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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Reportaje: Ucrania

Elogio y diatriba de Yushchenko

La crisis económica le pasa factura en las urnas, pero logra por primera vez unas elecciones transparentes en el ámbito ex soviético.

Los ucranianos decidieron con su voto democrático esta primavera decir a los líderes de la Revolución Naranja lo desencantados que están de su gestión y favorecieron las posiciones de la oposición. Este cambio repentino, dicen los analistas, ha abierto la posibilidad de una reconciliación política nacional, una alternativa que es seguida con interés no sólo por el Kremlin, sino también desde Bruselas y Washington.

Como muchos expertos, el profesor de la Universidad de Columbia Marshall Shulman expresó al respecto: "Es cierto que el voto de marzo 26 en Ucrania causó algunas inquietudes en Occidente… pero en realidad la situación es muy positiva por dos razones: por primera vez en una ex república soviética se celebraron unas elecciones que cumplen con todos los estándares democráticos…".

Y además, agregó: "Rusia, Estados Unidos y Europa, que tuvieron en 2004 agendas competitivas con respecto a Ucrania, ahora no saben a qué candidato apoyar, y han comenzado a pensar que dentro de Ucrania hay un potencial de convergencia de las fuerzas políticas, y es bueno que nos importe más el resultado del proceso que el caballo por el cual apostamos".

¿Qué es lo que ha pasado en Ucrania para que en un año los ciudadanos de esta ex república soviética hayan cambiado sus preferencias electorales y dejado al Partido Nuestra Ucrania del presidente y líder de la Revolución Naranja, Víctor Yushchenko, por detrás (15% de los votos) del de su antigua aliada Yuliya Tymoshenko (23,4%) y del de su adversario y proruso Víctor Yanukovich (30%)?

Todo el mundo recuerda el otoño de 2004, cuando las calles de Ucrania se cubrieron de banderas naranjas y la gente se lanzó contra el régimen corrupto y antidemocrático del ex presidente Leonid Kuchma, quien con su camarilla de comunistas arrepentidos había hundido a este país de 48 millones de habitantes en la miseria y la corrupción.

Aquella revuelta popular logró revertir los resultados de unas elecciones declaradas fraudulentas por las instituciones democráticas. El candidato así elegido, Víctor Yanukovich, fue barrido de la escena en una segunda vuelta por el entonces triunfante Víctor Yuschenko, quien ganó por un amplio margen con la promesa de acabar con la mafia, devolver la prosperidad al país y reinstaurar la democracia.

En su programa, ampliamente apoyado por Estados Unidos y la Unión Europea, figuraba también un acercamiento acelerado hacia Occidente, consistente en obtener la membresía de Ucrania en las estructuras de la UE y la OTAN.

Elecciones de marzo 26

Todos los analistas coinciden en que lo más significativo de las elecciones parlamentarias ucranianas del 26 de marzo pasado fue el ambiente previo de franca decepción del electorado ante la gestión de Víctor Yushchenko y su partido Nuestra Ucrania.

Las razones de esta desilusión fueron varias. En primer lugar, jugó el fracaso económico de su administración. En vez de cumplir las promesas de mejores salarios y oportunidades de trabajo, durante su período el PIB (Producto Interno Bruto) del país cayó de 12% en 2004 a sólo el 2,6% en 2005, y creció la inflación y el desempleo.

Esta situación se agravó debido a la política de enfrentamiento que mantuvo Yushchenko frente a Rusia, principal suministrador de energía y materias primas del país y principal mercado. Sus disputas con Moscú sobre el futuro de la Flota Rusa en el puerto de Sebastopol y la agria pelea por los precios del gas provocaron en la opinión pública la percepción de que había que buscar otros caminos para encontrar soluciones locales.

Otra clave que hizo a la gente pensar que no se estaba cumpliendo con las metas de la Revolución Naranja fue el tema de la corrupción. La ex socia de Yushchenko, Yuliya Tymoshenko, se alejó de su lado y le acusó de haber tenido "mano suave" con los funcionarios corruptos del ex presidente Kuchma, que salieron de la administración libre de cargos, después de haberse robado medio país.

La Tymoshenko —también conocida como La Princesa Naranja—, viendo el barco hundirse, aprovechó el hecho de haber sido destituida de su cargo de primera ministra y creó su propio partido llamado Bloque YT (Yuliya Tymoshenko), con el que fue a las urnas con una propaganda populista que prometía eliminar la corrupción, bajar los precios y reforzar los servicios sociales.

En este contexto surgió como favorito el Partido de las Regiones, cuyo líder es el defenestrado en 2004, Víctor Yanukovich, quien después de haberse reciclado como prooccidental y al mismo tiempo pro Moscú, se despidió de sus consejeros políticos rusos y contrató para su campaña electoral a un alto ejecutivo del Partido Republicano, jefe de la campaña electoral de ese partido estadounidense en tiempos de Reagan y Bush padre.

También pagó a una empresa norteamericana de relaciones públicas, financiada por el hombre más rico de Ucrania, Rynat Akhmetov (quien también iba en la boleta electoral), para que rehiciera su imagen. En las listas de este partido también está la activista por los Derechos Humanos en el Parlamento, Nina Karpachova.

En estas condiciones, a Yanukovich no le fue difícil convencer a los ucranianos de que lo que el país necesita es un hombre que, al mismo tiempo que se acerque a Occidente, no le cierre la puerta a los rusos. Prometió que utilizaría su influencia en el Kremlin para lograr reducir los precios del gas y estimular de nuevo el ritmo del crecimiento industrial.

Con estas promesas y con la consigna de "competir en la economía sobre todas las cosas" ganó el favor de las regiones del sur y suroeste de Ucrania, las más industrializadas y rusófilas, con lo cual conjura el peligro de una división del país, una posibilidad que el mismo Yushchenko temió.

Así que estas elecciones en Ucrania, verdaderamente democráticas según Occidente, sirvieron para elegir a 450 parlamentarios que ahora tienen la responsabilidad de designar al nuevo primer ministro, con más poderes que sus antecesores, ya que la profunda reforma constitucional aprobada a fines de 2004 implica el tránsito del presidencialismo al parlamentarismo.

Aunque participaron 45 partidos, sólo cinco alcanzaron más del 3% de los votos, mínimo requerido para tener asientos en el Parlamento. Estos partidos fueron Partido de las Regiones de Yakunovych (30%); Bloque YT (Yuliya Tymoshenko) (23,4%); Nuestra Ucrania de Yushchenko (15%), Partido Socialista (7,5%) y Partido Comunista (5,05%).

La difícil tarea de formar coalición

En el futuro inmediato, el presidente Yushchenko se enfrenta con la difícil tarea de formar una coalición que gobierne Ucrania, ya que ninguno de los tres partidos más fuertes puede hacerlo en solitario.

Su rival Yanukovich ya ha declarado que está listo para trabajar con cualquier fuerza política elegida democráticamente, siempre y cuando se respete la línea principal de su programa electoral: "competencia económica sobre todas las cosas", y dijo que aceptaría cualquier compromiso "por el bien de la estabilidad y la recuperación económica".

El Partido de las Regiones promueve también las autonomías regionales y un vínculo estrecho con Rusia, y aunque no descarta colaborar con Occidente, se opone a la integración en la OTAN.

Por su parte, la Tymoshenko no está tan orientada al mercado, pero sí mirando a Europa. Ella misma se considera "la única fiel a la Revolución Naranja" y hay una fuerte presión popular para que revierta su ruptura con Yushchenko, aunque la mayoría de los analistas estiman que una coalición entre los dos ex aliados daría a luz un gobierno de corta duración.

En cambio, expertos como Vladimir Zharikhim comienzan a ver una alianza entre Yanukovich y Yushchenko como "lo más ventajoso en el largo plazo", ya que Yanukovich está en una posición cómoda porque la Revolución Naranja no pudo cumplir sus promesas y porque la economía ha empeorado. Él se presenta como el más capaz para restablecer las relaciones de amistad con Moscú.

Zharikhin, del Instituto para la Comunidad de Estados Independientes (CIS), con sede en Moscú y dedicado a estudiar las relaciones entre Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas, cree que "lo más saludable para Ucrania es que sus aliados aligeren la presión para que el país encuentre su estabilidad".

Otros, como Roman Zvarych, segundo jefe de la campaña electoral de Nuestra Ucrania, estima que si este partido forma coalición con Yanukovich "sería el suicidio político del presidente Yushchenko", porque "representaría una traición a la Revolución Naranja"; pero admite que "el divorcio" Yushchenko/Tymoshenko "desilusionó a millones de ucranianos".

El comentarista ruso Vladimir Simonov admite que en estos momentos el presidente Yushchenko está "entre la espada y la pared porque ninguno de los líderes posibles de coalición son cercanos a él", pero "debido al bajo perfil de su partido en las elecciones, no le queda otra opción que concertar un matrimonio de conveniencia de algún tipo".

Y vaticina: "un nuevo gobierno Naranja con Tymoshenko sólo le traería dolorosos compromisos políticos y no sería estable", pero "hasta en Estados Unidos y la UE han comenzado a ver con interés una coalición entre Yushchenko y Yanukovich, que el actual presiente podría presentar como un acto de reconciliación nacional en un país profundamente dividido".

© cubaencuentro

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