Actualizado: 02/05/2024 23:14
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Política

¿Quién gobierna en Cuba?

Raúl Castro tiene por primera vez las manos sueltas, pero enfrenta la ausencia-presencia del Comandante.

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Se habla de que Raúl Castro no posee su carisma, que es pragmático y buen organizador. No pueden compararse por el mero hecho de ser hermanos, y mucho menos porque uno es heredero de la gran finca del otro. Este Castro sencillamente es él, y tiene en sus manos el porvenir del pueblo cubano. Está rodeado de militares muy leales que han forjado durante estos 47 años, casi 48, el verdadero sustento del poder que no han podido ejercer, pero se han preparado en las esferas política, económica y social cual maestros orfebres.

También Raúl Castro ha demostrado gran paciencia. En otros momentos de crisis ha salvado al régimen. Pero una vez que se logró salir del atolladero, sus medidas fueron echadas atrás por el Líder Máximo. Eso ha estado pasando en los últimos dos años —recentralización de la economía, entre otros pasos—. Ahora, por primera vez, tiene las manos más sueltas, pero aún enfrenta la presencia-ausencia del Comandante y, sobre todo, su séquito de cavernícolas, que muestran a menudo los mensajes para poder preservarse en la élite de poder.

La impronta de Raúl Castro

No obstante, ya no se puede dudar de la impronta de Raúl Castro. Envió a Esteban Lazo al frente de la delegación cubana que participó en el Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, donde un negro, bien negro, debía ser la imagen del Movimiento de Países No Alineados, al tiempo que trató de evidenciar el papel de los negros en la sociedad cubana. En eso el Segundo Secretario siempre ha insistido, o sea, negros y mujeres. Sólo que no se pueden imponer, porque los negros en Cuba siguen siendo los más pobres, los menos cultos, los más necesitados, los más perseguidos y los más prisioneros. Ellos son exponentes sufridos de la catástrofe social imperante.

Otra señal inobjetable de quién está al mando fue el Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), donde se habló de deficiencias y problemas, pero, sobre todo, se sustituyó a Pedro Ross, "representante" de los trabajadores durante 17 años y miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, y a casi todo el secretariado, en el que ahora más de la mitad tiene tintes negros de distintos tonos. No obstante, parece que serán más antitrabajadores —que ya antes lo era—, porque están llamados a corregir los problemas existentes, entre ellos la corrupción.

No representarán los intereses de sus afiliados, los reprimirán, posiblemente sin brindar opciones para una solución real. En Cuba, los valores morales se han perdido y el concepto de "robo" no existe, porque los salarios son muy bajos, no hay opciones para ganarse la vida decentemente fuera del empleo estatal y las personas han crecido "luchando" para "sobrevivir". El pueblo va a la cárcel, pero aquellos que originan los males sólo son removidos, en el mejor de los casos.

Parece que al de la CTC seguirá el Congreso de los Pioneros y así se supone que llegará hasta el del Partido. Evidentemente, se desbroza el camino. Los movimientos en el gobierno y la administración pública en general deberán seguirlos.

Se necesita con urgencia un cambio real en el sistema. Los dirigentes políticos saben que este pueblo no puede sufrir más por mucho tiempo. Hasta las mansas ovejas se cansan. Tienen que posibilitar la libre iniciativa, la creatividad y la prosperidad económica. El pueblo no merece tanta miseria y represión. Es tiempo de salir del Medioevo y alcanzar el Renacimiento.


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