Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Sociedad

El drama de la vivienda

Una de las causas del éxodo masivo, conflictos familiares y matrimoniales y fuente de desesperanza y descontento.

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El Estado cubano, como cualquier otro, debe y tiene que participar en la solución del problema, sólo que debe dejar a los demás su correspondiente cuota de participación. Al menos tres razones justifican y exigen su presencia: 1) La vivienda es al mismo tiempo un bien de consumo y de inversión que satisface una necesidad básica pero, por ser muy oneroso, requiere de un largo período de construcción y de fuentes de financiamiento; 2) Hay componentes de la construcción como el cemento y la madera, por sólo citar dos, que dependen de grandes empresas y de mercados abastecedores de materiales constructivos; y 3) La edificación y el urbanismo exigen normas tecnológicas de habitabilidad, diseño urbano, sistemas sanitarios, energéticos, viales y de comunicación, entre otros, que no se pueden dejar al libre albedrío.

Si impensable es la solución sin el Estado, impensable es también sin la participación autónoma de la sociedad a través de pequeñas y medianas empresas privadas o cooperativas, comunitarias, familiares e incluso personales para la producción y venta de materiales, la construcción y reparación de inmuebles, como fuente alternativa de recursos financieros, y como inversionista y fuente de mano de obra.

Lo que está agotado en Cuba es la opción del Estado omnipotente. Toca ahora el turno a la relación armónica entre Estado y sociedad. En ese sentido, la experiencia cubana de casi medio siglo es bastante aleccionadora.

La función social de la vivienda

Resumo algunos de los factores que son de obligada presencia en cualquier intento sensato de solución. En primer lugar, situar en primer plano al ser humano y desde ahí definir la función social de la vivienda. Aquello que los ingleses expresaron de forma sucinta desde el siglo XIX: "no se puede tratar con la gente y sus viviendas por separado". Ello permitiría la participación ciudadana al margen de criterios políticos, ideológicos o de cualquier otro tipo.

Segundo: es necesario volver a analizar del derecho de propiedad, un derecho natural emanado del instinto de posesión de bienes que explica el derecho milenario que los hombres tuvieron sobre herramientas y utensilios del hogar y que hoy se extiende a cuantos bienes brindan seguridad y estabilidad, entre los cuales la casa ocupa un lugar privilegiado. La propiedad constituye una institución necesaria al ciudadano y al desarrollo por razones puramente prácticas y se justifica en la medida que sea útil para el bien de los hombres.

En tercer orden, la realización de estudios multidisciplinarios sobre el problema habitacional, que, junto a los factores físicos y económicos, abarquen los psicológicos, sociológicos y demográficos que requiere el enfoque humanista del asunto. Cuarto: por la magnitud del problema y la cantidad de factores a integrar se requiere de un nuevo organismo rector con rango de ministerio que absorba las funciones que realizan los organismos existentes e incluya otras nuevas, pues ninguno de los actuales abarca toda esa complejidad.

En quinto lugar, la creación de bancos especializados; exploración de nuevas fuentes de financiamiento, como lo fue el Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda en 1959 o las experiencias republicanas de las cajas de ahorro y las sociedades de créditos mutuos; libre comercio de materiales y libertad de compraventa; derecho a la creación de pequeñas y medianas empresas para construir y reparar casas y producir materiales de construcción, acompañado todo de un trabajo educativo dirigido a crear una conciencia urbanística y de protección al entorno.

La tragedia de la vivienda en Cuba es una de las causas del éxodo masivo, constituye un problema de seguridad nacional, es responsable de gran parte de los conflictos familiares y matrimoniales y fuente de desesperanza y descontento ciudadano. Se impone dejar a un lado los intereses políticos e ideológicos y actuar responsablemente ante la crítica situación existente.

La experiencia histórica, nacional y foránea, ha demostrado que sin la participación activa de la ciudadanía y de la sociedad civil es imposible e inviable la realización de los nuevos proyectos anunciados desde el Estado.


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Derrumbe en la esquina de las calles Águila y Colón, en la Habana Vieja.