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Basura en el Zócalo

A la Feria del Libro de la Ciudad de México no están invitados los escritores cubanos exiliados, ni los que son disidentes o están presos.

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Sectarismo totalitarista

La basura que se reitera está en no haber invitado a los escritores disidentes o autónomos, cuya obra artística les concede absoluto derecho a representar las letras cubanas. Se halla en no haber incluido a autores del insilio editados —o distribuidos— en México durante los últimos años, aquí admirados y reconocidos en los más rigurosos círculos de lectores. Vuelve a estar en un sectarismo totalitarista que teme —quizás con razón— cualquier disonancia que haga estallar el tanque.

Y por supuesto que ni media palabra de los relevantes autores que han muerto en el exilio, de Reinaldo Arenas o de Severo Sarduy, de Guillermo Cabrera Infante o de Antonio Benítez Rojo, de Jesús Díaz o de tantos otros narradores, para sólo referirme a un género. Ni un octavo de gesto laudatorio sobre la fuerte comunidad de escritores transterrados que ahora no podemos regresar, que allá no nos publican, que allá no existimos ni en las bibliotecas.

Ningún paralelo que comprometa, que recuerde la cárcel donde Raúl Rivero se pudría mientras ellos miraban las nubes, donde hoy pasan de trescientos los presos de conciencia, cifra que incluye a más de una decena de escritores y periodistas. Ningún paralelo que pueda demostrar que entre exiliados, disidentes, autónomos y presos, formamos una sustancia cubana más significativa —estéticamente hablando— que la oficialista.

Y por supuesto que en la mesa redonda programada por el 40 aniversario de Paradiso, ninguno se atreverá a referirse al ostracismo que Lezama sufriera durante los últimos cinco años de su existencia, a la argumentada evidencia de que había dejado de creer en la revolución-esperanza del 59. Hasta alguno se dará el lustre de una anécdota, temiendo a la vez que alguien del público le pregunte por qué dejó de ir a Trocadero 162 durante ese quinquenio.

La basura ha crecido: ¿Por qué no viene ningún joven menor de 30 años? ¿Acaso temen que siga los pasos de Pablo de Cuba Soria o de Duanel Díaz? ¿Por qué no programaron un coloquio sobre libertad de opinión? ¿Dónde aparecen las revistas cubanas que se editan fuera de la "china olla celestial"? ¿Por qué el por ciento de negros y mujeres sigue siendo ridículo? ¿Hablará Retamar en su video-conferencia sobre las penas de muerte que firma como miembro del Consejo de Estado? ¿Se referirán a la enfermedad y ancianidad de Yo el Supremo como un seductor leiv-motiv literario?

El domingo 15, tras la clausura de la Feria, cuando preparen las maletas, tal vez varios de ellos metan debajo de la ropa su ejemplar de El hombre desplazado, como hice yo hace años ante el temor de que me lo decomisaran en el Aeropuerto José Martí.

Una reflexión de Todorov, sin embargo, quedará sobre El Zócalo el lunes 16, cuando empiecen a desmontar la Feria: "Tal elección no es inocente". O quizás esta: "Muchos otros han decidido olvidarlo todo, pretendiendo incluso no haberse enterado de nada, con vistas a poder continuar viviendo sin torturarse inútilmente". Pero cada uno de ellos —a fin de cuentas víctimas— podrán repetir un viejo chiste que Todorov inserta: "El comunismo es una vía tortuosa conducente del capitalismo al capitalismo".

A mí no me gusta la Coca-Cola, mucho menos la del olvido. Quizás me tome un Cuba Libre… ¿Y por qué no con algunos de los que vienen, de los que también piensan en una Cuba libre y aquí se pueden conceder el gusto de soñarla, beberla sin miedo?


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