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Francia

Un tercer actor busca el primer lugar

El panorama electoral francés ha operado un cambio radical con la candidatura del centrista François Bayrou.

La orientación que ha tomado la campaña electoral francesa con la aparición de un tercer actor en la disputa por el primer lugar a Ségolène Royal y Nicolas Sarkozy, ha operado un cambio radical en el panorama electoral francés.

La candidatura del centrista François Bayrou ha sido la gran sorpresa de esta campaña. Aunque al menos temporalmente ha perdido terreno en los sondeos, su postura híbrida, que pretende personificar la síntesis entre izquierda y derecha, ha puesto a los hasta ahora candidatos favoritos ante la disyuntiva de diversificar su combate entre dos contrincantes. Nada fácil, pues significa demostrar una mayor radicalidad de Sarkozy hacia Royal, y viceversa. Al mismo tiempo, ambos deberán neutralizar la postura centrista que defiende Bayrou.

La postura de este último abre la posibilidad de expresar esa marcada tendencia de los franceses para evitar cambios que puedan generar virajes bruscos. No por los cambios en sí, sino por sus consecuencias. Bayrou representa el lado conservador del alma francesa. De hecho, el programa de los tres candidatos no reviste divergencias profundas: son demócratas convencidos y la democracia francesa no tiene nada que temer de ninguno.

El propósito de François Bayrou es dividir el electorado que normalmente vota por el Partido Socialista (PS). En particular, personal de la educación nacional y funcionarios del Estado: unos, temerosos de que los proyectos de reforma de la candidata socialista les haga perder ciertos privilegios adquiridos, y otros porque la consideran poco apta para asumir la primera magistratura.

Declaraciones torpes de Ségolène Royal en China y Líbano, ciertos errores en la conducción de la campaña por parte del Partido Socialista, seguramente la mala voluntad de los candidatos descartados por ella y, sobre todo, la preferencia por Sarkozy de ciertos medios muy influyentes, obraron para que la candidatura de Royal pareciera estancada, tras el despegue inicial que la daba favorita. Ahora ha vuelto a acortar distancias, aunque los sondeos siguen colocando a Sarkozy por delante.

Por el lado de la derecha, el propósito de Bayrou es atraer los votos de los más conservadores y el sector más radical, representado por Jean Marie Le Pen, con un quince por ciento del electorado, lo que puede definir una elección.

Un argumento de peso para obtener los favores de este sector, y quién sabe si lograr un acuerdo con el Frente Nacional, es el propósito de Bayrou de formar un gran partido de centro e instaurar el sistema de la representación proporcional, lo que permitiría al Frente Nacional contar con representantes en el Parlamento. Hasta ahora le era imposible, debido a la estructura del sistema electoral francés, diseñada para evitar la representatividad del Frente Nacional.

Por último, en una Francia considerada por Roma en siglos pasados "hija predilecta de la Iglesia", ante el reto de abrigar hoy en su suelo el Islam como segunda religión, la pertenencia de Bayrou a la corriente socialcristiana significa una ventaja más en su haber.

Una escuela de democracia

Independientemente de los avatares de los candidatos, es la campaña en sí misma lo que despierta el mayor interés. El nivel de los debates, la participación de todos los sectores de la sociedad, el espacio que le otorgan los medios de comunicación, han convertido el país en una verdadera escuela de democracia durante este período.

Todo comenzó con la iniciativa del Partido Socialista de llevar a la televisión tres debates públicos entre quienes se disputaban la candidatura del partido a la presidencia de la República: encuentros previos a la elección interna para elegir el representante socialista en la contienda electoral. Pruebas estas de las que salió airosa Ségolène Royal, elegida en la primera vuelta por mayoría absoluta. Ello demostró de manera rotunda el deseo de cambio de la militancia del PS, que manifestó mayoritariamente su rechazo por los líderes tradicionales.

Igual experiencia vivió Sarkozy en el seno de su partido, donde tuvo que enfrentar al propio Chirac, cuya oposición a la candidatura de su ministro del Interior no era un misterio para nadie, como tampoco enfrentar al primer ministro Dominique de Villepin, que pretendía ser el candidato de la derecha.

La manera cómo el Partido Socialista convirtió en públicos los debates relativos a la elección del candidato a la presidencia —con un carácter interno—, demostrando que lo decidido en su seno concernía a todo el país, indicó su voluntad para operar cambios en las tradiciones políticas vigentes en esta República que algunos catalogan de "monárquica". De hecho, el PS logró su propósito: las otras corrientes políticas se han visto obligadas a seguir sus pasos aceptando debatir públicamente en los medios, con electores de edades y tendencias diversas.

Este domingo, Sarkozy compareció en un programa de gran audiencia, donde Ségolène Royal se presentó hace quince días y Bayrou la pasada semana. Hasta ahora poco agresivo con la candidata socialista, Sarkozy arremetió en su discurso contra la izquierda, incluso poniendo en duda "la moral" de esta, e insistió sobre la complicidad con la delincuencia y la voluntad de legalizar a todos los indocumentados.

En Francia, ese lenguaje es demasiado fuerte, al punto de que Royal respondió de inmediato en una entrevista televisiva. La socialista afirmó que la violencia de Sarkozy denotaba serios problemas de personalidad y que así no se podía asumir la responsabilidad de dirigir el país. Sobre los disturbios, agregó que eran prueba de que él había fallado como ministro del Interior.

El candidato de la derecha ha centrado de nuevo la campaña en el problema de la inseguridad, como hizo esa fuerza cuando presentó a Leonel Jospin, por lo que perdió las elecciones. Los disturbios del jueves pasado en la Estación del Norte le dan la razón ante la opinión pública. Centrar la campaña en la inseguridad para polarizar las sensibilidades y buscar el mayor número de votos de la extrema derecha, podría llevar a Sarkozy a la segunda vuelta con Royal, a la que tratará de debilitar al máximo. La derecha que vota por Bayrou dará su voto al primero, y también una parte de la izquierda, pues ha aparecido un grupo de sarkozistas de izquierda.

En verdad, el candidato de la derecha pretende llegar a la segunda vuelta con Le Pen y conseguir el voto de buena parte de la izquierda, de los centristas y de la derecha cristiana anti-Le Pen, para evitar que este salga electo.

No cabe duda de que esta campaña electoral ha convertido al país en una inmensa escuela de democracia. Además, la elección de una mujer como candidata a la presidencia de la República significó romper un tabú mayor en un país donde la misoginia campea de lo lindo. Como se dijo en el mitin en la ciudad de la ciudad de Dijon con ocasión del Día Internacional de la Mujer, en el país de los derechos del "hombre" aún no existen plenamente los "derechos de la mujer".

Francia se cuenta entre las naciones con menor presencia femenina en cargos de responsabilidad política. En España, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero impuso la paridad: ochos ministros mujeres y ocho ministros hombres.

© cubaencuentro

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