Ir al menú | Ir al contenido

Actualizado: 13/05/2024 23:57

Chile

¿Incógnita o certidumbre?

De ingresar Chile en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, no tiene otra alternativa que condenar las violaciones de La Habana.

Con motivo de la victoria de Michelle Bachelet en las elecciones chilenas de diciembre pasado, nos preguntábamos (Fiesta de la Democracia) si cesarían las condenas de este país en la ONU contra las violaciones de los derechos humanos en Cuba. Después de consultar a una serie de actores y expertos en la política chilena, puede ya aventurarse un vaticinio.

El ex diputado por la Democracia Cristiana Exequiel Silva ofrece varias razones de peso al afirmar que el gobierno de Bachelet tendrá que acatar no sólo las obligaciones que emanan de pertenecer a una coalición de gobierno, sino ante una nueva pronunciación del Congreso, que cada año sugiere cuál debe ser la postura del ejecutivo en diferentes contextos internacionales.

Con respecto a Cuba, el Congreso se ha manifestado muy mayoritariamente a favor de condenar lo que en la Isla sucede en cuanto a derechos humanos. Y en estas decisiones hay que contar a partidos reputados de izquierda, como el Partido por la Democracia (PPD), y a vastos sectores del Socialista. En tal sentido, el voto de la derecha no titubea.

Aseguró Silva a Encuentro en la Red que el gobierno de la concertación no puede echar a un lado la línea de continuidad y coherencia de la política de su país en diversos casos, y el de Cuba en particular. "No puede hacerse el leso —precisó— respecto a la opinión generalizada de un Congreso que, por no observar cambios ni aperturas sino un recrudecimiento de la represión, votará de la misma forma en que lo ha hecho en períodos anteriores".

El papel de la Democracia Cristiana

Círculos políticos no olvidan que fue la Democracia Cristiana, y en particular diputados como Patricio Walker, Exequiel Silva y otros militantes de esta entidad, quienes hicieron conciencia y campaña dentro del Congreso para que se manifestara en pro de una condena a La Habana. Además, un grupo de la Democracia Cristiana, cuyos integrantes enseñan detallado conocimiento de episodios y personas de la disidencia cubana, se encarga de desplegar acciones solidarias —dentro y fuera de Chile— que un día la historia de la Isla habrá de agradecer.

Se ha dicho asimismo que la ODCA —Organización Demócrata Cristiana de América— presionó al presidente Ricardo Lagos para que Chile votara condenando a La Habana en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Quien más influyó fue Gutenberg Martínez, presidente de la ODCA, viejo amigo de Lagos y esposo de la ex canciller Soledad Alvear, actual senadora y ex candidata presidencial, que cerró entonces sus aspiraciones en apoyo de la actual mandataria.

Sin la colaboración de la Democracia Cristiana muy difícil hubiera sido el triunfo de Bachelet en los comicios presidenciales de diciembre pasado.

Si bien el embajador saliente en Cuba, Celso Moreno, abogó recientemente por un mejoramiento de las relaciones entre Santiago y La Habana, y señaló que el cumplimiento del período chileno en la instancia de derechos humanos abría una puerta al mejoramiento de los vínculos bilaterales, el nuevo Consejo de Derechos Humanos, que sustituye a la añeja Comisión, interpone fuertes interrogantes, pues Chile, muy probablemente, ocupara un puesto entre los 47 países que formarán dicho Consejo, cuyo proceso de estructuración se iniciará en mayo próximo.

Incluso si el Consejo no borrara los períodos de acceso al mismo que heredó de la Comisión, Bachelet tendrá que enfrentar en su mandato un sí o no, en relación con Cuba. Y el asunto es aritmético, pues cada nación tendrá derecho a lapsos de tres años, y Chile dejó de pertenecer a la Comisión en 2005.

O sea, que el ex ministro de Salvador Allende, Jaime Tohá, recién designado embajador en la Isla, tendrá muy poco tiempo para aflojar tensiones. Por lo que refleja la propia cancillería chilena, en fin, el nudo gordiano en sus vínculos con La Habana radica en los derechos humanos.

Michelle Bachelet, por otro lado, se ha mostrado —y ha sido— una ferviente defensora de esos derechos en su país, y esta postura sin duda ayudó con creces a alzarla a la responsabilidad que hoy desempeña. Para una ancha franja de la política y del pueblo chileno, un voto a favor de La Habana —todo el mundo sabe acá que abstenerse es favorecer al régimen de Fidel Castro— sería dar la espalda a lo que Bachelet representa y no como un actor más, sino como paradigma.

Lo inseguro y lo obvio

Si es cierto que algunos personeros políticos con los que Encuentro en la Red ha conversado se manifiestan inseguros en torno al voto de La Moneda, otro factor viene a sumarse a los ya mencionados.

El peso de la Democracia Cristiana en el actual ejecutivo resulta obvio. Basta señalar que el jefe de Gabinete y ministro del Interior es Andrés Zaldívar, figura emblemática de la Democracia Cristiana. Fundador del partido en 1957 y ex ministro, su hoja de servicios contiene varios períodos como senador y la jefatura del comando que en la segunda vuelta articuló el triunfo de Bachelet.

Pero hay más. El canciller designado por la primera mujer presidente en Chile es otro relevante democristiano: Alejandro Foxley, cuyas opiniones en contra de la violación de los derechos humanos en Cuba las ha reflejado la prensa en más de una ocasión. Aunque quizá no advertidas, Bachelet lanzó meridiana señal desde que seleccionó su equipo de trabajo.

Una hipotética aquiescencia hacia Fidel Castro sería, pues, manifestación de que al Partido Demócrata Cristiano —considerado aún el más influyente del país— se le puede pasar por encima, así como a sus ministros y a figuras legendarias como los ex presidentes Patricio Alywin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, muy comprometidos con la observancia de los derechos humanos en el archipiélago caribeño.

Sin embargo, ahí no terminarían los problemas, ya que la presidenta iría contra la opinión del PPD y de "vastos sectores" de su propio partido, el socialista, amén de agraviar a una derecha que, según apreciara Lagos, forma parte imprescindible de la gobernabilidad democrática del país.

Los riesgos de Michelle Bachelet, si decidiera inclinarse a favor de Castro, son numerosos, y no tendrían que ver únicamente con fuertes choques dentro de la coalición con la cual gobierna, sino con aspectos éticos que cualquier mandatario se cuidaría de herir.

Pensando en los cubanos

Pero una pregunta asalta al analista: ¿no se expondría demasiado por vínculos que poco aportan desde el punto de vista político y mucho menos en el económico, si recordamos que Chile —de acuerdo con AP— sostiene relaciones comerciales de apenas 50 millones de dólares, 48 en ventas del país austral y dos por parte de una Isla con disminuida capacidad de compra en el futuro previsible?

¿Merece la pena una acción que complicaría de inmediato el plano doméstico y que además propiciaría que la prensa opositora haga su agosto en términos como los aquí indicados?

Un voto de abstención afectaría políticamente, por cierto, los lazos con Estados Unidos. El intercambio bilateral alcanzó máximo histórico en 2005 con casi 11 mil millones de dólares, equivalente a un aumento anual del 38 por ciento.

Por otra parte, una política blanda hacia la izquierda más ortodoxa en el continente, sería alentar a regímenes que, como el de Venezuela, van cercando de púas el ejercicio democrático. Si La Moneda se hiciera la "lesa" con La Habana, Evo Morales, amigo de Castro, se anotaría un punto y podría asumir una actitud más agresiva en su batalla por sacar a Bolivia de la mediterraneidad.

Junto al mensaje que significó la integración del gabinete, otro dato ineludible habría que buscarlo en La Nación, el periódico del gobierno, que no ha variado su trato a Castro si se le compara con el período de Lagos.

Pocos días atrás, el diario publicó destacadamente lo que tituló "Revelan las manías de Castro", tomado de The Miami Herald, sobre las declaraciones del ex agente Delfín Fernández. En otro inequívoco mensaje, recientemente la presidenta expuso, según La Nación, que desarrollará un Programa Nacional de Derechos Humanos, y enfatizó que estos derechos "se respetan sí o sí".

Por mucho que Bachelet recuerde la cooperación de La Habana en la lucha contra la dictadura de Pinochet, seguramente pensará en el pueblo cubano —en definitiva, el protagonista de aquellas solidaridades— y resolverá como dictan la conciencia y la política. En su decisión se opondrá al "bloqueo", y votará en contra.

© cubaencuentro

Relacionados

Fiesta de la democracia

Miguel Cabrera Peña , Santiago de Chile

Subir


En esta sección

Dilemas de la guerra

Rafael del Pino , EEUU | 13/04/2022

Comentarios



Una oferta muy peculiar

Waldo Acebo Meireles , Miami | 06/04/2022

Comentarios


Rusia, la URSS y el petróleo

Alejandro Armengol , Miami | 04/04/2022

Comentarios


La madre de todas las conspiraciones (III)

Ariel Hidalgo , Miami | 31/03/2022

Comentarios


Sobre la guerra en Ucrania

Rafael del Pino , EEUU | 28/03/2022

Comentarios


Una opinión experta

Waldo Acebo Meireles , Miami | 23/03/2022

Comentarios


La madre de todas las conspiraciones (II)

Ariel Hidalgo , Miami | 21/03/2022

Comentarios


La calle del espía

Alejandro Armengol , Miami | 18/03/2022

Comentarios


La madre de todas las conspiraciones (I)

Ariel Hidalgo , Miami | 16/03/2022

Comentarios



Subir