Canel, Mercedes López Acea cursó la Especialidad de Seguridad y Defensa Nacional en el centro de educación superior —Colegio de Defensa Nacional (CODEN)— adscrito al MINFAR.

Aunque no deja de ser especulativo, el ejercicio de Rosado aventaja por mucho las calistenias de opinión en los mentideros de Miami. Entre los demás miembros del Buró Político, Machado Ventura y Ramiro Valdés deben seguir a Raúl Castro en jubilarse de la administración central del Estado. Esteban Lazo y Salvador Mesa desempeñan funciones más bien protocolares, sin el talante gubernativo que sí tienen Bruno Rodríguez y Marino Murillo, pero en quehaceres tan importantes como específicos para dejarlos por la vicepresidencia primera. Tampoco hay indicios serios de que pase a vice-presidir nadie del trío de generales septuagenarios (Cintra, Espinosa y López-Miera) ni del quinteto más joven [4] que ascendió al Politburó en el VII Congreso del PCC (2016).

Coda

A la salida de Batista, el general Eulogio Cantillo asumió la jefatura militar e intentó repetidamente hablar por teléfono desde La Habana con Fidel Castro, quien no atendió ninguna llamada y largó: “Los locos son los únicos que hablan con cosas inexistentes (…) Todo el poder es para la Revolución”.

Mientras los números electorales continúen dando legitimidad o fuerza para arrogarse la potestad de representar a eso que llaman pueblo de Cuba, el gobierno mantendrá la cordura política de no hablar con cosas tan inexistentes como una oposición de líderes sin masa ni siquiera virtual [5].

Ya lo dijo Fidel Castro antes de ir al hospital: “[Seríamos] unos imbéciles y unos incapaces si nos dedicáramos a atender o a hacer aquí un debate parlamentario porque diez mil personas lo deseen, o pueden ser cien mil (…) Para revocar el carácter socialista hay que hacer una revolución” [6]. Y como nadie va a hacerla por las malas, todo el poder seguirá en manos de los herederos de la revolución originaria, ya que por las buenas sólo cuentan los votos y, en el contexto electoral, impera la tiranía de los números: “La minoría no tiene derechos; los perdedores son eliminados y basta” [7].

Notas

[1] Esta equivalencia quedó demostrada por el scholar germano-americano Albert Otto Hirschman en Exit, Voice, and Loyalty (Harvard University Press, 1970).

[2] Este teorema fue formulado por otro scholar germano-americano, John Herz, en Political Realism and Political Idealism (University of Chicago Press, 1951, 42.168).

[3] Esta tríada fue definida, ¡qué casualidad!, por otro scholar germano-americano, James Meisel, en The Myth of the Ruling Class (University of Michigan, 1958, 4).

[4] Sólo Roberto Morales, ministro de Salud Pública, se desempeña en la administración central del Estado. Ulises Guilarte y Teresa Amarelle ocupan las secretarías generales de la CTC y de la FMC, respectivamente; Miriam Nicado es rectora de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) y Marta Ayala, vicedirectora general del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB).

[5] Al principiar marzo, los seguidores en Facebook de Antonio G. Rodiles eran 294 y en Twitter, 7.842. En Facebook, Estado de SATS y el Foro por los Derechos y Libertades tenían 5.173 y 1.239, respectivamente.

[6] Biografía a dos voces, Debate, 2006, 392.555.

[7] Giovanni Sartori, ¿Qué es la democracia?, Taurus, 2003, 136 s.

© cubaencuentro

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