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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Venezuela

Extraña sabiduría

Mientras Chávez criminaliza las protestas estudiantiles, cae su popularidad interna y los vecinos le plantan cara.

Al chavismo no se le ve hoy el largo aliento que en sus albores algunos le atribuyeron. Su obsesión de hegemonía lo socava, pero también su insólita capacidad para enajenarse aliados y simpatizantes.

Hace apenas unas semanas, el presidente de Venezuela arremetió contra el Senado chileno, que había advertido sobre las consecuencias para la democracia del cierre del canal opositor RCTV. Chávez fusiló entonces a esa instancia legislativa con un adjetivo: "fascista". La socialista Michelle Bachelet, a pesar de sus simpatías de entonces, tuvo que responderle.

Sordo a los reclamos internos y foráneos, el jefe de Miraflores impondría finalmente su objetivo: clausuró RCTV y el previsible efecto fue una oleada mundial de repudio y de protestas nada pasivas en Venezuela. Aún lidia con ambos problemas.

Llama la atención que muchos de aquellos que en la izquierda latinoamericana sonreían ante las descalificaciones de Chávez, con un "todos sabemos cómo es él", hayan decidido no colocar paños tibios ante el cierre del canal.

Rebelión sudamericana

El presidente del Partido Socialista chileno, Camilo Escalona, comparó la acción de Chávez con los tiempos del régimen de Augusto Pinochet, y añadió: "Para nosotros, como fuerzas progresistas y de izquierda que fuimos perseguidos por publicar un diario ilegal —no podíamos publicar uno legal—, la libertad de expresión es esencial".

Estas ideas, más que la vocación totalitaria de Chávez, grafican lo descontextualizado de su política, el desfase de sentido histórico de un proyecto sin real expectativa en el mundo actual.

El senador socialista chileno Jaime Naranjo dibujó exactamente la incongruencia histórica del chavismo durante el debate que antecedió la aprobación de una nueva censura contra la desaparición de RCTV el miércoles pasado, donde, por cierto, también se aprobó un acuerdo que pide al ejecutivo rechazar toda forma de prisión por motivos políticos e ideológicos en Cuba, entre otros aspectos.

Señaló Naranjo que para que "los socialistas del siglo XXI sean creíbles en la sociedad chilena, deben defender todos los derechos humanos y políticos".

No son los de hoy, sin duda, aquellos tiempos en que Fidel Castro vilipendió, silenció y liquidó todo lo que en Cuba oliera a independencia periodística y opinión que no fuera la suya. Chávez vive a caballo entre el presente milenio y la ilusión de imperar a lo Castro. Que le pida a éste que vuelva a ponerse su uniforme verde olivo, es más que anecdótico. En tal descolocación radica su problema. Él no entiende el carácter de los tiempos que corren. A un muerto acaso se le pudiera revivir, pero no una época pasada.

Conste que el rechazo de la izquierda hacia los aliados del chavismo se va ensanchando en la zona. Recientemente, grupos políticos de izquierda en Ecuador retiraron su respaldo al presidente Rafael Correa, al que calificaron de "autoritario", "arrasador" y que pretende una "concentración de poderes".

A pesar de su ya clásica poca suerte para la frase coloreada, el presidente George Bush apuntó no hace mucho al "populismo superficial" de Chávez, una tautología tal vez dicha a conciencia.

Contra Lula

De encontronazo en encontronazo, tocó el turno al Senado brasileño, el cual dio visto bueno a un acuerdo donde legisladores de la oposición y del oficialismo se mostraron "contrarios a la decisión de no renovar la concesión a RCTV".

El contraataque de Chávez fue demoledor y, como siempre, histriónico: "Mis condolencias para ese pueblo" que tiene un Congreso "que repite como loro lo que dicen en Washington".

Seguidamente estampó una frase para la galería, pero con desliz evidente: "Será mucho más fácil que el imperio portugués vuelva a instalarse en Brasilia a que el gobierno de Venezuela le devuelva la concesión que terminó a la oligarquía venezolana". Brasilia, como urbe capitalina, nació en 1960, y ni soñar que volvieran los portugueses a una sede de gobierno donde nunca estuvieron.

Al presidente brasileño no le dejó su homólogo en Caracas otro remedio que ripostar y defender las instituciones nacionales, indicar a Chávez que se ocupe de Venezuela como él de Brasil y ordenar a la cancillería que citara al embajador venezolano para que diera cuenta de las afirmaciones de su jefe.

Al Senado brasileño se le habían adelantado otros gobiernos, legisladores y entidades de variada índole, pero al parecer Chávez considera que la lealtad hacia él de un político con las raíces proletarias de Lula, no debe enseñar ni titubeos ni límites. Estaba, otra vez, equivocado.

Batallas en camino

Aunque la 37ª Asamblea General de la OEA tenía sus temas "preaprobados" y su secretario general, José Miguel Insulza, descartó desde un principio la posibilidad de que el asunto se incluyera en la agenda o en la declaración final, no faltarán esfuerzos en otros foros para censurar a Venezuela como resultado de una decisión de ámbito internacional.

Por lo pronto, la secretaria norteamericana de Estado, Condoleezza Rice, en su discurso ante la Asamblea, pidió que Insulza encabece una misión a Venezuela con el propósito de elaborar un informe sobre el caso de la emisora. El canciller venezolano, Nicolás Bueno, respondió con dureza, pero a una sala sin la Rice.

Mientras Chávez ataja multitudinarias protestas estudiantiles, amenaza a todo el que se le oponga y envía "al carajo" a quienes engloba como "representantes de la burguesía internacional", su popularidad ha ido cayendo, en tanto RCTV asciende en la simpatía popular.

Óscar Schemel, director de la consultora Interlaces —la misma que vaticinó el triunfo chavista en diciembre pasado—, dijo que la opinión negativa sobre Chávez trepó al 54%, contra 36 la que lo respalda. La antes repelida RCTV subió al 51%.

Los valores democráticos de la sociedad venezolana reflorecen en consenso nuevo. El 70% de los encuestados por Interlaces respondió que la democracia está amenazada y el 75 piensa que la propiedad privada está en peligro.

No faltan observadores que advierten sobre un incremento de la tensión que, bajo determinadas circunstancias, desembocaría en guerra civil.

Más allá de su sabiduría para granjearse enemigos, a Chávez al cabo se le recordará por lo mismo que a Castro. Se le acusará de desaprovechar un momento en que Venezuela debió dar un salto incalculable. Ciertamente, de ningún modo puede esperarse absolución de una historia que se desaprovecha.

© cubaencuentro

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