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Semanarios de ficción

'Adelante', 'Venceremos', 'Invasor': ¿Quién y cómo se diseña la línea editorial de la prensa provincial en Cuba?

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El 14 de marzo de 1892 aparece el primer número del periódico Patria, del que fue su alma José Martí. Nacía, según el héroe, para contribuir, sin premura y sin descanso, a la organización de los hombres libres.

Por el histórico acontecimiento, la oficialidad periodística de la Isla tiene instituida esa fecha como el Día de la Prensa. Sin embargo, nada más lejano del infinito y trascendente universo martiano que las publicaciones periódicas en la Cuba de hoy.

La realidad del país, envuelto en un limbo informativo desde 1960, cuando la naciente Revolución nacionalizara las empresas de periódicos y aboliera la diversidad de las expresiones, se construye sobre la base de una política informativa severamente vigilada y utilizada para la tergiversación de hechos, datos, fenómenos sociales y realidades que el pueblo no puede leer ni conocer.

Entre los "fusiles" más mediocres y al mismo tiempo más severos, dispuestos para hacer posible esas realidades, se encuentran los llamados semanarios provinciales, que antes fueron diarios pero la falta de papel los estranguló a su mínima expresión. Pésimos herederos, en muchos casos, de publicaciones que hasta 1959 marcaban el acontecer de la Isla, los periódicos de provincia se autotitulan seguidores de aquella publicación martiana del siglo XIX.

Con nombres tan rimbombantes como Adelante (Camagüey), Venceremos (Guantánamo), Sierra Maestra (Santiago de Cuba), Invasor (Ciego de Ávila), entre otros, estas publicaciones constituyen verdaderos clones de la política que dirige el Granma (edición nacional). En ellos ocurre la "creación" más oprobiosa de la mentira y la construcción de un mundo paralelo "conveniente", sobre el cual no se hará ningún tipo de concesiones.

¿Cómo se construye?

Con semanas de antelación, el Comité del Partido de cada territorio organiza una especie de agenda cuyo contenido está basado en lo que le interesa a la organización política que el pueblo conozca y, por lo tanto, que se publique. Estas orientaciones son enviadas desde el Comité Central y "enriquecidas" con las particularidades de cada territorio.

Cada mes se analizan, según el panorama nacional e internacional, un sinnúmero de hechos, ciertos o no, donde el periódico territorial deberá asomar sus narices. Por eso, a principios de semana, los directores de cada semanario tienen una reunión imprescindible con el funcionario que atiende los medios de comunicación en cada sede del partido comunista.

Allí son ordenadas las estrategias y voluntades del órgano de gobierno para construir una realidad que conviene y resulta primordial para el mantenimiento del engaño informativo. Claro está que los "avances" en la medicina, la labor de los médicos en diversos países y la lucha contra el terrorismo, que en Cuba significa todo lo que tenga que ver con Estados Unidos y la "mafia" de Miami, constituyen los temas sobresalientes.

La temática de los cinco espías, llamados héroes, es de naturaleza obligatoria cada semana. Aunque no existan argumentos y cada día resulte más obvio su encarcelamiento por las ilegales labores de espionaje desplegadas en territorio norteamericano, las publicaciones deben contener, como mínimo, dos trabajos en que se demuestre su inocencia y la criminalidad de sus cadenas perpetuas.

Niños que les envían cartas, ancianos ilusos que manifiestan su ignorante pesar, giras nacionales y mundiales que hacen sus familiares, son utilizados como argumentos más falibles para el reflejo de un tema que a pocos interesa. El reflejo en las páginas periódicas de obreros simples, cuya nulidad política les hace dar todo por la obra de la dictadura, encabezan las primeras planas.

Los trabajos críticos, los pocos que se pueden hacer, deben ser entregados con semanas de antelación para un análisis profundo del estilo y la manera en que deben aparecer los mismos en las páginas del periódico.

Eso cambia cuando existe una temática que la dirección del Partido precisa que se analice con severidad, y entonces se le encarga al periodista de más trayectoria política, nunca al más profesional; una especie de editorial ensalzado con las consignas de moda y argumentos añejos.

¿Dónde quedó Patria?

Si resumimos que las ocho páginas de cada publicación se completan con análisis deportivos y noticias político-culturales, comprendemos por qué las carencias de los ciudadanos; las dificultades de una sociedad en crisis no existen en las letras previstas cada semana. Ni aunque existiese la posibilidad, casi de ciencia ficción, de que el número de páginas fuese ampliado, pocos trabajos referidos al tema sobrevivirían al filtro de la censura ejercido por las entidades del gobierno.

Téngase en cuenta que los artículos son revisados hasta la saciedad, y son eliminadas las palabras de significado dudoso, ambiguas. Los títulos fuera de lo común se sustituyen por los acostumbrados. En dependencia del contenido de estos se decide si van en negro o en rojo. Se omite cualquier cifra que no contribuya a la imagen de "desarrollo y avance de la Revolución" y, para el diseño de la siempre triunfal primera plana, se buscan noticias políticas "relevantes" para el engaño.

Los funcionarios del PCC firman y aprueban el contenido de cada párrafo y sólo después de ese paso el periódico semanal se envía por email a la imprenta regional más cercana. Los 35.000 ejemplares —en algunas provincias 40.000— salen en busca de las filas enormes en los estanquillos de prensa, donde los abuelos asegurarán el papel higiénico de la semana y el excedente será vendido cuatro veces por encima de su precio.

Pese a las revisiones, los errores abundan. Atrás han quedado días que son ciclos, días que son mentiras.

¿Dónde quedó Patria? El periódico acusador y afilado de José Martí quedó en su propia utopía. El país es hoy vilipendiado por "periodistas" que celebran un día vacío, porque no existe la prensa, y una jornada de actos proletarios, porque no existe alegría.