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Actualizado: 25/04/2024 19:17

Rusia: Reportaje

La xenofobia amenaza

Algunos fanáticos celebran el cumpleaños de Hitler matando a un extranjero. A otros les molesta el éxito comercial de los caucásicos.

Una reciente ola de ataques a extranjeros en las calles de Rusia es el aspecto más visible del incremento de la xenofobia en este país postcomunista. El fenómeno que se había localizado con más fuerza desde 1989 en la región del Cáucaso y Siberia, tomó ahora las calles de Moscú y San Petersburgo, donde desde que empezó el año se han reportado violentos ataques contra numerosos extranjeros, la mayoría de piel oscura.

Los expertos aseguran que el problema es más profundo de lo que parece y achacan el mal a tres factores: la bancarrota de la política de "nacionalidades" surgida en la era soviética, la migración interna indiscriminada a raíz del colapso de la URSS y el disloque económico desde que se introdujo la economía de mercado.

Los políticos se muestran preocupados ante el problema. En días recientes, al hablar durante un acto celebrado en Moscú para conmemorar el fin de la II Guerra Mundial, el presidente Vladimir Putin alertó sobre el peligro y comparó la ola de xenofobia y racismo que hay en el país con las doctrinas nazis. Putin dijo que "la solidaridad de las naciones frente al racismo debe ser decisiva para preservar la paz, la libertad y la democracia".

Sin embargo, los grupos de defensa de los derechos humanos dentro y fuera de Rusia critican la impunidad con que operan las bandas de jóvenes extremistas y denuncian la incapacidad de las autoridades rusas para garantizar una investigación justa de estos crímenes racistas. Han exhortado a que la policía y la justicia enfrente este problema con mayor eficacia y voluntad.

Las denuncias más recientes

Kate Allen, de Amnistía Internacional, afirmó recientemente que en 2005 hubo al menos 28 personas asesinadas y 366 asaltadas por grupos racistas en Rusia, y puso el ejemplo de un joven senegalés muerto a tiros al salir de un club nocturno, en febrero del presente año, sin que hasta ahora se haya encontrado a los culpables.

Por su parte, Galina Kozhevnikova, del Grupo Sova en Moscú, estima que la creciente ola de violencia y odio racial en Rusia es ejercida por grupos incontrolados de jóvenes cabezas rapadas que se lanzan contra los inmigrantes de las repúblicas ex soviéticas de Asia Central "y, sobre todo, aquel que no parezca eslavo".

Los profesores Galiza Vitkovskaya y Aleksei Malashenko, del Centro Carnegie de Moscú, estiman que la xenofobia es el problema más grave que enfrenta la sociedad rusa y señalan que este problema tiene raíces destructivas que amenazan la federación.

"La prevalencia de estos sentimientos entre la etnia rusa es muy grave, ya que ella es la más populosa y el corazón de la nación", dicen en un artículo recientemente publicado y agregan: "el creciente sentido de identificación con una etnia, religión y grupo territorial alimenta la xenofobia, perjudica la economía y alienta sentimientos de inferioridad social".

Según Galiza, la xenofobia existe en dos niveles: en el Estado y en la vida diaria. Ambos pueden subdividirse en categorías como intolerancia religiosa, fobia social, fobia étnica (en particular contra caucásicos y judíos), así como sentimientos contra los inmigrantes, y afirma que la fobia anticaucásica es ahora más fuerte que el antisemitismo. También se habla de los fenómenos "chechenofobia" y "negrofobia".

Un informe reciente del Foro Europeo de Investigaciones en Migraciones y Relaciones Étnicas (EUROFOR) admite: "muchas veces la policía se hace de la vista gorda ante los ataques de los grupos racistas contra las etnias no rusas" y corrobora: "aquellos que se diferencian físicamente de los rusos son los más perseguidos, como los tayikos y los uzbecos, así como los estudiantes africanos".

Y se basan en que a pesar de que aumentan los ataques racistas, hay pocas detenciones contra los responsables de estos actos e incluso, cuando se celebran juicios, los castigos son demasiado leves, como por ejemplo: siete adolescentes que mataron a cuchilladas a una niña tayika de 9 años en San Petersburgo, recibieron condenas de prisión de apenas entre 1 y 5 años.

Ataques contra extranjeros

El racismo está disuadiendo a muchos extranjeros de viajar a estudiar en Rusia, a pesar de que las tarifas en sus universidades son más bajas que en otros centros de segunda enseñanza en Europa y en muchos casos es la única opción para las familias africanas.

En la Universidad de la Amistad, antigua Patricio Lumumba en la era soviética, estudian todavía jóvenes provenientes de países del Tercer Mundo. Pero ahora los africanos son el blanco preferido de las bandas de jóvenes racistas, quienes además atacan a diplomáticos en Moscú. Representantes de Madagascar, Kenia y Mali han sido atacados y el caso más sonado fue el de la esposa del embajador de Sudáfrica, que fue quemada con cigarrillos por jóvenes cabezas rapadas.

Algunos grupos de cabezas rapadas son afiliados de clubes de fútbol, pero otros se identifican como movimiento neonazi y suelen celebrar el cumpleaños de Hitler (abril 20) matando a algún extranjero.

Los expertos aseguran que no hay cifras confiables sobre estos ataques xenófobos, pero más de tres cuartas partes de los africanos residentes en Rusia afirman haber sido atacados física o verbalmente de alguna manera por estos grupos.

La histeria entre los extranjeros ha ocasionado que algunas universidades hayan enviado a los estudiantes foráneos a sus casas y, según el diario Izvestia, casi no pasa un día en que no ocurran demostraciones racistas o nuevos ataques. El asunto es tan grave que siete países de la Comunidad de Estados Independientes (antiguas repúblicas soviéticas) han expresado su preocupación acerca de esta ola de violencia contra sus ciudadanos.

Más grave de lo que parece

En 1994, una encuesta oficial reveló que el 34% de los ciudadanos de la etnia rusa "desconfía" de los azerbaijanos, armenios y chechenos. En la actualidad, esos índices han subido hasta más de un 50%. Un informe de Human Right Watch asegura que los estereotipos discriminatorios étnicos comenzaron a fines de los años ochenta y principios de los noventa, cuando estallaron los conflictos en Nagorno-Karabakh y Osetia del Sur.

Al parecer, tanto los políticos como la prensa rusa obviaron las razones políticas de los conflictos y presentaron al público su aspecto étnico-racial, hablando de los rebeldes como holiganes y gamberros. Durante las dos guerras en Chechenia se llegó a igualar el término "caucasiano" con el de "bandido, traficante de armas y drogas y terrorista". Y los actos de violencia, por razones políticas o no, han servido como catalizador a los brotes de xenofobia.

Otra encuesta de la agencia rusa Levada Center, del otoño de 2005, revela que el 59% de la población blanca rusa "acusa a los extranjeros del desorden social y la alta criminalidad existente en el país".

El legado de la política soviética de naciones

La política soviética de nacionalidades ha contribuido al estallido de la xenofobia en la era postcomunista. Bajo la consigna "forma nacionalista y contenido socialista", a las minorías étnicas soviéticas se les permitía un nivel limitado de autonomía lingüística y cultural, pero sin el poder político real. Para suavizar utilizaban la palabra "internacionalismo", que significaba "armonía étnica", y de ahí saldría "el pueblo soviético".

Pero la gente fue obligada desde 1932 a portar un pasaporte interno (sblizheniye narodov), que servía como carné de identidad y en cuya quinta línea se especificaba el origen étnico del portador. A partir de ahí la etnia rusa fue promovida como la más tenaz e iluminada, siguiéndose una política de rusificación del país. Otro punto era "origen de clase". Esos datos todavía constan en ese documento de identidad en Rusia.

La etnia también servía como base para la administración territorial, que era nominalmente encabezada por un líder local, quien tenía de segundo a un "ruso" que ejercía las decisiones reales en política y respondía a Moscú. En los años setenta, "el hombre soviético" no había nacido y en su lugar el Partido Comunista afianzó la dominación étnica eslava, especialmente la rusa. Esto aparece en su 24º Congreso, donde se habla de "la Gran Rusia".

Cuando llegó la perestroika, los roces y cuentas pendientes comenzaron a expresarse por medios violentos. Entre 1987 y 1994 estallaron en la antigua Unión Soviética varias guerras que pusieron a las nacionalidades unas frente a otras: Nagorno-Karabakh (Azerbaiján), Osetia del Sur (Georgia), Abkhazia (Georgia), Ingushetia (Rusia), la región de Prigorodny (Osetia del Norte) y Chechenia (Rusia).

Y entonces comenzó un flujo indiscriminado de refugiados de aquí para allá y de allá para acá. Por ejemplo, las provincias de Krasnodar y Stavropol se llenaron de armenios y azerbaijanos, los chechenos se esparcieron por el Cáucaso, pero también por toda Rusia, y ya nadie pudo controlar nada. Hasta 1991 había habido un control, en lo adelante los de piel oscura comenzaron a invadir a los eslavos. Esto sin contar la estampida de la etnia rusa desde las repúblicas que se iban independizando, que hacían el viaje al revés.

Dislocación económica

Los problemas económicos también han alimentado la xenofobia en Rusia. Muchas etnias caucasianas siempre se destacaron por su habilidad para el comercio al por menor en los llamados mercados negros de la era soviética. Pero cuando se acabó el comunismo, estos grupos florecieron por toda Rusia dejando atrás a los omnipotentes eslavos, quienes no sabían qué hacer con sus títulos de doctores o científicos y veían al caucásico vivir una vida más desahogada económicamente. Pronto comenzó la envidia.

El citado informe de Human Rights Watch dice que aunque esta percepción no es uniforme, entre los eslavos rusos existe el estereotipo en casi todos. Los rusos se quejan de que "ellos", "los caucásicos", son por naturaleza comerciantes: "nos imponen sus precios y se hacen ricos con nuestro dinero". Pronto los rusos vieron que además tenían que competir por las casas, las escuelas, los hospitales y se sintieron incómodos con los visitantes.

© cubaencuentro

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