Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Red Avispa

El crepúsculo de los ídolos

Lo que dice la ley: El nuevo juicio de los cinco espías. ¿Sentimientos o razones?

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Escribió Morcate que los jueces se basaron parcialmente en que el juicio coincidió con "una época de fuertes sentimientos anticastristas" alrededor del caso Elián González y pasaron por alto que los jurados pertenecían a los grupos étnicos que "mayoritariamente respaldaban" devolver el niño a Cuba. Sólo que uno puede ser afroamericano, blanco anglosajón o hispano no cubano, sin pensar igual que la mayoría de su grupo respectivo.

Aparte de traspasar estadísticas grupales a personas de carne y hueso e incurrir así en la falacia que otro filósofo inglés, Alfred Whitehead (1861-1947), denominó concreción fuera de lugar, el columnista se ciñó a la composición étnica del jurado. Mas el quid jurídico radicaba en mantenerlo libre de influencias externas ( Sheppard v. Maxwell, 1966). La propia Fiscalía pediría cambio de sede judicial en otro caso enlazado con Elián González ( Ramírez contra Ashcroft, 2001), porque el jurado en Miami no podría apartar sentimientos y prejuicios muy arraigados para concentrarse sólo en las pruebas. Morcate tildó sólo a los jueces de "racistas solapados".

Ídolos del foro

Los malentendidos enturbian la comprensión. Los cinco espías de Castro son también cubanos y el prejuicio atribuido a los tres jueces federales no sería por ende racial, sino político. En Un fallo judicial racista, el lector Ignacio Álvarez elogió al columnista Morcate por su "análisis sobrio" y aclaró que "ofuscados" sería más bien "elegante y diplomático calificativo a quienes merecen uno mejor: izquierdistas".

De paso anunció que ahondaría "en esta verdad histórica": además de "racista e ideológicamente motivada", la decisión reflejaría "cierta reminiscencia derrotista [de] los sureños de Georgia", quienes achacaron a Florida la culpa por el revés en la guerra civil (1861-1865). Así superó a Morcate en la técnica sofista del cambio de tema.

En lugar de discutir los fundamentos jurídicos del fallo, Álvarez colgó a los jueces el sambenito tricornio de racistas, izquierdistas y resentidos. A este último efecto imprimió jactancia histórica en abstracto a las motivaciones, sin reparar en las biografías concretas.

El presidente republicano Richard Nixon nombró el 3 de mayo de 1971 al buen norteño James Oakes como juez del Segundo Circuito de Apelaciones (Nueva York), de donde vino al Undécimo (Atlanta) para examinar el caso de la Red Avispa con Stanley Birch, quien gracias a sus credenciales conservadoras había sido designado el 22 de marzo de 1990 por otro presidente republicano: el primer Bush.

Morcate y Álvarez tendrían que meterse en camisa persuasiva de once varas argumentales para explanar cómo la jueza Phyllis Kravitch (por haberla nominado el presidente demócrata Jimmy Carter, en enero de 1979) pudo engatusar a dos colegas y retorcerlos hacia la izquierda castrista. Así y todo, Carlos Pérez atribuyó la decisión unánime a la "Distorsión interpretativa" ( El Nuevo Herald, agosto 29, 2005) de "jueces activistas" influenciados por la mala imagen que ha dado "la prensa liberal en 46 años sobre Miami y los cubanoamericanos".