Francia
Lección de democracia
La carrera al Elíseo: Los extremos quedan fuera de la pugna y el centrista Bayrou se convierte en clave para la elección del próximo presidente.
Pese a lo banal que se ha vuelto la palabra, debemos admitir que la elección presidencial francesa ha significado una revolución política y ésta ha sido obra, sobre todo, de los electores: por haber acudido masivamente a las urnas y haber logrado el mayor grado de participación de los últimos 16 años. Por haber comprendido que el reto apelaba a descartar el voto de castigo, o el voto del "corazón", y darle preferencia a los tres candidatos que proponían verdaderos programas de gobierno, desechando de entrada dar su voto a los extremos: la ultraderecha que plantea el retorno imposible a un mundo ya ido; y la ultraizquierda, tan conservadora como la anterior, empeñada en la preservación de un sistema sin base en la realidad, pero además animada por la fobia del ejercicio del poder.
De la contienda electoral, en lugar de dos, salieron elegidos tres candidatos, porque aunque François Bayrou no pueda participar en la segunda vuelta, él es quien con su 18% de electores posee, en gran medida, la clave de la elección del próximo presidente.
Los dos candidatos en liza se han apresurado a pedirle su apoyo y a proponerle participación en el gobierno, algo nunca visto en ninguna elección. Que tanto la izquierda como la derecha le propongan a un candidato de centro participar de un futuro gobierno, significa que el centro —que en Francia fue siempre un apéndice de la derecha— ha cobrado una identidad propia.
Ségolène Royal es la que ha ido más lejos proponiéndole a Bayrou hasta carteras ministeriales, lo que significa también un hecho singular: una "infracción" a los principios sacrosantos de la pertenencia de izquierda, demostrando una vez más hasta qué punto esta campaña electoral ha hecho saltar los tabúes.
Si Ségolène Royal no accede a la presidencia de la República, ciertos sectores de su partido le harán pagar muy caro sus violaciones de la ortodoxia. (Ya el senador, admirador de Hugo Chávez y asiduo visitante de Miraflores, Jean Luc Melanchon, anunció que de suceder esa alianza, renunciaría al partido).
Bayrou: 'No me interesa ser primer ministro'
En la conferencia de prensa más esperada desde que se conoció el resultado de la primera vuelta, François Bayrou declaró que no le daría a sus electores instrucciones de votos, pues él no coincidía con el programa de los dos candidatos. Él considera que Francia está aquejada de tres males principales que exigen solución: 1) la democracia francesa está enferma; 2) el tejido social está roto: 3) y no hay crecimiento económico.
Sin mencionar el nombre de Nicolás Sarkozy, pero fácilmente reconocible, su diagnóstico fue severo. Bayrou considera que no se puede sanear la democracia cuando se confisca el poder; cuando existen relaciones de connivencia entre éste, el poder financiero y los medios. Tampoco, cuando se pretende resolver los problemas sociales con el enfrentamiento permanente, la agresividad, la intimidación, la amenaza.
Y aludiendo a Ségolène Royal, reconoce que si bien está atenta a la calidad del tejido social, abriga la ilusión que el Estado debe tomar todo a su cargo, lo que traería gastos públicos que la deuda inmensa que tiene Francia no puede asumir. El reto que les planteó a ambos: a Sarkozy, que admita el respeto de la normas de la democracia y el abandono de la agresividad como método de gobierno; a Ségolène Royal, que tome en cuenta los retos de la economía.
Bayrou concluyó su conferencia dejando muy claro que no le interesa ser primer ministro de ningún gobierno, que su proyecto es construir una fuerza nueva y central, capaz de renovar la vida política francesa. En lugar de la segunda vuelta, demostró que su proyecto es más ambicioso y a largo plazo; su mirada está puesta en las elecciones legislativas que tendrán lugar en junio próximo.
La votación que obtuvo puede hacerle abrigar la esperanza de hacerse de un grupo importante de diputados, lo que le permitirá incidir de manera muy activa en la vida política, preparando así el terreno para dentro de cinco años presentarse de nuevo a la elección presidencial.
Bayrou quiere dotarse de un instrumento que haga posible su futuro triunfo, para lo que anunció la creación de un nuevo grupo político, el Partido Demócrata, que será el "garante de la independencia de los franceses que quieran liberarse de los aparatos y partidos que hasta ahora han monopolizado el poder; será el partido que asumirá la lucha por la refundación de las instituciones, que combatirá la sociedad de castas y pondrá en practica la democracia del siglo XXI".
En el fondo, François Bayrou debe sentirse satisfecho, porque de hecho ha obtenido todas las ventajas del ganador, sin las desventajas. En cinco años tendrá tiempo de construir una fuerza política que desarrollará una oposición original.
Confirmación de la tendencia
No cabe duda. El proyecto de Bayrou conduce a la formación de un partido de centroizquierda, como ha sucedido en Italia, y como es la tendencia que se perfila en toda Europa. El buen sentido y la voluntad de eficiencia parecen imponerse. Es la línea que siempre han defendido en Francia Michel Rocard, Bernard Kouchner y el franco-alemán Daniel Cohn-Bendit.
Haciendo gala de su talante democrático y de su preocupación por Europa, cuando toda Francia estaba pendiente de sus palabras pues de alguna manera se estaba definiendo el destino del país, Bayrou interrumpió el tema de su conferencia de prensa para denunciar y manifestar su indignación ante la decisión del gobierno polaco de despojar de su cargo de diputado europeo a Ladislaw Geremek, por haberse negado a rellenar un cuestionario relativo a su vida pasada bajo el gobierno comunista —el mismo método de los mejores tiempos del comunismo—, por considerarlo una cláusula antidemocrática.
Es en estos momentos que viene a la mente el caso de Venezuela y uno se pregunta: ¿Qué pensará Bayrou de la famosa llamada "lista Tascón", ordenada por Hugo Chávez para fichar a los que firmaron por el referendo revocatorio, hoy utilizada para infligirles represalias administrativas? ¿Qué pensará del licenciamiento de veinte mil trabajadores de PDVSA por haber usado del derecho de huelga? Y ni qué hablar del caso cubano.
No cabe duda, en Francia se vive hoy una fiesta de la democracia.
© cubaencuentro
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