Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Sociedad

Fin de curso con sabor amargo

La escasez de personal, la improvisación académica y la politización hunden el 'prestigio' de la educación cubana.

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"Particularmente tenso". Fue ese el calificativo que empleó en Camagüey el ministro de Educación, Luis Ignacio Gómez, al resumir el curso escolar 2006-2007.

Pese a referirse al "incremento" del embargo, la difícil situación internacional y las coyunturas internas, los más serios análisis del dirigente fueron motivados por la carencia de maestros primarios y secundarios, así como los pocos avances cualitativos en las estadísticas que miden los niveles de conocimientos en los alumnos.

Camagüey terminará el actual período lectivo con una cobertura profesoral que sólo responde al 75% de las necesidades. La inestabilidad de los colectivos académicos y del personal docente, la alta deserción de alumnos en el nivel medio superior, la poca captación de jóvenes para el estudio de carreras pedagógicas, la crítica situación de la mayoría de los inmuebles y, lo peor, la poca motivación de los maestros para protagonizar una "nueva revolución educacional", podrían enumerarse como los principales asuntos revisados.

¿Peras al olmo?

No es posible encontrarse con otro tipo de realidades. Pese a que el gobierno hace esfuerzos por esconderla, el sustantivo que podría resumir esta situación no es otro que crisis.

La supuesta revolución educacional, inventada por Fidel Castro, no hizo más que profundizar una situación que ya era dramática. Un cálculo matemático reflejaría en un inicio los "increíbles" avances en el nivel cognoscitivo de los alumnos. Cálculos que, en la mayoría de los casos, tenían que ser inventados o falseados para alegrar al dictador, y que ahora resultan imposibles de modificar.

Para solucionar la escasez de profesores en la enseñanza primaria, al gobernante se le ocurrió colocar maestros expertos en un estudio de televisión y dotó las escuelas de equipos receptores, para que los alumnos asistieran a la clase "como a un programa de televisión más". El maestro en el aula se convirtió apenas en facilitador de los contenidos y controlador de la disciplina.

La elevación del índice de padecimientos oftalmológicos de los alumnos, la poca seriedad manifiesta de una relación alumno-profesor forzada y la relajación de la disciplina, son algunas de las consecuencias reconocidas de las "extraordinarias" ideas del Comandante.

Estos mismos conceptos y secuelas se extendieron a los restantes niveles de enseñanza. En la secundaria, por ejemplo, se eliminó la especialización y el antiguo profesor de Química o Física tiene ahora el deber de impartir o "facilitar" los contenidos de Español, Matemáticas e Historia de Cuba, transmitidos por televisión y sobre los cuales le resulta difícil opinar.

Las nuevas medidas no sólo han hecho posible la extensión de la crisis, sino que la han llevado a niveles casi insostenibles. A pesar de que el gobierno articuló en este curso escolar un Decreto-Ley que impide a los profesionales de la educación abandonar el sector y sanciona a las empresas que los reempleen, las bajas y los pedidos de renuncias no cesan.

En Camagüey, sólo este año llegaron a 800 las solicitudes y las previsiones no son nada halagüeñas. Este territorio tiene muy comprometida la cobertura académica para el venidero período lectivo, si bien se ha reconocido que los programas de televisión deben convertirse en complemento de la clase y no la clase en sí.

Los bajos salarios (un maestro primario en Cuba gana el equivalente a 12 dólares), la masividad y poca seriedad en los procesos de superación profesional, las constantes visitas de inspectores, las extremas exigencias ideológicas a la que son sometidos maestros y alumnos, son algunos de los factores que desestimulan la permanencia en las aulas, no sólo de los que ya han dedicado toda su vida al magisterio, sino también de los nuevos que llegan.

Téngase en cuenta que un examen político determina la calidad de una clase, la profesionalidad de un maestro, el resultado de una visita de control a una escuela… En la impartición de una lección cualquiera, independientemente del contenido, el maestro debe invertir al menos 15 minutos para hablarle a los alumnos del tema político más urgente: lo mismo de "terroristas liberados" que de "héroes en cárceles del imperio".

¿Futuro?

Las provincias de la Isla, los sectoriales provinciales de educación, tienen que cumplir una meta anual de captación de jóvenes que ingresarán en los Institutos de Enseñanza Pedagógica para cubrir de inmediato las aulas sin maestros.

Para estimular este proceso que considera vital, el Estado no sólo ha inventado el Bachillerato en Letras para los alumnos que desde la Enseñanza Secundaria deciden introducirse en la Pedagogía, sino que ha llegado a eliminar el deber de los varones de pasar el Servicio Militar si optan por convertirse en maestros.

Medidas que si bien evidencian el desespero obvio ante la escasez de fuerza académica, no han logrado frenar el desánimo de los jóvenes que, una vez graduados, descubren el engaño y terminan por abandonar lo que en su momento fue un sueño.

El gobierno no sólo pierde toda la inversión, sino que en represalia cierra las puertas a jóvenes de apenas 20 años, que han sido manipulados para entrar en un juego que no entienden y no les gusta.

Este año, la provincia de Camagüey apenas ha llegado a la mitad del plan de captación, elemento que aunque motivó duras críticas del ministro, muestra la negativa de mucha gente a involucrarse en un proyecto de mentiras.

Pese a que organismos internacionales como la UNESCO han afirmado que la educación cubana tiene uno de los mejores índices del continente, pocos saben lo que cuesta al gobierno mantener esa "fama", vital ingrediente para defender su sistema dictatorial.

Para las pruebas que miden estos índices internacionales de instrucción, las escuelas sospechosas de ser evaluadas son preparadas al detalle con antelación y hasta doctores en Pedagogía intervienen en una "batalla" que es considerada "tarea política". No obstante, los últimos resultados de las llamadas pruebas del SERCE (Estudio Regional Comparativo de la Educación), no fueron los esperados.

Por eso, el dirigente educacional habló en Camagüey de tensión, palabra que tendrá que repetir en toda la isla si tenemos en cuenta que el panorama es nacional.

Pocos pueden imaginar hasta dónde llegará esta serie de acontecimientos en un país donde la enseñanza era motivo de orgullo, pese a su ideologización. Ojalá en un plazo corto de tiempo la carrera hacia la tumba de su añejo gobernante lleve consigo, empolvadas, tantas trabas, inventos y maquinaciones académicas que ahora hacen peligrar el futuro de la nación.