Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Sociedad

Bailar en casa del trompo

Migración interna y discriminación: ¿Quién no aguanta más, La Habana, Oriente o la Isla?

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La emigración, en tanto tragedia y fenómeno universal, no deja indiferente a nadie. Muy dados a discriminar por asuntos tan banales como el acento o la ciudad de nacimiento que figura en el carné de identidad, los cubanos hemos sido, en honor a la verdad, bastante bien recibidos en los parajes del mundo donde hemos recalado. ¿Dónde no se afinca un cubano a día de hoy?, desde la fría Oslo hasta la caótica Luanda conforman el mapa de destinos.

Estados Unidos, con diferencia, es el país en que han recibido mayor abrigo. Más allá de intereses electorales, políticos o de cualquier otra índole, la nación norteña ha brindado una protección incalculable a más de un millón de cubanos, quienes al mismo tiempo han retribuido ese amparo con trabajo y dedicación. El Miami de hoy, 47 años después de la llegada del primer cubano, habla por sí solo.

Otros países han tenido a bien ser condescendientes con la peculiaridad cubana, con sus altas y bajas. Por ejemplo, España, aunque de forma inestable, se ha convertido en lugar de residencia o en puente de lanzamiento para cientos de miles de cubanos que desean alcanzar tierras norteamericanas.

Guerra no declarada

Ciertos extranjeros todavía se sorprenden de la manera despectiva en que los cubanos del occidente de la Isla se refieren a los de oriente, con un discurso muy cercano al de la extrema derecha europea cuando critica superficialmente a la emigración árabe y de Sudamérica.

La esencia de ambos discursos es idéntica: atacan las consecuencias de la emigración, sin prestar la más mínima atención a sus causas.

Muchos españoles se preguntan cómo es posible que un cubano afincado en España, emigrante como el que más y víctima de la xenofobia europea, es capaz de sostener el discurso del victimario, ahora que vive de cerca la otra parte del problema.

Bien vamos los cubanos si ya desde ahora no somos capaces de comprender la mano que nos ha echado el mundo en estas cuatro décadas, ni lo que internamente sucede en la Isla. ¿Cómo responderá Cuba cuando algún día deje de ser un país emisor de emigrantes y regrese a la normalidad de antes de 1959, pero con los retos migratorios del siglo XXI?

Hoy, la posición de algunos cubanos deja mucho que desear, lo mismo en las altas esferas del poder (curiosamente en manos de orientales) que entre la gente común. El regionalismo de moda, ese que vive por y para la diferencia, se manifiesta en su forma más clásica cuando algunos afirman que La Habana ha sido "tibetanizada por provincianos", porque "apenas se ven habaneros y la ciudad está rodeada por nubes de provincianos".

¿Qué de malsano tiene para un país la procedencia de sus ciudadanos? ¿Qué mueve a una persona a clasificar a sus congéneres de capitalinos o provincianos, citadinos o rurales, en el intento de hallar solución a un problema?

La clasificación según el origen tiene larga data. Los tintes fascistas de algunos cubanos, y que nadie se alarme por la contundencia de la expresión, se emparentan con la ideología nacionalsocialista que dividía a judíos y arios: "De dónde eres; luego vales y existes".