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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Cumbre Rusia-UE

Asuntos espinosos

Sombras en las relaciones del Kremlin y Bruselas: el punto más ácido de la reunión fueron las sanciones impuestas por Rusia a algunas ex repúblicas soviéticas.

Sin acuerdos y más distanciadas que nunca terminaron Rusia y la Unión Europea una reciente reunión cumbre, donde quedaron pendientes los grandes temas de la agenda bilateral, debido sobre todo a las críticas cruzadas entre ambas partes sobre derechos humanos y política regional en el Este de Europa.

La tirantez durante la cita, celebrada el 18 de mayo en la ciudad rusa de Samara, a orillas del río Volga, se hizo evidente por la ausencia de un comunicado final, como había sido la costumbre en anteriores reuniones, y que en vez de discutirse los temas importantes previstos, como comercio, energía y el futuro de Kosovo, sólo se firmó un puñado de acuerdos marginales destinados a mejorar la cooperación económica bilateral.

La mayoría de los analistas consultados por Encuentro en la Red señalan como el punto más ácido y explícito de las diferencias el relacionado con las sanciones impuestas por Rusia a Polonia, Estonia y Lituania, países miembros de la Unión con los cuales Bruselas se solidarizó por considerar las medidas rusas sin fundamento económico y más bien un castigo político.

Por otra parte, los expertos también señalan que quizás ninguna de las dos partes (Rusia y la UE) tienen apuro en alcanzar un nuevo acuerdo ahora, ya que el Pacto de Amistad y Cooperación vigente, firmado en 1997, no expira hasta dentro de seis meses y en cualquier caso podría ser prorrogado cada año si no hubiese uno nuevo a mano.

¿Por qué esperar? Vladimir Votapec, especialista checo en Rusia, afirma que aunque el acuerdo de 1997 ya no refleja la realidad de las relaciones bilaterales, es muy probable que Bruselas desee esperar los resultados de las elecciones parlamentarias en Rusia (diciembre de 2007) y las presidenciales de marzo de 2008, para negociar un nuevo acuerdo con el Kremlin.

La Cumbre de Samara

En este contexto se desarrolló la Cumbre. La canciller alemana Angela Merkel, presidenta de turno de la Unión Europea, tomó una posición crítica frente a Moscú, a cuyo gobierno reprochó el embargo de 18 meses que mantiene sobre las importaciones de carne polaca aduciendo razones sanitarias, cuando ese producto entra libremente en la UE, donde existen normas más estrictas.

Al respecto precisó: "el problema de la carne polaca es un problema europeo". Y más adelante agregó: "y también me preocupa mucho por qué algunos grupos de la oposición rusa tuvieron problemas para llegar aquí y expresar sus opiniones". Se refería a las detenciones de activistas que protestaron contra el gobierno ruso.

Otra queja de Bruselas contra Moscú son las medidas que han dejado a Lituania sin petróleo desde hace 11 meses por supuestas reparaciones en el oleoducto del norte, que increíblemente sí funciona para bombear combustible a otros estados de Europa Occidental, como Alemania.

En cuanto a Estonia, una guerra cibernética proveniente de Rusia ha dejado a sus webs oficiales prácticamente inservibles, según denunció el gobierno estonio hace unos días, al acusar a Moscú de represalias por la política de esa antigua república soviética.

Durante un intercambio de recriminaciones, el presidente ruso Vladimir Putin se quejó: "en Estonia y Lituania se persigue a los rusos y nadie ha hablado a favor de ellos". Con respecto a Polonia, dijo a Merkel: "hace un año que los polacos se niegan a negociar el problema de la carne con Moscú, gracias a Dios que ahora ha llegado la Canciller alemana para representar sus intereses".

El Kremlin asegura que en Lituania y Letonia se violan los derechos de las minorías rusas. La situación se ha hecho más violenta después que el gobierno estonio decidió mudar una estatua del soldado soviético del centro de la capital hacia un cementerio militar. Los hechos desembocaron en violentas manifestaciones en Tallin y Moscú.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, también cerró filas con los países mencionados y advirtió durante la Cumbre que cualquier acción contra un Estado de la UE sería considerada contra toda la organización. "Es muy importante que la colaboración con Bruselas se base en los principios de solidaridad entre sus miembros".

Putin, por su parte, contestó: "la policía de Estonia no sólo dispersó a los manifestantes (en Tallin), sino que asesinó durante los disturbios a un ciudadano de etnia rusa. Nosotros lo que demandamos es que los criminales sean juzgados". Y dijo que la oposición interna rusa debe ceñirse a los límites que establece la legislación, "tal y como se hace también en Occidente".

En el caso de Kosovo, Rusia amenazó con vetar la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que recomienda otorgar la independencia de facto a esta región que fue parte del territorio de Serbia. El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, recalcó que "el futuro de Kosovo debe decidirse en negociaciones entre Belgrado y Pristina", y calificó de "instintos coloniales" el deseo de pasar ese documento.

Los tiempos han cambiado

Los especialistas estiman que el aumento del autoritarismo en Rusia es uno de los encontronazos que afectó la Cumbre. Esto se puso en evidencia cuando Barroso dijo a la prensa que "forman parte de los principios sagrados de la UE, la democracia y la libertad de prensa y de expresión".

El analista Votapec recuerda que la Rusia de Putin ya no es la misma que la de su antecesor, Boris Yeltsin, quien firmó el documento original de colaboración con Bruselas; ni tampoco la UE, que entonces contaba con 12 miembros, se parece a la actual de 27 Estados.

Así que es fácil deducir, agrega el analista, que Bruselas no quiere comprometerse con Rusia hasta que se celebren las elecciones generales de diciembre y marzo próximos. Esos comicios serán cruciales para el rumbo que tomará Moscú en el futuro inmediato.

En su opinión, tampoco la Unión Europea está preparada porque tiene pendientes algunos temas internos, como lograr una política energética común frente a Rusia. Pero lo más importante, añade, es no apresurarse en dar un respaldo indeseado a la presidencia de Vladimir Putin, con cuyos métodos autoritarios Bruselas se siente insatisfecha y preocupada.

De modo que las disputas entre Moscú y algunos miembros de la UE han ensombrecido las relaciones del Kremlin con Bruselas, pero no tanto como para que Merkel y Barroso hayan expresado su deseo de que las negociaciones se mantengan a fin de alcanzar un nuevo acuerdo conveniente para ambas partes.

Así que después de todo, dicen los expertos, quizás Bruselas se esconde detrás de las disputas de los nuevos miembros postcomunistas con Rusia para aplazar decisiones que todavía no considera maduras.

© cubaencuentro

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