Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Economía

El crecimiento invisible

Después de tantas privaciones, La Habana sólo ofrece promesas quiméricas y estadísticas inverosímiles.

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Doble explotación

A estas alturas, el envió masivo de profesionales y técnicos de la salud a Venezuela proporciona a La Habana una fuente de ingresos difícil de sustituir y, al pueblo cubano, un desamparo asistencial que nada tiene que ver con la propaganda oficial sobre su sistema de salud.

Los profesionales y técnicos cubanos que logran el "privilegio" de ir a entregar sus capacidades y experiencias a Venezuela, son explotados por el presidente Hugo Chávez, que les paga mucho menos de lo que vale su trabajo. Después, por el gobierno cubano, que les escamotea gran parte del resto. La Habana bien podría publicar cuánto gana un galeno venezolano y cuánto reciben al final los cooperantes cubanos.

Al menos, el deprimido turismo y la venta de la mano de obra especializada reportan algún resultado económico real, pero las construcciones de interés social y comunitario y las obras de la "batalla de ideas" (obras y programas de igual "interés social y comunitario" impulsadas por el máximo líder) constituyen gastos —multiplicados por la corrupción y él desvió de recursos— convertidos, por arte del capricho y la manipulación, en ganancia y crecimiento.

Pero capricho y manipulación aparte, un sólo hecho puede retratar en esencia, y de cuerpo entero, la verdadera realidad socioeconómica de la Isla: en el país en que sea necesario y posible duplicar de un plumazo el salario mínimo —sin que esto implique una solvencia presentable—, es claro que un segmento considerable de la población vive en precarias condiciones, con el agravante de que el sindicato único y oficial no había hecho nunca un solo reclamo o valoración sobre el particular.

Si la economía crece, al cubano que ni lo siente ni lo disfruta sólo le queda esperar qué y cuándo recibirá algo de lo que promete el alto liderazgo, sin tener en cuenta las verdaderas necesidades de los ciudadanos.

Mientras el poder sigue viviendo la ilusión autocomplaciente de esa especie de prestidigitación estadística, la economía se deteriora hasta sus propios cimientos y el cubano de a pie sufre un doble perjuicio: no recibe espacios y oportunidades de libre desenvolvimiento económico y tiene la incertidumbre de no encontrar vías legales para satisfacer sus necesidades materiales.

Después de tanto andar…

En el hipotético caso de que el crecimiento registrado tuviera lugar sólo en la dimensión macroeconómica, estaríamos viviendo la misma tragedia que tanto se ha criticado de los proyectos neoliberales: crecimiento en las alturas sin reflejo social de tales alcances.

Tal vez sea explicable que en un país capitalista el crecimiento económico no redunde en el más inmediato y directo bienestar social; pero lo que sí es inadmisible es que en el último bastión del socialismo real la economía "crezca", mientras los ciudadanos ven los precios subir a la estratosfera y su poder adquisitivo derrumbarse sin remedio.

Después de tanto esfuerzo, sacrificios y privaciones del pueblo, y de tantos recursos malgastados y experimentos fallidos por parte del poder, La Habana sólo puede ofrecer al mundo el talento de sus profesionales —imposibilitados de ejercer en su país de manera libre e independiente— en condición de servidumbre. Y, a la nación cubana, unas promesas muy difíciles de cumplir y unas estadísticas imposibles de creer.


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