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Actualizado: 09/05/2024 0:28

Economía

Venezuela empobrece al Mercosur

Chávez proporciona estabilidad energética al bloque, pero también le incorpora sus malas instituciones.

Los gobiernos de Brasil y Argentina sostienen que hay una razón política y otra razón estratégica para entender la conveniencia del ingreso de Venezuela al Mercosur: la primera es moderar a Chávez; la segunda es la posibilidad de desarrollar una matriz energética regional, basada en las cuantiosas reservas de petróleo y gas del país caribeño.

Sin embargo, estas razones o variables supuestamente positivas deben ser contrapuestas a una variable estructuralmente negativa: la calidad institucional que le incorpora Venezuela a un bloque de por sí pobre en reglas de juego claras y previsibles.

Siguiendo los indicadores que proveen el Banco Mundial y Transparencia Internacional, podemos ver que del bloque de cuatro países fundadores del Mercosur, tres de ellos (Brasil, Argentina y Paraguay) poseían y poseen pobres indicadores en cuanto a la eficiencia del gobierno, la calidad de la regulaciones, la vigencia del Estado de Derecho, la estabilidad política, los niveles de corrupción y la voz y rendición de cuentas ( voice and accountability).

A ese pobre desempeño institucional originario se le suma ahora un nuevo miembro que posee aun peores indicadores que Argentina y Brasil, e incluso, en la mayoría de los índices citados, peores que Paraguay.

Este último país es el que muestra peor desempeño de los cuatro miembros fundadores en todo tipo de índice o indicador y, a su vez, posee uno de los peores desempeños del mundo en corrupción y eficacia gubernamental. Pero lo sorprendente aquí es que Paraguay supera a Venezuela en "Estado de Derecho", "Rendición de Cuentas", "Estabilidad Política" y "Calidad Regulatoria".

En clave institucional

Así, la cuestión clave deja de ser política y estratégica-energética para pasar a ser institucional. Por ejemplo, si efectivamente se llegara a construir el mega-gasoducto sudamericano, por allí no sólo fluiría gas sino también la calidad institucional venezolana. Esto es, por allí fluiría la incertidumbre y arbitrariedad de las reglas de juego que rigen en un país donde no funcionan los pesos y contrapesos e incluso su gobierno bolivariano se jacta de ello.

Nos hemos encontrado en la región con una situación similar: Chile había suscrito en 1995 un Protocolo comercial con Argentina para la importación de gas. En este caso, cuando Chile importaba gas de Argentina no sólo exportaba divisas e importaba combustibles sino, principalmente, importaba la calidad de las instituciones argentinas. Es decir, importaba la previsibilidad y el marco legal argentino, que resultaron decisivos cuando dichos mecanismos debieron accionarse por la crisis argentina de 2002, situación que puso a prueba la calidad de los pesos y contrapesos respectivos.

El ejemplo es relevante porque Chile es un país con alta calidad institucional que necesitaba importar combustibles desde un país con baja calidad institucional como Argentina. La situación es aun peor ahora, ya que nos encontramos con que un bloque con baja calidad institucional, como el Mercosur, importaría combustibles desde un país con incluso peores indicadores e instituciones que las de Argentina.

Entonces, para demostrar certeramente que los países y bloques que comercian y se integran tienen más posibilidades de crecer y desarrollarse debemos no sólo correlacionar el intercambio de bienes y servicios versus mayor o menor crecimiento, sino, fundamentalmente, el intercambio de bienes, servicios e instituciones con respecto al mayor o menor bienestar de sus respectivos miembros.

Será posible allí comprender que aquellos países o bloques que comercian con otros que poseen alta o mejor calidad institucional muestran en el mediano y largo plazo mayor crecimiento económico y menor arbitrariedad en las reglas. Es decir, muestran mayor grado de desarrollo.

Autonomía en tiempos de interdependencia

Por otra parte, el representante permanente ante el Mercosur, Carlos Chacho Álvarez, sostuvo que el ingreso de Venezuela le aporta autonomía al bloque, ya que ante semejante nivel de reservas energéticas los países miembros dependerán menos de los acontecimientos en el inestable mercado mundial del petróleo y gas.

En palabras de Álvarez: "El país caribeño posee las reservas petrolíferas más importantes del continente y las gasíferas más importantes de América del Sur. Esta situación es clave a la hora de diseñar estrategias para una mayor autonomía relativa de la región en el escenario internacional, vertebrarla energéticamente y asegurar una estrategia de desarrollo sustentable en el mediano y largo plazo en cada uno de nuestros países. Vivimos un momento en el cual un ritmo sostenido de crecimiento requiere un flujo garantizado de suministro energético. En este sentido, se abren posibilidades de emprendimientos conjuntos para las compañías de hidrocarburos de la región, que privilegian la cooperación e integración energética".

Si bien este razonamiento no está directamente relacionado con la calidad institucional de Venezuela, el mismo refleja en cambio una parcial comprensión sobre los alcances y oportunidades de la globalización y el significado del liberalismo. Es decir, ser "autónomos energéticamente" (o en cualquier otra área), y explicitarlo como una ventaja, refleja la incapacidad de pensar la interdependencia como una oportunidad para construir con el otro (supuestamente, alguien lejano o ajeno) contratos formales e informales que profundicen la confianza y acerquen a las partes.

Así, esta visión que sostiene que ser autónomos energéticamente es bueno porque no dependeremos de un tercero, supone no reparar en la ventaja de interdepender con el otro. Dado que la interdependencia es una condición necesaria no suficiente para construir instituciones que consoliden la confianza entre personas y sociedades diferentes y lejanas, festejar la autonomía energética que supone el ingreso de Venezuela al Mercosur representa en parte la visión de líderes como Chávez y Kirchner, quienes ven en los diferentes una amenaza y no una oportunidad.

Es decir, creer que es una ventaja tener autonomía (energética o de otro tipo) en un mundo crecientemente integrado, en realidad muestra una carencia: la incapacidad de comprender lo positivo de interdepender.

* Publicado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

© cubaencuentro

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