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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Haití

La elección de René Preval

Una tarea nada fácil en el país más pobre de América: ¿Primará el sentido común o el populismo?

El Consejo Electoral Provisional de Haití (CEP) anunció el pasado 16 de febrero la victoria de René Preval, con un 51,15 por ciento de los votos, como nuevo presidente de Haití. El candidato del Movimiento La Esperanza es un ex protegido del derrocado presidente Jean Bertrand Aristide, quien actualmente se encuentra refugiado en África del Sur.

Oficialmente, la proclamación fue hecha después de un acuerdo entre el gobierno provisional y el Consejo Electoral haitiano, mediante la distribución de los votos en blanco, con lo que Preval alcanzó la preceptiva mayoría absoluta.

La ley electoral de este país, el más pobre de América y el segundo más pobre del mundo, obliga a tener en cuenta los votos en blanco, en este caso un 4,7 por ciento del total, como si fuesen una opción más de sufragio.

En realidad, según fuentes bien informadas, fue el presidente brasileño Inácio Lula da Silva quien inclinó la balanza a favor de Preval, ya que reconoció el triunfo electoral de este agrónomo de 63 años, incluso antes de la confirmación por parte de las autoridades.

El actual primer ministro de Haití, el economista Gerard Latortue, no tenía otra alternativa sino apoyar la solución del Consejo Electoral, evitar una segunda vuelta y aplacar la revuelta de los seguidores de Preval, quien, como Aristide, es un líder de corte populista.

Algunos analistas estiman que con su intervención, Lula acrecentó su estatura como estadista, pero ahora deberá asumir su responsabilidad como garante de la elección de Preval y ayudarle a estructurar un programa de desarrollo económico que ofrezca alguna verdadera esperanza al pueblo haitiano.

El presidente Preval no tiene una tarea fácil, pues deberá buscar una coalición parlamentaria que facilite su gobierno. Si prima el sentido común y no el populismo, deberá intentar limar asperezas entre la pequeña burguesía y la mayoría pobre de ese país del Caribe.

Preval asumirá el poder el 29 de marzo, pero entidades no gubernamentales y analistas internacionales coinciden en que diversos grupos políticos podrían dominar el Parlamento y elegir al primer ministro que, según la Constitución de Haití, posee amplios poderes. O sea, que podríamos estar ante un eventual choque de intereses entre el presidente y el jefe de gobierno, lo que en política se denomina una cohabitación conflictiva.

Las tentaciones populistas

La elección de Preval despierta las tentaciones populistas latinoamericanas, que se centran en el eje La Habana-Caracas.

El impetuoso presidente de Venezuela, Hugo Chávez, fue uno de los primeros en saludar al mandatario electo en una conversación telefónica, "la cual sirvió para tratar la posibilidad de incluir a Puerto Príncipe en Petrocaribe", según la versión del diario oficialista cubano Granma.

"En el proceso recién culminado en Haití, se impuso la justicia", añadió Chávez, quien comunicó a Preval su intención de visitar el mes entrante la nación francófona. Como es sabido, el mandatario venezolano dilapida alegremente los petrodólares en aras de construir la denominada Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA).

El gobernante cubano Fidel Castro fue más discreto. Sus contactos con Preval no han sido revelados. Pero La Habana mantiene en Haití, desde hace más de una década, un centenar de médicos y especialistas. Si Chávez asume el "pago de servicios", la colaboración podría extenderse a otros campos.

Ya el 18 de junio de 1999, el entonces presidente de Haití en su primer mandato, René Preval, se encontraba en Cuba para "una visita de trabajo".

Desde antes, el 7 de enero de 1998, el ministro de Relacioanes Exteriores de Cuba, Roberto Robaina, estaba en Puerto Príncipe, donde anunció "la posibilidad" de que Castro realizase una visita a Haití, en respuesta a una invitación de Preval. El 19 de julio de 2001, tocaba el turno de que Aristide fuese agasajado en La Habana por el mandatario cubano. En resumen, existen lazos históricos con esta corriente populista del dúo Preval-Aristide.

Interrogantes abiertas

Por el momento, no está claro si el ex sacerdote Aristide regresará a Haití. Preval ha preferido mantener, por ahora, una postura ambivalente sobre el tema, quizá con el objetivo de ganar tiempo y tratar de fortalecer primero su posición en la presidencia.

Aristide es el agitador por excelencia y, si el primer ministro que designe el Parlamento no es del agrado de Preval, podría ser el instrumento de alguna nueva "insurrección popular", para presionar al gobierno. Una vieja táctica, en un terreno favorable para estas maniobras.

Sin embargo, en el caso de Haití los gobiernos de La Habana y Caracas deberán mostrar cierta cautela, para no enajenar la amistad con el presidente de Brasil, Lula da Silva.

Son oficiales brasileños los que dirigen la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH). Cuando Preval denunció que se había producido "un fraude" durante las elecciones y se realizaban airadas protestas en las calles de Puerto Príncipe, aparecieron oportunamente en un basurero algunas urnas y votos esparcidos. Imágenes que mostró la televisión y sirvieron para atizar las revueltas en las calles.

El diario oficialista Granma se hizo eco de la versión de que la empresa Boucar Pest Control había admitido que llevó cajas con votos al vertedero de basura en el barrio de Tuitier y que "ellos tienen únicamente un contrato para transportar basura con la MINUSTAH". Una manera de poner en entredicho el papel de los brasileños en este asunto.

Son muchas las interrogantes e inquietudes que abre este proceso en Haití y vale la pena mencionar la opinión del diario francés Le Monde acerca del asunto:

"Después de veinte años de esperanzas democráticas frustradas y de promesas internacionales incumplidas, ¿acaban de romper los haitianos con la maldición que parece pesar sobre su aciago país? A pesar de la prudencia que inspira una historia trágica, y a pesar del mal funcionamiento y de los momentos de tensión que siguieron al escrutinio, la proclamación de la elección de René Préval a la presidencia, con 51,5% de los votos, y sin una segunda vuelta, es un signo positivo. Yendo en masa a las urnas el 7 de febrero, a pesar de una organización caótica, los haitianos mostraron que no habían perdido la fe en un futuro tranquilo. El presidente elegido deberá respetar las instituciones, principalmente el Parlamento, donde le será necesario constituir una mayoría negociada. Para poder neutralizar las bandas armadas y responder a las peticiones de su electorado, el más pobre, René Preval tiene necesidad de una muy rápida ayuda internacional, más inteligente y más eficaz —en particular en beneficio de los más pobres— que en el pasado. Desde este punto de vista, han sido enviadas señales confusas y contradictorias antes del escrutinio. René Preval deberá demostrar ahora que la confianza puesta en él está justificada".

© cubaencuentro

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