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Papeles profanos (II)

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Como decíamos al inicio de esta serie –la primera parte puede encontrarse en la sección Cultura, en la columna de la derecha-, Raimundo Menocal y Cueto fue lo que llamaríamos hoy un autor políticamente incorrecto. Incorrecto en grado sumo, como demuestra esta segunda entrega, algunas de cuyas afirmaciones seguramente resultarán escandalosas para más de un lector. La carta en cuestión, escrita en el verano de 1965, fue enviada por el historiador al Dr. Ernesto Dihigo Jr.

Menocal y Cueto es autor de un libro profusamente ignorado pero probablemente imprescindible para explorar, desde una perspectiva desinhibida, la debacle nacional: Origen y desarrollo del pensamiento cubano. Agradecemos una vez más el aporte del profesor Emilio Ichikawa. A continuación la segunda parte de la misiva:

Textual: Carta de Raimundo Menocal y Cueto al Dr. Ernesto Dihigo

Como decía antes, cuando regresé de Inglaterra me encontré que la sociedad cubana, al menos sus elementos más cultos y distinguidos, estaban dominados por el presentimiento de que algo había de ocurrir próximamente. Máximo Gómez, que en 1902 había propugnado la elección de Estrada Palma para la presidencia de la República, había estado agitando al país antes de su muerte para que se rebelase contra el hombre austero que había acumulado en el Tesoro más de veinte millones de pesos. Y, ¿cuál era la causa de que Gómez combatiese a Estrada Palma? Se ignora. ¿Lo movía a derrocar al presidente Estrada Palma que éste hubiera dejado de cumplir el programa ofrecido al país cuando aquel grupo de cubanos distinguidos le ofreció la presidencia?

Si Estrada Palma había cumplido su ofrecimiento en totalidad, lo cual en los Estados Unidos lo hubiera favorecido para reelegirse sin oposición, ¿cuál es la razón de que Máximo Gómez apoyara a un grupo de hombres desacreditados, como lo demostraron cuando fueron administradores de la cosa pública en 1908 y 1920, confirmando la triste opinión que de ellos tenía la parte sensata del país cuando

anticipaba que tanto José Miguel Gómez como Alfredo Zayas habían de hacer mangas y capirotes de la administración pública en beneficio propio, de familiares y amigos, y en detrimento del buen nombre de Cuba?

Luego, está visto que la revolución de agosto de 1906, promovida por Máximo Gómez, fue en nuestra vida independiente la primera etapa de la revolución social vaticinada por Saco al decir que la revolución política en Cuba implicaba la revolución social. Ciertamente que el eminente bayamés tenía la visión del verdadero estadista, al paso que nadie le podía ganar en el desprecio a España y a sus oligarquías dominantes, que no se cansaban de explotar a Cuba por cuantos medios les era posible. Pero si la insurrección significaba la revolución social, no hay duda que para salvar la civilización cubana, que llegó a adquirir tanto auge con anterioridad a 1868, sin duda era preferible sufrir los ultrajes de la dominación española antes que lanzarnos a una contienda con la metrópoli que había de culminar en el encumbramiento de la plebe cubana, representada por los cubanos blancos incapaces de crear riqueza y los esclavos y emancipados que habían importado los contrabandistas españoles de acuerdo con las autoridades coloniales.

¿Se podía esperar algo de la inteligencia y perspicacia de los elementos que prepararon la revolución de 1868? ¿No se puede dar por cierto que los elementos de Bayamo, de Manzanillo y del Camagüey no estaban al margen del conocimiento de las verdaderas necesidades y aspiraciones cubanas? ¿Previeron ellos las consecuencias de una revolución en la que habían de intervenir los esclavos y emancipados como factores de importancia en la formación de los ejércitos insurrectos?

En efecto, la revolución social empezó cuando la Asamblea del Centro, inspirada y dominada por los camagüeyanos, decretó la abolición de la esclavitud sin ofrecer ninguna medida para contrarrestar sus efectos y, para confirmar sus tendencias falsamente filantrópicas, acordaron la Constitución de Guáimaro (cuya ponencia se debió a Ignacio Agramonte, Antonio Zambrana y Rafael Morales). Allí se fijó la igualdad

política y social de los supuestos cubanos, muchos de los cuales, por no decir la inmensa mayoría, desconocían por completo el idioma castellano, amén de no saber a derechas dónde se encontraba Cuba, ni menos cuáles eran sus necesidades políticas y económicas, ni en qué consistía la civilización cubana, lo cual se afirmó al morir Ignacio Agramonte en Jimaguayú, en 1874.

Empezó desde entonces el encumbramiento de los hombres que por razón de su raza y posición social tenían que hacer caso omiso de las conveniencias de este país; y que por su valor y capacidad de dirección en cuanto a la guerra cubana habían de ser en lo sucesivo sus dirigentes, aunque carecieran de capacidad intelectual y moral para responder a las aspiraciones de la parte progresista de la sociedad cubana. Así empezaron a surgir los Máximo Gómez, los Maceo, los Moncada y los Vicente García, que respondían a las aspiraciones de la revolución social como representativos de las masas inferiores de cubanos.

Fue vencida la revolución de 1868 como resultado de la intervención de Gran Bretaña y los Estados Unidos, que obligaron a España a conceder reformas a los cubanos por medio del Pacto del Zanjón, el cual no fue más que una tregua para preparar los acontecimientos que habían de dar al traste con la dominación española sobre Cuba. Aparte de la llamada Guerra Chiquita, de 1879, y los levantamientos esporádicos que se sucedieron hasta 1895, ¿la propaganda de José Martí en los Estados Unidos y en otras partes del hemisferio no respondió al fin de promover la revolución social en Cuba, en virtud de la cual habían de elevarse los elementos inferiores de la sociedad cubana para en definitiva hacerse dueños de la cosa pública en 1959, con lo cual quedaba destruida nuestra civilización?

Una civilización que se estuvo elaborando por los cubanos durante el siglo XIX, a pesar de España y sin más auxilio exterior que el de la compra de nuestro azúcar y tabaco (que con posterioridad a la abolición de la esclavitud, en 1886, se trabajó con obreros libres).

¿Se me puede afirmar con lealtad que existe una diferencia entre las ideas de Martí, expresadas en la emigración (su programa se basaba en el establecimiento del sufragio universal, sin limitaciones, y en otras proyecciones de izquierda), y las medidas implantadas por Fidel Castro después de 1959? Soy de los que creen que de haber vencido la revolución de 1895, dirigida por Gómez y Maceo sin la intervención americana, el sistema de cosas implantado por Fidel Castro después de 1959 se hubiera establecido después del cese de la soberanía española, por representar esas medidas las tendencias de la mayoría del pueblo inferior cubano (blanco y negro).

Aparte de que había otros elementos de color tan influyentes como Juan Gualberto Gómez y Martín Morúa Delgado, que hubieran alentado a muchos jefes militares de la insurrección a realizar la revolución social, principal aspiración de los que se proponían convertir a Cuba en otra República de Haití. Por algo Maceo se había afiliado a la Liga Antillana, cuyo programa consistía en hacer de los países del Caribe una sucursal del continente africano.



Cuba interior: Textuales

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Textual: Información reciente en torno al prisionero de conciencia Juan Carlos Herrera Acosta.

Miami, 6 de agosto de 2008. Directorio Democrático Cubano. El prisionero político cubano Juan Carlos Herrera Acosta afirmó desde la Prisión de Holguín que fue obligado a dejar la huelga de hambre que sostuvo durante doce días, el jueves 31 de julio, cuando militares y autoridades carcelarias lo sometieron por la fuerza y le zafaron las coseduras de la boca que se había hecho en señal de protesta. En las primeras declaraciones que brinda después de la huelga, Herrera Acosta afirma que reanudará la huelga de hambre "cueste lo que cueste" y pide una campaña internacional por la libertad de los presos políticos cubanos.

"Doy a conocer ante el mundo que no cejaré en mis empeños de continuar reclamando todos mis derechos pisoteados y acudiré al mismo método sea cual sea el desenlace final. Si pierdo la vida será responsabilidad del régimen cubano y su sangrienta policía política represiva. No observaré con paciencia ni cobardía cómo los eternos torturadores pretenden rendirme mediante la coacción y el chantaje. Mantengo y mantendré mi consigna en alto y con firmeza de pie frente al terror. Muchos fueron los métodos sicológicos explotados por los militares con tal de que desistiera de mi postura y a la postre resultaron en vano", afirmó Herrera Acosta.

La declaración fue recibida a través de una llamada telefónica desde la Prisión Provincial de Holguín al activista Juan Carlos González Leiva, del Consejo de Relatores de Derechos Humanos de Cuba. En la misma Herrera Acosta relató la violenta intervención de las autoridades en la protesta, al igual que el apoyo incondicional de los también prisioneros políticos Alfredo Rodolfo Domínguez Batista, Orlando Zapata Tamayo y Luis Mariano Delís Utria, que lo acompañaron en la huelga desde el 19 de julio.

El documento completo en http://www.netforcuba.org/

Textual: Campaña a favor de las Damas de Blanco

Silvia Suárez Jiménez apunta en El Mundo que “hace más de cinco años el régimen cubano encarceló a sus familiares como presos 'de conciencia'. Las 'Damas de Blanco' son un grupo de mujeres que se presenta como una forma de hacer presión al estado cubano. ¿Siente la necesidad de ayudarlas? Ahora puede.

“Apadrinar a una 'Dama de Blanco' consiste en apoyar, de forma continuada, a ella y a su correspondiente familiar encarcelado. La iniciativa proviene de http://www.solidaridadconcuba.com/ , ONG mediante la que el contribuyente puede ayudar, moral y materialmente, a estas mujeres, y permanecer en contacto con ellas mediante cartas, llamadas y, de ser posible, visitas. Aunque la realización de estas actividades corre por cuenta del colaborador, que también puede enviar medicamentos, juguetes, o cualquier objeto que sea necesario".

Cortesía http://www.elmundo.es/



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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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